A principios del año 1972, en Santa Fe, dos amigos comienzan a pergeñar la idea de formar un grupo musical. El bajista Osvaldo Raggio y el guitarrista Miguel Ángel Lencinas, invitaron a los percusionistas Ramón Ruiz y "Tito" Acosta, mientras que para la acordeón eligieron a Osvaldo Zabala. Sin embargo, todavía faltaba lo más difícil, por cuanto era la voz la que seguramente terminaría de definir la característica de la formación.

Fue así como, luego de algunas reuniones, deciden convidar con el proyecto a Czeslav Popowicz, un polaco nacido en un campo de concentración durante la segunda guerra mundial. Portador de un nombre incompatible con la música tropical, él decidió reemplazarlo por el artístico "Yuli Palmeras", al que ya había hecho popular cantando en el grupo Santa Cecilia. Así nació el Sexteto Palmeras, con la voz de "Yuli", una formación que pronto se ganara la simpatía de los amantes de la música tropical santafesina.

Pero en esos primeros pasos todavía faltaba una incorporación que terminaría por consolidar el grupo. El 9 de diciembre de 1972 debuta como acordeonista Marcos Máximo Camino -en reemplazo de Zabala- quien poco tiempo después asumiría la dirección del "Grupo Palmeras". Pero sería el público quien los bautizaría como "Los Palmeras", el nombre con el que recorrieron una larga y fructífera historia de treinta años que los llevaría a ocupar los primeros planos dentro de la música popular en el país. Una historia cimentada en el cariño del gran público, que les posibilitaría convertirse en creadores de la cumbia santafesina y auténticos embajadores de Santa Fe.

De aquellos primeros bailes en pistas de tierra, en el recordado Fortín Luján -un centro tradicionalista por donde pasaron los artistas más famosos de la época- llegarían, gracias a un trabajo ininterrumpido dentro del género tropical, a presentarse en los principales escenarios argentinos.

En los años setenta, cuando Los Palmeras se lanzaron a la escena musical, era muy difícil acceder a una grabación puesto que en Santa Fe no había productores fonográficos ni sellos grabadores.

Pero para Los Palmeras, la suerte cambió a tiempo. Marcos tenía un amigo de la juventud que por esos tiempos vendía discos en un pequeño local de Facundo Zuviría y Presidente Roca. Fue Martín Robustiano Gutiérrez, o como todos le decían "Chani", quien los llevó por primera vez a un estudio de grabación.

Era la primavera de 1976 y Los Palmeras grababan su primer disco Long Play, en el sello MRG -sigla que significaba Martín Robustiano Gutiérrez-, en Capital Federal. La portada era una síntesis simbólica de la ciudad: el grupo con el puente Colgante de fondo. Pronto el público le dio un gesto de aprobación, agotando todas las unidades sacadas a la venta.

Tras varios años de recorrer escenarios, ingresa a Los Palmeras quien sería la voz que hasta ahora perdura: la de Rubén Héctor Deicas, quien le aportó una fisonomía diferente al grupo. Poco a poco, la gente advirtió que estaba ante la aparición de un nuevo ídolo de la música tropical santafesina.

La etapa siguiente, ya en los ochenta, sería de una febril actividad. Recitales, presentaciones en programas de radio de toda la región, actuaciones en el interior santafesino, salidas a otras provincias y una instalación definitiva en el cariño de los uruguayos, jalonaron una carrera musical en franco crecimiento.

Buenos Aires ya no era una quimera, sus grabaciones se escuchaban en las más encumbradas emisoras capitalinas y en especial en Radio Colonia de Uruguay. Así, la cumbia santafesina reinaba en las bailantas que se multiplicaban en Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba, Salta, Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, Chaco, Corrientes, Mendoza, San Juan, San Luis, Formosa, Misiones y el sur de Brasil.

Ya en 1983 graban "Cumbia y Luna", que les permite, no sólo ganar su primer Disco de Oro, sino afianzarse a nivel nacional. Y aquí merece un párrafo aparte el fenómeno que protagonizan en Rosario, una ciudad que los descubre en toda su plenitud, donde si bien ya eran conocidos, fue en este tiempo cuando su gente los adopta como propios. Comienza así una etapa de trabajo ininterrumpido, en todos los rincones de la ciudad del sur, de lunes a lunes.

Una recordada cumbia, "La suavecita", que sería el éxito más resonante de toda su carrera, significa la llave para conquistar nuevos mercados, y ser bienvenidos y reconocidos en otras esferas sociales.

En los últimos años siguieron multiplicándose los discos, las actuaciones, los reconocimientos y, fundamentalmente, creció y se fortaleció el vínculo con la gente. Esa que hoy los identifica como parte indivisible de la ciudad, igual que los alfajores o lo mismo que el puente, ese patrimonio que ellos mismos eligieron para dar aquel lejano primer paso. Cuando todavía desconocían los que vendrían.

Hoy, cuando nos tocan vivir momentos difíciles, Los Palmeras siguen siendo portadores de la alegría. Pero también quieren adherirse a la preocupación de la gente y, entonces, el 25 de marzo de este año grabaron, por primera vez en su carrera, un tema con tinte político titulado "La ley del embudo".

Por todo eso, por los treinta años de trayectoria, por su trabajo sin pausas, por estar cerca de su público, el Concejo Municipal de Santa Fe acaba de declararlos "Santafesinos destacados".

¿Quién no escuchó y bailó con Los Palmeras alguna vez? Todos quienes se dejaron contagiar por su ritmo están invitados el próximo sábado 29, a una gran fiesta en el Teatro Municipal 1° de Mayo. El gran coliseo santafesino levanta su telón para recibir la actuación número 5.000 de estos embajadores culturales de la ciudad.