Sandra Moore llegó hasta nuestra redacción acompañada por Guido Tourn Pavillon -actual presidente comunal de Alejandra, de quien contáramos los orígenes de su familia el año pasado- para relatar la historia de sus antepasados norteamericanos.
Cabe advertir que son pocos los relatos que hemos publicado en esta sección de la revista Nosotros sobre inmigrantes de Estados Unidos que hayan llegado a nuestra ciudad o región. No obstante, nuestros lectores saben que todas las colectividades son bienvenidas para que conozcamos nuestros orígenes.
Aseguró que "fue el espíritu aventurero el que indujo a muchos norteamericanos a venir a América del Sur y, en especial, a mi tatarabuelo, Williams Thomas Moore".
A través de un texto, Sandra relató que Williams Thomas Moore nació en Kentucky, Estados Unidos, en 1827. Cuando a mitad del siglo XIX la fiebre del oro estalló en California, él y su grupo de vecinos organizaron caravanas para ir a probar suerte. Como el viaje fue un éxito, retornó para guiar otras nuevas expediciones. Finalmente se estableció allí con su esposa Winnifred Doty y sus hijos y experimentó varios oficios: minero, ganadero y cazador de recompensas.
Años más tarde, en 1866, William Moore y Alexander Mc Lean junto a sus familias abandonaron sus hogares en California en busca de nuevas oportunidades y, tal vez, la ansiada paz que su país no les ofrecía. Se embarcaron desde el puerto de San Francisco rumbo al de Valparaíso, Chile. La travesía no fue fácil ni breve, ya que cruzaron la cordillera de Los Andes hacia Mendoza a lomo de mula y desde allí en diligencia hasta Rosario.
Una vez en la provincia de Santa Fe establecieron transitoriamente a sus familias y se dirigieron a la capital, para solicitar información sobre tierras fiscales para ser colonizadas. El entonces gobernador, Nicasio Oroño, brindó ayuda a los recién llegados, quienes se trasladaron al norte de Santa Fe para explorar aquellas tierras, las que tiempo después serían adquiridas con el propósito de poblarlas y trabajarlas.
Así nació la Colonia California -explicó Sandra-, situada al norte de San Javier, un lugar con buen clima, excelentes pasturas naturales y montes vírgenes. Todo hacía vislumbrar un futuro prometedor, que más tarde se vería opacado por las hostilidades ocasionadas por ataques indígenas.
Los colonos debían estar alerta día y noche, porque los aborígenes los hostigaban constantemente. Durante la noche les hurtaban los animales, indispensables para las labores de labranza, y los más atrevidos emprendían ataques a plena luz del día. Los habitantes de las colonias no se desalentaban por esa situación y continuaban sus labores diarias con sus fusiles al hombro.
Los fortines establecidos para proteger a los colonos no estaban lo suficientemente dotados con armas y hombres como para repeler estos ataques. Como consecuencia, fueron ellos mismos quienes se organizaron para defenderse y ayudarse mutuamente.
William Thomas Moore -conocido como el Capitán Moore-, hombre osado y temerario, acudió en reiteradas oportunidades en auxilio de los desprotegidos vecinos. Acompañado por sus dos hijos mayores, William y Thomas, encabezo tres expediciones a los asentamientos indígenas con el fin de repeler los ataques, robos, secuestros y muertes que causaban los aborígenes.
Su primogénito, William Henry, juez de paz en la vecina Colonia de Alexandra, perdió su vida tratando de recuperar algunos caballos que habían sido sustraídos por los salvajes durante una terrible emboscada tendida por éstos.
Tres este triste episodio y una frustrada intervención en la política provincial, durante 1877 el Capitán Moore y su familia regresaron a Estados Unidos, se establecieron en la ciudad de San Antonio, Estado de Texas, y se dedicaron a la cría de ovejas.
William Thomas Moore falleció en 1883 a los 60 años de edad. Uno de sus hijos, Moses Thomas Moore, quien recientemente había contraído matrimonio con una joven suiza de Colonia Helvecia, decidió permanecer en la Colonia California, en cuyo cementerio descansan los restos de su hermano William.
Moses Thomas Moore había nacido en el año 1849 en Missouri, Estados Unidos, y su esposa Fanny Louise Eugenie Bugnon en 1859 en el cantón de Vaud, Suiza. Tuvieron doce hijos, todos nacidos en la Colonia California, entre los cuales se cuenta Lorenzo Abel Moore, abuelo de Sandra. Fruto de su matrimonio con Clotilde Pavarín, Lorenzo tuvo dos hijas mujeres y un varón: Nello B. Moore, el padre de Sandra, ya fallecido.
Años más tarde, Moses Thomas Moore y su familia se trasladan a Colonia Alexandra, adonde se establecen definitivamente con una activa participación en esa localidad. La valentía y el carácter emprendedor de este joven de 26 años lo impulsaron a establecer un servicio de mensajería, labor muy riesgosa para esos años, transportando pasajeros y correspondencia desde las colonias ubicadas desde San Javier hasta la actual Reconquista.
Este medio de transporte lo utilizaría hasta la llegada del automóvil, ya que siendo propietario del primero en recorrer las calles y caminos de la colonia, Thomas no dudó en adquirir dos nuevos modelos del entonces conocido Ford T, que eran alquilados con chofer para cubrir el trayecto antes mencionado.
Al igual que su padre, Thomas Moore era un hombre progresista, y esto lo demuestra el hecho de que cuando se tiende el primer cableado telefónico él es el primero en adquirirlo, no sólo para su domicilio particular sino también para sus establecimientos ganaderos, denominados Los Andes, La Loma, Las Cañas y La Minerva, estancias que aún hoy son propiedad de la familia de Sandra Moore.
En aquel momento ya había consolidado su posición económica, dedicándose por completo a la cría de ganado. Esa posición, sumada a su afán por el bien común, lo llevan a emprender la construcción de dos edificios de similares características: uno para que en él funcionara la escuela y la oficina de correos y otro para un hotel. En la actualidad, dichas construcciones permanecen en pie, cumpliendo diferentes funciones.
Preocupado por el bienestar de la población y de la comunidad -junto a otros destacados vecinos- solicitó al gobierno provincial la creación de la Comisión de Fomento para atender las necesidades locales. Como respuesta a dicho pedido, mediante un decreto del gobierno, Thomas Moore fue nombrado primer presidente comunal de Alejandra, cargo que desempeñaría en una segunda oportunidad. Recientemente, el nombre de la calle donde está emplazado el edificio comunal fue reemplazado por el de su primer presidente.
En el transcurso de su vida continuó desarrollando una prolífica actividad social hasta el momento de su muerte, en 1922, en el que se encontraba proyectando la construcción de un teatro.
Mariana Rivera