Es curioso, pero en este lugar recóndito desde el punto de vista planetario, casi cayéndose en pedazos, se forman músicos de categoría internacional. A contrapelo de una realidad poco propicia, surgen jóvenes de nuestras instituciones de educación musical que compiten en los países llamados centrales, ganan certámenes, estudian con los grandes maestros y logran puestos de trabajo a la par de quienes han tenido el privilegio de prepararse en los conservatorios selectos de las grandes capitales. Pertenecen al tercer mundo, pero el primero les sonríe.
Hace unos meses, el flautista santafesino José Cristian Garreffa volvió de Bélgica con un master del Conservatorio de Bruselas bajo el brazo. Allí llegó con un objetivo: estudiar el instrumento con Carlos Bruneel.
Al respecto, describe el sinuoso itinerario que lo condujo a un gran maestro, y en el cual, accidentalmente, hasta intervino el atentado a las Torres Gemelas. "Hace unos cinco años pasé unos meses en Nueva York tomando clases con Jeanne Baxtresser, solista de la Filarmónica y profesora de Julliard", cuenta, citando a una orquesta y una academia que figuran entre las más importantes del mundo. "Ella me sugirió que participara en la Holland Music Session, un concurso internacional que se realiza en 27 países". Así, resultó seleccionado para tocar en Holanda, donde conoció a Carlos Bruneel, nada menos que el maestro de Emmanuel Pahud, el solista de la Filarmónica de Berlín y tal vez el mejor flautista de la actualidad.
El joven músico santafesino enfatiza con pocas palabras la estatura artística de Bruneel: "Capo, capo", dice. En Holanda lo vio de cerca, enseñando y tocando en ensayos, y le expresó su deseo: "Yo quiero estudiar con usted". El maestro le tomó una prueba y lo aceptó.
De todos modos, ya había ganado una beca de la Fundación Antorchas para instalarse en Estados Unidos y, con el visto bueno de su profesora, ingresar a Julliard, cuando se produjo el atentado al Worl Trade Center. Jeanne Baxtresser renunció a todos sus trabajos y se fue a vivir a otra ciudad.
Cambió el destino de José Cristian, entonces, y con la misma beca se fue a Bélgica, al encuentro del maestro Bruneel. No se arrepiente: "Creo que fue mejor ir a Europa que a Estados unidos, y por algo se dan las cosas", dice, como si existieran esas manos invisibles que guían a las personas por el mundo. Su hermano Hernán, por ejemplo, que se radicó en italia "no viene más", afirma.
"Además de ser la cuna de la música clásica, en Europa existe una vida musical que no se compara con nada. Los mejores instrumentistas visitaban el conservatorio, y uno los tenía cerca, ensayando o dando clases. Vos sacás un ticket y ves a la Filarmónica de Viena. Además, en mi caso, estaba cerca de Francia, donde nació la flauta".
El conservatorio está dividido en dos secciones, igual que Bélgica: una flamenca, y la otra valona y francófona, pero se habla en inglés. "Es inevitable, hay gente de todo el mundo, y muchos japoneses y orientales en general". A él le tocó la sección flamenca, donde enseña su maestro, solista de la Orquesta Estable de La Moneda, el Teatro Real de Bruselas.
Antes de partir, alguien le acercó un consejo a José Cristian: "Aunque seas becado, decile que necesitás laburar, en lo que sea".
"El maestro Bruneel me llamó un 24 de diciembre, a Luxemburgo, a tres horas de tren, adonde yo había ido a pasar la Navidad con mi tía María Candelaria". Era por un trabajo: había que tocar la segunda flauta en "La Boheme" al día siguiente, en el Teatro Opera Real y sin ensayo previo. Solamente un encuentro con la primera flauta, o sea su maestro, media hora antes de la función. El titular se había fracturado y había que reemplazarlo en la emergencia.
"Yo sé que allá sos profesional", le dijo Bruneel, explicando la confianza que había depositado en el santafesino. "Yo me sentía preparado, ya que había tocado antes algunas arias de esa ópera", señala nuestro joven coterráneo, quien no sólo debió enfrentar la situación, sino también adecuarse a otra modalidad de dirección: "Allá, el director no te marca los tiempos". Seguramente fue una ayuda el funcionamiento de las filas, que es tan orgánico que en la ejecución los movimientos físicos parecen los de un solo cuerpo.
"Cuando terminó la función, vino toda la sección maderas a saludarme", cuenta, y no se trata de una anécdota sin valor, ya que expresa el grado de formación de un músico santafesino, que puede integrar sin contratiempos y de apuro la Orquesta Estable del Teatro Real La Moneda, la mejor de Bélgica. Siguieron unas diez funciones más, y luego lo convocaron para una gira.
Terminado el primer año, recibió el master con un puntaje de 17 sobre 20, muy alto para el conservatorio. Gestionó la renovación de la beca de Antorchas y se la concedieron, con un comentario: "Tuviste suerte, éste es el último año". Como se sabe, la fundación se retira de la Argentina.
"En ese segundo año, pude concretar lo que más me interesaba, o sea dedicarme exclusivamente a la flauta". También aprovechó para viajar y en Madrid visitó al maestro Carlos Cuesta, que fuera director de la Sinfónica de Santa Fe.
Además de haber retornado a sus puestos en las sinfónicas de Santa Fe y Entre Ríos, José Cristian Garreffa está grabando en Buenos Aires la obra integral para flauta de Astor Piazzolla. Son seis estudios para flauta sola y "La Historia del tango", con el eminente guitarrista Eduardo Isaac. A la vez, espera concretar invitaciones provenientes de otros países.
Roberto Maurer