ANALISIS
Al límite
Por Alejandro Sruoga (ex secretario de Energía)

Desde hace un tiempo se observa que el mercado internacional del petróleo está condicionado por un lado por la fragilidad y la rigidez de la oferta y, por el otro, una creciente presión de la demanda. Cada acontecimiento impulsa los precios hacia arriba, antes fue Irak y en la actualidad la catástrofe natural en la zona del Golfo de México.

Esa situación determina que estemos atravesando una época de precios altos para el petróleo. No sé si esos precios llegarán a bajar por cuestiones coyunturales, aunque creo que la tendencia es a mantenerse. Sin embargo, esa situación no ha repercutido sobre los precios en la Argentina. Nuestro país es un exportador de crudo y el Estado, a través de las retenciones, de alguna forma "internaliza" el precio.

De todas maneras, en el plano local va a haber movimientos de precios para acompañar esta suba del precio internacional. Tarde o temprano, los precios internos se tienen que alinear con los internacionales, de lo contrario se pierde el incentivo a aumentar y mantener la producción local. Meses más, meses menos, se van a ajustar los precios, posiblemente después de las elecciones de octubre.

Por otra parte, lamentablemente el excedente de exportación está declinando mes a mes. En 1998/99, se exportaba casi el 40 por ciento de la producción; el año pasado fue alrededor del 20 al 22 por ciento y la tendencia es a que de dos a cuatro años se llegue al límite del autoabastecimiento y la Argentina tenga que volver a importar petróleo.

La fragilidad y rigidez de la oferta, sumadas a las presiones de demanda que significan China y Estados Unidos, merecen un análisis más allá de lo coyuntural: es el momento de leer los altos precios como los precios de la escasez.

En el mundo, ya se está tomando conciencia de que el petróleo es un recurso no renovable. Su uso podrá extenderse por 20, 25 ó 30 años, pero hay que hacer grandes esfuerzos en racionalizar el consumo y buscar nuevas fuentes energéticas.