La excelencia académica ¿Qué es eso? ¿De qué estoy hablando? ¿Tiene vigencia semejante concepto en los ámbitos académicos? ¿A quién le importa la excelencia, cuya gran compañera es la "exigencia"? íPor favor! En estos tiempos que corren es un acto de soberbia pretender entrar en la ciencia y explicarla desde su lenguaje específico, lo es también incursionar en el conocimiento científico pleno en el aula universitaria.
Cada vez hay menos alumnos que entiendan, que posean saberes básicos que puedan compartir. Las parcelas o entornos cognoscitivos, como lo llamaron algunos científicos, apenas se vislumbran en el horizonte académico. Ante esta situación, no es el alumno el que debe procurar elevarse, retomando conocimientos básicos olvidados o no vistos, plataformas para iniciar el vuelo cognitivo que necesita para ingresar a instancias superiores de pensamiento y, por ende, de conocimiento. íTodo lo contrario! Es el docente el que tiene que bajar su nivel a riesgo de una atrofia intelectual y de una pérdida de algo importante: su dignidad profesional.>
El problema se plantea desde el sentido "utilitarista" que reina en la comunidad de la que el joven forma parte. El alumno, muchas veces, se pregunta ¿Para qué? Para qué le sirven los modelos y posturas teóricas sobre un objeto de estudio, de conocimiento, lo importante es lo que pueda utilizar de manera inmediata, sin entender, claro, que toda praxis obedece a un postura teórica. Muchas veces, muchos docentes van a capacitarse con objetivos funcionales: ver si encuentran una solución a los problemas que los agobia en el aula, desconociendo que nada tienen que ver con la ciencia, el conocimiento, pues se sustentan en aspectos políticos, económicos, sociales, familiares, etc. del propio sistema... Algunos rechazan, por su densidad cognoscitiva y atencional, el desarrollo de fundamentos teóricos, quieren el juego de las prácticas sin razonar que éstas dependen de los primeros.>
Hoy, un docente que, en una actitud superadora y humilde, pretende lograr cada día la excelencia, su excelencia, a través del esfuerzo, del estudio continuado, con actualizaciones constantes, con un espíritu de superación permanente, incursionando en el descubrimiento de la investigación para entregárselo a los alumnos en el aula, lugar especial, en donde les plantea sus propias elaboraciones, posturas, donde pretende lograr de ellos la realización de procesos abstractivos, que sean luego expresados en conceptos coherentes, congruentes y con fundamentos de la ciencia de que se trate, es visto como un profesional arbitrario, desubicado y descontextualizado. Ni hablemos si, además, tiene como objetivo que sus educandos piensen, razonen, elaboren, asocien, relacionen, proyecten, es decir, operen mentalmente, lo cual redundará en una formación promisoria como futuros profesionales. Pero íPor favor!... esto ¿A quién le importa? ¿Y el utilitarismo? ¿Qué interesa más? ¿Qué el joven "aprenda o se reciba"? ¿Reflexionamos, con la frecuencia debida, sobre el perfil del profesional que tenemos que formar?>
Actualmente, en general (pues hay excepciones muy honrosas de las que me congratulo), un profesor exigente es vituperado, criticado. Está fuera del sistema.>
Me pregunto, la "excelencia" agarrada de la mano de la "exigencia" ¿No serán anacrónicas?...>
Evangelina Simón de PoggiaE-mail: [email protected]