Funcionarios de educación y empresarios del sector bancario coincidieron en que un país puede desarrollar la investigación y el conocimiento sólo con una inversión "por partes iguales" de sectores públicos y privados en ciencia y tecnología.
"No hay ningún país que mejore el desarrollo científico y tecnológico si no invierten por partes iguales los sectores público y el privado", sostuvo el ministro de Educación de la Nación, Daniel Filmus, días pasados. Lo hizo durante la presentación de una nueva edición del Plan de Impulso a la Educación Superior del Banco Santander Río, responsable del Portal Universia.>
En ese sentido, el Estado desde hace algún tiempo intenta desde las Agencias de Ciencia y Tecnología y sus fondos -Foncyt y Fontar- promover y fomentar con facilidades y exenciones impositivas la creación y radicación de empresas de investigación. Actualmente, el sector privado (empresas, fundaciones, universidades) suma en total los dos tercios de la inversión en ciencia y tecnología.>
Sin embargo, hoy ya casi nadie sospecha o se sonroja cuando desde el sector privado se anuncian fuertes inversiones en investigación y desarrollo en el país, en la informatización de aulas universitarias, capacitación de profesores, becas a estudiantes y subsidios a investigadores. Fundamentalmente, cuando muchos de esos recursos van a parar a manos de las universidades públicas y estudiantes de bajos recursos.>
Este fuerte impulso de algunos privados, sin embargo, no puede tampoco suplir el primer deber del Estado nacional que es incrementar los recursos para la educación y la investigación y además mejorar el salario de sus docentes y científicos. Según Filmus, Argentina tuvo un crecimiento "durante varios años seguidos, pero no fue sostenido, y al que le siguieron varias crisis cíclicas".>
Al respecto, basta ver algunas cifras. La inversión en nuestro país en 2003 en I+D fue de 0,36 del PBI, actualmente llega al 0,50 del PBI, mientras el secretario de Ciencia y Tecnología Tulio del Bono prometió alcanzar el 1 % del Producto Bruto para el 2010. Pero a pesar de estas metas, el país todavía dista de acercarse a los promedios de excelencia: Estados Unidos invierte el 2,8 de su PBI en I+D; Japón el 3,15 y más lejos aún Israel destina el 4,4 %.>
En tanto, el Senado nacional convirtió la semana pasada en ley un proyecto de promoción y desarrollo de la biotecnología moderna, que apunta esencialmente a la utilización de organismos vivos para la obtención de bienes y servicios. En este concepto quedan englobados los conocimientos provenientes de la biología, la bioquímica, la microbiología, la bioinformática, la biología molecular y la ingeniería genética.>
En el esquema de promoción, la norma otorga beneficios administrados por el Ministerio de Economía, a los autores de proyectos de investigación y desarrollo que se sustenten en la aplicación de biotecnología moderna, por el plazo de aplicación de la ley que es de quince años.>
La biotecnología no significa sólo la creación de productos nuevos, medicamentos modificados, alimentos saludables, plásticos biodegradables sino que, según los científicos, representa una actividad productiva que puede dar respuesta a muchos problemas que hoy enfrenta la humanidad. Tampoco está lejana la idea acerca de que en un futuro, la biotecnología ayude a lograr la inclusión social de sectores marginados, a través de la creación de nuevas empresas.>