En "Teeteto", Platón aborda el tema del conocimiento. Los interlocutores del diálogo son: Sócrates, que está atravesando los últimos días de su vida, el matemático Teodoro y su discípulo Teeteto, aparte de la breve aparición de Euclides y Terpsión.
Teeteto es un adolescente, presentado como una figura especular de Sócrates. Los dos son poco agraciados, pero comparten las virtudes que -como nos recuerda Marcelo Boeri que tradujo y anota la versión que acaba de editar Losada- Platón exige a los perfectos guardianes (los filósofos) de la pólis en la "República": facilidad para el aprendizaje, agudeza, buena memoria y valentía.>
¿Qué es el saber (Epistéme, saber científico)? Sócrates pregunta y Teeteto va ensayando algunas respuestas: conocimiento como sensación, como pura percepción, como opinión verdadera, como conocimiento empírico y racional, entre otras, y Sócrates las discute meticulosamente. El final no nos ofrece ninguna conclusión concreta. "El `mensaje final' del Teeteto podría entenderse como si Platón estuviera diciendo que el saber no puede ser aprehendido de un modo fijo en una definición, en un lógos, sino que se trata de algo siempre abierto por ser el tipo de cosa a la que la propia comprensión siempre se está aproximando, pero nunca alcanza completamente", escribe Boeri.>
Una definición plausible hay, sin embargo: Conocimiento o saber es opinión (dóxa) verdadera acompañada de una explicación o justificación (lógos).>
Tan importante como el del conocimiento es en este diálogo el tema del error: la mera sensación, la mera percepción, la mera opinión no serían definitorias del conocimiento porque no señalan la presencia del error.>
El mundo de los prototipos universales, el mundo de los modelos eternos e inmutables subyace en este diálogo, ya que para Platón es evidente que no es posible la existencia de ninguna ciencia que no contemple aquella doctrina.>