Flanqueado por el Prof. Hugo Echagüe -que lo presentó con un breve texto-, el director de Cultura de la UNL, Damián Rodríguez Kees, y la decana de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL, Liliana Paiz de Izaguirre, el prestigioso escritor Ricardo Piglia asumió la "ardua tarea de hablar de Saer en Santa Fe", en el marco de la conferencia de apertura del III Argentino de Literatura, frente a un auditorio colmado de gentes de todas las edades.
El autor de "Plata quemada", "Nombre Falso", "Respiración artificial", "La ciudad ausente" y "El último lector", considerado por los especialistas como una de las voces más destacadas de las letras nacionales, desarrolló en poco más de una hora una serie de tópicos de la obra de su amigo, bajo la denominación de "El lugar de Saer".>
"Sobre el título (de la conferencia) pueden hacerse varias lecturas -introdujo Piglia- la primera es la literal, la que se entiende como la fidelidad del autor a un lugar; en esto puede relacionarse la narrativa de Saer con algunas novelas cortas de Pavese, o con Faulkner (...) es decir la construcción de la ficción como la construcción de un lugar". Sólido en sus argumentos y apasionado al hablar, aunque un poco disfónico, Piglia continuó sosteniendo que "como plantea Nabokov, cuando leemos hacemos un mapa que determina un espacio".
A lo largo de su exposición, el premio Planeta 1997 vinculó esta "pertenencia" de Saer a su lugar como una suerte de resistencia frente "al mercado mundial y al discurso de los Mass-Media", y explicó que "trabajar a partir de allí determina en parte su poética". "No es casual -dijo el autor- que su primer libro se llame `En la zona' y lo último que publicó en vida `Lugar' ", dijo. A posteriori, Piglia relacionó esta tendencia en la obra de Saer con la tradición. "Narramos en el interior de una tradición", dijo, y contó una interesante anécdota sobre la primera vez que vio y trató a Saer, en 1964.>
Piglia vinculó permanentemente a Saer con otros autores. Con Faulkner y Joyce, refiriéndose a la práctica de una "lectura situada"; con Puig, Arlt y Walsh, en cuanto a los diferentes modos en que éstos incorporan las influencias de la cultura de masas y de los medios, en la búsqueda de una poética "post-Borges".
Dijo, asimismo, que al pasar Saer de vivir en Santa Fe a París, puede interpretarse esto como "un signo o una alegoría" de alguien que no "asume el concepto de literatura nacional". Y planteó la tensión entre tradición y canon, que, de todos modos, "es una tradición construida por los escritores".>
"El lugar crítico -dijo- es el lenguaje. Saer propone, antagónicamente a la información, la narración", mediante el uso de un lenguaje ajeno a los "fines instrumentales". Y ese uso es "la poesía". Así, dijo, "los héroes de las novelas de Saer siempre son poetas". Y por eso el santafesino sitúa su "narración en la tradición de la lírica". >
Finalmente, Piglia explicó algunos "procedimientos formales" que son observables en la obra del autor de "La grande", "Palo y hueso" y "Cicatrices": en primer término, "el lugar de la enunciación lírica". Saer siempre "narra en presente", bajo el principio de "ahora estoy aquí y veo"; en segunda instancia, el uso de la descripción que "detiene la narración y para el relato" y, finalmente, el "aquí", determinado por la zona y la construcción de los personajes".
Para cerrar, Piglia memoró lo que llamó el "mito de origen" de Saer como narrador: "El día en que, en una librería, conoció a Juan L. Ortiz y compró `Los Adioses' de Onetti". Un caluroso aplauso dio lugar, luego, a las preguntas de los presentes.>
DE LA REDACCIÓN DE EL LITORAL