-¿Cómo son los modos de convivencia actual en la escuela y qué relación tienen con la sociedad?
-No hay formas estandarizadas de convivencia, ni una sola forma de convivir. Cada comunidad, cada sector social, cada población tiene sus modos de relacionarse; y eso está en la escuela. Una sociedad autoritaria, violenta y poco inclusiva repercute en las relaciones que se dan en la escuela. Sin embargo, como posee una función específica que tiende a igualar, a incluir, esos comportamientos sociales se reorganizan; no se reproducen de manera idéntica. Si existen problemas de comunicación en la sociedad, también los hay en la escuela. Vivimos en una sociedad excluyente y competitiva; las distintas modalidades de relación se repiten en la escuela, pero no se refleja exactamente lo mismo. No es la misma violencia la que se da en una cancha de fútbol o en el barrio, que la que sucede en un lugar donde la función específica es la búsqueda de la inclusión, de la igualdad y la construcción de conocimiento. La escuela es uno de los pocos lugares donde se privilegia la circulación de la palabra. Y sabemos que ponerles palabras a los conflictos disminuye los niveles de violencia.>
-¿Qué formas organizativas de convivencia están más probadas y qué ventajas y desventajas tienen?
-La escuela, además de ser -por su función- uno de los ámbitos por excelencia donde se aprende a convivir, debe tener estrategias proactivas para favorecer la resolución pacífica de conflictos: en ese sentido, los programas de mediación, parlamentos infantiles o juveniles, pedagogías participativas, metodologías colaborativas, ayudan no sólo a verbalizar los conflictos, sino también a aprender de ellos. No es lo mismo que un profesor diga `El grupo que primero termina tiene un 10', que impulsar un verdadero trabajo en equipo, en el que todos construyen colaborando con un fin común. Se trata de construir estrategias de participación y colaboración, de que toda la vida escolar esté atravesada por el diálogo, por aprendizajes cooperativos, a través de tareas concretas.>
Afirma la especialista que "la escuela sola no puede": "La sociedad no puede pedirle a la escuela que modifique aquello que la sociedad misma no está dispuesta a cambiar. Es imprescindible que la escuela tenga normas claras de funcionamiento y una fuerte escucha de todos los actores institucionales. Experiencias como los consejos de aula, parlamentos, han demostrado que son positivas y que favorecen la convivencia democrática. La implementación de consejos de convivencia, por ejemplo, tiene sus dificultades porque la construcción de un funcionamiento fluido y adecuado lleva su tiempo. Sin embargo, son preferibles a las sanciones, ya que los consejos permiten la construcción progresiva de consensos en torno a la norma, sobre su necesidad para regular la vida social y las formas participativas de actuar frente a la transgresión de ésta".>
Brawer comentó que la cartera educativa nacional implementa el Plan Nacional de Mediación, dirigido por Mariana Moragues y Marta García Costoya, con un objetivo prioritariamente pedagógico.
La propuesta está vinculada a la enseñanza y al aprendizaje de lo que se denomina, según la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud,"habilidades para la vida": "El conjunto esencial de aptitudes relacionadas entre sí, que se requieren para enfrentar de manera positiva y eficaz las situaciones y los desafíos de la vida cotidiana, y que están implicadas en todos los abordajes que, desde la escuela, se pueden realizar para alcanzar los objetivos de la mediación.
"Lo que se promueve es el diseño y la implementación de proyectos de mediación en las instituciones educativas, focalizados en los alumnos. A fin de llevar adelante este proceso, es fundamental la participación de los diferentes actores institucionales, para definir los aspectos principales y su modalidad y alcance", precisó Mara Brawer.
Experiencias
Consultada sobre la realización de experiencias concretas sobre resolución de conflictos, Brawer indicó: "En la ciudad de Buenos Aires, entre 2001 y 2003, llevamos adelante un programa de gestión participativa de conflictos. El equipo entraba en acción cuando los conflictos excedían la capacidad de las instituciones para resolverlos. Tomas de escuelas, reclamos, enfrentamientos de padres con la escuela; fue todo un aprendizaje. En las primeras tomas de colegios por parte de los alumnos, las autoridades nos pedían represión; al final, quedó un aprendizaje en algunos sobre la importancia de la participación y el diálogo con los chicos".
El Litoral - El Monitor N° 2