El programa provincial Volver a la escuela comenzó a implementarse en 2003, y tiene como objetivo que chicos entre 14 y 18 años que abandonaron los estudios vuelvan a la escuela. Como estrategia, el gobierno les otorga una beca de $ 50 mensuales, y a cambio deben certificar la asistencia a clases y concurrir a reuniones quincenales en los Centros de Desarrollo Zonal (CDZ) de sus barrios. Actualmente se otorgan 1.600 becas, distribuidas en los 12 CDZ de Santa Fe y los CDZ 19 de Rosario.
En el caso de la ciudad de Santa Fe, el programa abarca la zona de la costa (Alto Verde y Colastiné), así como los barrios del cordón oeste y norte, cuya distribución se rige por la cantidad de población con la que trabaja cada uno de los CDZ.>
" Las estadísticas muestran que desde su implementación, un 30 % de los chicos volvió a la escuela de forma sistemática -advirtió la terapista ocupacional Cecilia Méndez, responsable del programa-. Pero lo más importante no es el resultado cuantitativo".>
Según la profesional, una de las mayores críticas con las que deben lidiar "tanto desde las escuelas, la opinión pública, los vecinos e incluso de los padres, es que el programa premia a los vagos", dado que las becas están destinadas, en general, a jóvenes con profunda vulnerabilidad económica, en conflicto con la ley, con algún tipo de adicción o con problemas de violencia.>
"Nos diferenciamos de la lógica educativa en que ellos premian al buen alumno y nosotros otorgamos un estímulo a quienes están con algún tipo de dificultad para sostenerse en el sistema educativo formal. En realidad el programa es una puerta de entrada para trabajar de forma conjunta con la familia, la escuela y el adolescente", aclaró Méndez.>
En el programa se da "de baja" a los jóvenes que logran permanecer en la escuela sin apoyo. "El 30 % es la cifra que indica cuántos se han insertado y permanecen en el sistema de forma autónoma", agregó Méndez.
Aunque la titular del programa reconoce que la cifra es baja no la considera un fracaso. "Nosotros trabajamos también ofreciendo propuestas de educación no formal, capacitándolos en oficios. Pero en realidad es un sistema de hábitos y costumbres familiares sobre el que actuamos y que debemos transformar. Por esto la relevancia del seguimiento personalizado que hacemos sobre cada uno de los chicos", precisó Méndez.>
Los equipos de los CDZ se conforman por terapistas ocupacionales, trabajadores sociales, psicólogos y psicopedagogos, quienes trabajan con un promedio de 40 jóvenes cada uno. Estos siguen la evolución de los adolescentes, quienes están obligados a acreditar un 60 % de concurrencia a clases y un 80 % a los talleres.>
La titular del programa comentó que las instituciones educativas funcionan a veces como "expulsoras antes que contenedoras de estos jóvenes": "A la escuela le cuesta mucho entender que estos `perdedores' puedan insertarse y volver a estudiar. Nosotros intervenimos, pero nos cuesta mucho que los acepten". Admitió que las realidades son diversas: "Hay escuelas flexibles, otras que lo son más o menos, y otras muy rígidas que no aceptan ningún tipo de negociación".
"Se hace un trabajo fino: la idea no es sacarlos de sus adicciones, sino que encuentren espacios de desarrollo en la sociedad, ya sea en la escuela o en los talleres. Lo que se busca es que tengan un grupo de pares diferente al que frecuentan cotidianamente en la calle o el barrio", agregó.>
Lorena Menaker