Pulóveres, camperas, bufandas, estufas: nada parecía suficiente para pasar el invierno que al fin está terminando. Con sensaciones térmicas bajo cero y escenas insólitas de otras zonas del país cubiertas de nieve, éste fue para muchos el invierno más duro que puedan recordar.
Pero más allá de los registros de algunos valores extremos como 0,5° en mayo y -0,2° en julio, la realidad es que la temperatura media de los meses invernales se mantuvo dentro de los parámetros históricos. Así es como la temperatura media del mes de junio de este año fue de 11,6°, la de julio 10° y la de agosto 10,5°.
Del mismo modo, las mínimas extremas tampoco marcaron ningún récord en Santa Fe, ya que se pueden citar antecedentes como -4,8° en junio de 1921 o -4,7° en julio de 1933, entre muchos otros.
La ocurrencia de temperaturas inusualmente bajas o altas pueden entenderse dentro de las oscilaciones del propio clima. Es decir que los fenómenos extremos aislados no son estadísticamente significativos como para evidenciar un cambio en el estado de equilibrio del sistema climático.
"El clima es algo muy dinámico y tiene cierta variabilidad, pero está acotada a determinados valores. Todas las fluctuaciones se producen dentro de un estado medio. En el caso de que el clima se modifique y adquiera otro estado medio (por encima o por debajo del anterior) también habrá oscilaciones, pero esa diferencia significa un cambio climático", explicó el Dr. Mario Núñez, experto del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (Cima) dependiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Efectivamente algo está sucediendo con el clima y, contrariamente a lo que vivimos este invierno, la temperatura media del planeta está aumentando; de hecho, en los últimos 200 años se incrementó 0,8°C. Aunque parezca un cambio menor, la verdad es que el cambio climático o calentamiento global, como se suele llamar a este fenómeno, puede tener consecuencias dramáticas en el mundo.
"Cuando uno habla de cambio climático está hablando fundamentalmente de modificaciones sustanciales en el comportamiento del sistema climático. Es decir, cuando hay un salto estadísticamente significativo en las variables que medimos", contó el Dr. Norberto O. García, docente e investigador de la UNL.
"Estamos en presencia de un salto climático que se produjo en 1970 en nuestra región y que provocó determinadas modificaciones en el comportamiento del clima. Cambió el promedio de las lluvias, el de las temperaturas y la distribución alrededor de esos promedios", explicó García y agregó: "Como las diferencias entre antes y después de 1970 son estadísticamente significativas, entonces no hay dudas que son dos estados climáticos distintos".
"Aproximadamente desde esa fecha, el río Paraná lleva un 35% más de agua y de ese porcentaje, una parte tiene componente antropogénico porque en Brasil deforestaron para sembrar soja. Puede haber ahí un 20% de responsabilidad del hombre, y el otro 15% dependió de un cambio en las lluvias, del que no se puede identificar ningún responsable", manifestó García.
Sin embargo, de lo que hoy se habla es de un cambio climático global causado, en parte, por la actividad del hombre. De acuerdo con el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés): "El sistema climático terrestre tuvo cambios significativos a escala mundial desde la época preindustrial, y algunos de estos cambios se pueden atribuir a actividades humanas".
Según el Informe de Síntesis publicado por el IPCC en 2001, se prevé que la temperatura media de la superficie del planeta aumente de 1,4° a 5,8° C en el período 1990-2100. Esta cantidad es de dos a diez veces superior al valor central del calentamiento observado durante el siglo XX. A su vez aclara que es muy probable que la velocidad proyectada del calentamiento sea superior a cualquier otra registrada en los últimos 10.000 años.
Se conoce como "efecto invernadero" al fenómeno por el cual la Tierra retiene parte de la radiación del sol en lugar de liberarla a la atmósfera: cuando la Tierra retiene más radiaciones que las que necesita, se genera un desequilibrio que se conoce como efecto invernadero.
Generalmente se asocia ese desequilibrio con la emisión de los denominados Gases de Efecto Invernadero o GEI (dióxido de carbono, metano, óxidos de nitrógeno, ozono y los clorofluorocarburos), cuya emisión se incrementó exponencialmente desde la era industrial.
"Los procesos de combustión de la industria y el transporte son las principales fuentes antropogénicas de dióxido de carbono y óxidos de nitrógeno. También existen fuentes naturales como la respiración de las plantas y otros procesos, pero estos ocurrieron siempre, por lo tanto, lo que ha ido aumentando los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera es la actividad humana", explicó Eduardo Miró, doctor en Ingeniería Química que se desempeña como docente e investigador en la UNL.
"Se hace hincapié en la industria y los vehículos, pero los procesos de combustión están en todos lados, también en la actividad doméstica", agregó.
(C) Priscila Fernández - UNL - El Litoral