De la redacción de El Litoral
Cuando los argentinos supieron en agosto último que una expedición rusa había plantado la bandera de ese país a 4.261 metros bajo el Polo Norte, seguramente no imaginaron que aquello tendría alguna relación con el otro hemisferio, más precisamente, con el territorio argentino y con las Islas Malvinas.
El 2 de agosto Rusia dejó en el lecho marino su enseña de un metro de altura, hecha de titanio (resistente a la corrosión) y una placa conmemorativa del suceso. En la Argentina el hecho despertó curiosidad y algún interés científico, pero aquella expedición buscaba -además- pruebas geológicas para demostrar que el lecho marino de una vasta zona del Polo Norte le pertenece.
Por motivos similares, apoyados en la misma tesis sobre la extensión submarina de los continentes, Gran Bretaña prepara un reclamo de límites ante la Organización de las Naciones Unidas, que tiene al mar (y al subsuelo) que rodea las Islas Malvinas entre sus metas.
La agencia de noticias EFE informó que "el Reino Unido se dispone a presentar reclamos territoriales sobre decenas de kilómetros cuadrados del océano Atlántico en torno a las Malvinas", y cita como fuente el diario londinense The Guardian. (Ver aparte).
Su objetivo -sigue la agencia- es la anexión de zonas submarinas que poseen yacimientos de gas, petróleo y minerales potencialmente muy lucrativos, dice el periódico, que advierte que Londres ha decidido acelerar la presentación de solicitudes ante la Comisión de la ONU sobre los Límites de la Plataforma Continental, para lo que tiene de plazo hasta mayo de 2009.
La decisión británica fue confirmada al diario Clarín "por un vocero de la Embajada del Reino Unido en Buenos Aires, quien aseguró que su país `está considerando la posibilidad de hacer una presentación ante las Naciones Unidas' sobre los límites de la plataforma continental alrededor de las Islas Malvinas, pero que todavía `no se ha tomado esa decisión' ".
Si Gran Bretaña llegara a extender su plataforma continental a 350 millas (unos 563 kilómetros), la zona de exclusión de 200 millas que extendió alrededor de las islas después de la guerra podría prolongarse hasta el territorio argentino.
"El reclamo británico -sigue Clarín- se produce después de que Rusia plantara su bandera de soberanía sorpresivamente debajo del Polo Norte para reclamar el gas y el petróleo de la región".
María Laura Avignolo, corresponsal en París del periódico capitalino, advierte que las pretensiones británicas no se limitan al Atlántico Sur argentino. También el Reino Unido ha pensado en hacerse de los recursos que puedan rodear a las islas Rockall, entre Islandia y el Reino Unido y la Ascención, un enclave británico entre Africa y Sudamérica que fue clave en la Segunda Guerra Mundial para los Aliados y también jugó un importante papel militar de durante la Guerra de las Malvinas, en 1982, que le permitió a Inglaterra crear la llamada Zona de Exclusión.
El artículo de Clarín subraya que el documento a llevar a la estratégica comisión de Límites de la ONU tiene como contexto "la Guerra Fría con Rusia y la búsqueda de nuevos recursos naturales de petróleo, gas y minerales".
Decisión
En el actual gobierno del presidente Néstor Kirchner, la Argentina anuló el acuerdo bilateral de 1995, firmado con Gran Bretaña por el ex presidente Carlos Menem, sobre regalías petroleras. El hoy depuesto convenio, establecía que ambas naciones compartirían el petróleo encontrado en aguas adyacentes a la llamada Zona de Exclusión.
"Disputa por el fondo del mar" titula el diario londinense The Guardian, que describe a la isla de Rockall (ubicada entre Gran Bretaña e Islandia) como lo que (en el futuro) "podría ser la llave a una bonanza británica del petróleo".
El periódico recurre a una imagen familiar para sus lectores: el casi insignificante peñón rocoso inglés ubicado a unos 300 kilómetros de sus costas, como la clave para un escenario de "bonanza petrolera" en un país que no dispone de esos recursos naturales en abundancia.
La explicación es que su posesión podría habilitar a un reclamo por la plataforma submarina que rodea a la roca, que para la mayoría podría parecer muy poco útil.
The Guardian describe la postura del Reino Unido en el marco de unas "estrategias" similares de "Francia y Rusia" por extender sus posiciones submarinas mediante reclamos ante Naciones Unidas. Más aún, el artículo de ayer John Vidal y Owen Bowcott compara el interés que existe hoy en esas naciones con lo que ocurrió con la colonización del África en el siglo XIX, "cuando las naciones europeas se dividieron el continente entre ellas".
Según ese diario, se ha desarrollado ya una extensa investigación oficial británica para hacer una presentación ante la ONU. Y Chris Carleton, un experto en legislación sobre la soberanía en el mar, de la Oficina Hidrográfica Británica, declaró que conversaciones preliminares sobre la isla Rockall se iniciarán "en Reykjavik (Islandia) esta semana".
Carleton dijo a The Guardian que considera que "el contencioso británico-argentino por las Islas Malvinas tiene el potencial de ser un serio conflicto en la cuestión". Se estima que el valor del petróleo bajo el mar en esa zona puede ser enorme, dice el diario citado, que basado en "pruebas sísmicas" que no detalla, afirma que unos "60 millones de barriles de petróleo pueden existir en el Atlántico Sur".