EXPOSICIÓN EN EL MUSEO HISTÓRICO
Una mirada académica a los movimientos y protestas locales
En el cierre del ciclo de charlas "Sociedad, política y cultura en la provincia", que organizó el Museo Histórico, disertó el Prof. Luciano Alonso. Las formas de movilización social en la provincia y el papel que juegan los medios fueron algunos de los aspectos que abordó.

Luciano Alonso se propuso caminar por un doble andarivel: por un lado, mostrar cómo se trabaja historiográfica o sociológicamente. Por el otro, reseñar una suerte de tipología del tema convocante: "Movimientos sociales y protesta, expresiones recientes en la provincia".

Fue el cierre del ciclo "Sociedad, política y cultura en la provincia", que organizó el Museo Histórico, en cuya sede tuvieron lugar los encuentros.

Alonso partió de algunas aclaraciones. En primer lugar, explicó la diferencia entre movimientos y protestas. "El movimiento tiene una cierta duración temporal; las protestas son más efímeras", sostuvo.

Como ejemplo trajo el caso del 19 y 20 de diciembre de 2001. "Allí se dio la confluencia de un movimiento piquetero con una protesta cacerolera. El primero provenía de 1994, y se proyectó en el tiempo. En cambio, la protesta de los caceroleros pasó, y no generó una tradición de conflicto", indicó.

El disertante explicó que, a partir de diversos estudios realizados, aborda con mayor énfasis el Movimiento de Derechos Humanos. Y expuso su tesis de que "el modo de ser de un movimiento varía de localización en localización: la encarnadura local es fundamental para tratar de ver, por ejemplo, por qué los modos de ser de un movimiento en Santa Fe pueden ser tan distintos de los de Rosario", graficó.

PEDIR JUSTICIA

El docente se refirió a las nuevas formas de movilización en el territorio santafesino, desde la dictadura hasta la actualidad. "Me interesa tratar el paso de movimientos sociales de un repertorio clásico, cuyo ejemplo sería el movimiento obrero y la huelga, a movimientos con nuevos repertorios que en general pasan muchas veces por el hecho de estar atados a valores y no a intereses", observó.

"Los repertorios anteriores fracasan en la medida en que Argentina llega a un 20 % de desocupación y a una desestructuración del aparato industrial. Hacer huelga, entonces, pasa a ser una opción no muy efectiva.

"En los últimos tiempos, aparecen nuevos actores, en movimientos relacionados con el reclamo de justicia. El primer caso de este tipo es el Movimiento por los Derechos Humanos, que se organiza en Rosario en 1976, el año más duro de la dictadura. En cambio, vamos a tener que esperar hasta 1981 para que se constituya la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos en Santa Fe", recordó.

"El MDH está basado en valores. Hay mucha gente que participa y que no tiene relación directa con el tema", fundamentó Alonso, y definió al MDH como "un típico movimiento de clases medias: Esto no quiere decir que exprese los intereses de la clase, sino que son las clases medias las que tienen los insumos intelectuales, los recursos relacionales, las que piensan su relación con el Estado de una manera tal que pretenden tener derechos, y que entonces pueden articular un movimiento.

El MDH tuvo éxito en instalar en la sociedad la idea de justicia. Hoy, cualquier vecino al cual le chocan el hijo en un accidente, sale por televisión y reclama justicia. Esto no era así hace algunas décadas", sostuvo.

"Aquí se puede ver una mutación del movimiento: aparecen grupos que no tienen que ver específicamente con el problema de la dictadura, pero sí con la idea de justicia. Estos movimientos, como por ejemplo el de inundados, consiguen trasvasar el repertorio de acción: las cruces que están plantadas en la Plaza de Mayo, por ejemplo, son las mismas que se usaron en el escrache que se le hizo al Coronel Rolón", explicó.

"Y otra vez, si hacemos un mapa, Rosario se lleva la mayor parte de actividades; Santa Fe viene detrás, y muy por detrás el resto. Esto tiene que ver con cuán inserta está una ciudad en el sistema mundial. Rosario tiene pretensiones de establecerse como una ciudad con un modelo de hábitat que es el barcelonés. Entonces, tiene una actividad industrial y económica que le da una complejidad muy distinta", indicó.

EL ESTALLIDO

Alonso abordó, finalmente, el tema del "gran protagonista de los últimos 20 años: el estallido social, que tuvo en Argentina dos casos bien marcados: 1989 y 2001".

"En 1989 hay un epicentro rosarino. Es uno de los lugares fuertes de los saqueos y ollas populares. Esto surge como un movimiento terriblemente desorganizado. Los sectores populares están absolutamente fragmentados, desarticulados", consignó.

La rebelión de 2001, en cambio, tiene un carácter diferente. "Hay una movilización social independiente, pero a la vez existen organizaciones primarias, como las piqueteras, que pueden intentar controlar la negociación. Como protesta, tiene algunas características puntuales: no hay un centro rosarino. La rebelión se produce en todo el territorio provincial".

"Además, en 1989, hubo algún grado de represión, pero fue bastante aislado. En 2001 hubo nueve muertos en la provincia, de los cuales 8 fueron en Rosario", afirmó.

"Si bien esto no pasó sólo en Santa Fe, aquí el ejercicio de la violencia por parte de las fuerzas policiales fue diferencial. En Buenos Aires, en pleno centro había francotiradores. En cambio, en Rosario, mientras hay un conflicto agigantado en la periferia, se produce un cacerolazo inmenso en el Monumento a la Bandera, pero no es reprimido. Esto muestra cómo las protestas son diferentes en su articulación con el poder, de acuerdo con si son marginales o de clases medias".

Alonso ligó el cambio en los formatos de acción a la interlocución de los medios. "Frente a un sistema de dominación espectacular, que se realiza por medios tecnoestéticos, los movimientos y protestas solamente tienen repercusión si consiguen establecer algún tipo de código lo suficientemente rupturista como para instalarse en el ámbito del espectáculo", concluyó. Como ejemplo, utilizó el caso de la familia rosarina que, atravesando un grado extremo de necesidad, cocinaba gatos frente a las cámaras de televisión.

Infradocumentados, sobredocumentados

El expositor admitió que hay una carencia de fuentes, pero sólo en algunos casos. "La asamblea de Gualeguaychú, por ejemplo, tiene una sobreaparición en prensa tal que escuché, por ejemplo, la opinión de ese grupo sobre el boicot a la papa, en un medio nacional. Inversamente, hay otros movimientos que están infradocumentados, como los piqueteros santafesinos, que prácticamente no existen en la prensa. Y, aunque son pequeños, manejan cierto tipo de recursos y tienen determinados vínculos con el poder político", opinó.

"Uno de los problemas fundamentales es que, en general, en Argentina, estamos muy acostumbrados a que una fuente de primera mano para cualquier período histórico, sea la prensa. Para mí, ése es un inconveniente, no sólo porque la prensa puede tener condiciones de monopolización, sino porque no necesariamente lo que ocurre aparece en prensa; y porque, además, la mirada del periodista no siempre es la misma que la del historiador", consignó.

Perfil

Director del Departamento de Historia de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL, Alonso es profesor de la cátedra de Historia Social y director del proyecto de investigación "Acción y dispositivos de control en el escenario santafesino". Integra equipos docentes de otras unidades académicas, es codirector del proyecto de extensión e interés social: "Memoria e historia del pasado reciente: problemas didácticos y disciplinares", de la Secretaría de Extensión de la UNL, realizado conjuntamente con Amsafe, y autor de numerosos artículos en revistas de la especialidad.

NATALIA PANDOLFO