Los estudiantes de 3er. año de la carrera de Arquitectura de la Universidad Nacional del Litoral presentaron esta mañana sus proyectos de diseño edilicio para la escuela N° 533 Victoriano Montes, un inmueble que fue añadiendo espacios a medida que surgían las necesidades, sin planificación integral o estética.
Si bien esa institución educativa, ubicada en la Manzana 7 de Alto Verde, está erigida sobre la costa, no se integra al río, sino que le da la espalda. Además, posee varios problemas de mala distribución del espacio y de infraestructura, y no cuenta con mejoras clave como una galería ó salón de usos múltiples.
Por eso, tiempo atrás, la directora escolar María Claudia Pettinari planteó a María Laura Birri, coordinadora del Centro UNL Alto Verde -que depende del área de Extensión de la universidad- la necesidad de contar con un proyecto edilicio para la escuela del futuro. Así nació el desafío cuya concreción fue encomendada a los estudiantes de Arquitectura.
"Esta escuela fue hecha con parches, no fue pensada como un todo. Así como en las décadas del '40 y '50 se planificaba una escuela para el futuro, hoy tenemos que volver a ese pensamiento y diseñar una institución para Alto Verde que se reconcilie con el río, que tenga lugar para la comunidad, que sea confortable para los chicos", dijo Pettinari.
El inmueble -que tiene unos 70 años- se caracteriza por acciones de ampliación de los espacios físicos hecha en forma fragmentaria, de respuestas a demandas de coyuntura. El comedor escolar es pequeño y los chicos pierden una hora de clase por día porque deben turnarse para desayunar y almorzar.
"Hay cuestiones imperdonables en materia de arquitectura y de política educativa. No queremos más una suma de parches, sino un edificio escolar que se reconcilie con la sociedad", señaló la docente. Consideró que, sin planificación, el dinero que se invierte "se desperdicia, no se aprovecha en su integridad y a veces hasta hay que derribar intervenciones anteriores".
Los 130 alumnos del Taller de Proyecto Arquitectónico III de la UNL trabajaron durante gran parte del año en diseñar el edificio escolar para aprobar la materia. Surgieron así unos 40 trabajos, de los cuales 12 fueron seleccionados para ser expuestos a la comunidad escolar con paneles y maquetas.
El titular de la cátedra, arquitecto Máximo Melhem, explicó que el inmueble actual "no tiene valor económico, pero sí de uso, al menos en una parte, porque hay otra que es la de comedor y de los pabellones sanitarios que directamente hay que tirar abajo y reedificar".
Hubo varios planteos sobre los que se basaron los estudiantes: uno, diseñar un proyecto finalista conservando lo existente. Otro, hacer "borrón y cuenta nueva" para tener una escuela que no sea una suma de fragmentos sino una totalidad. Y el tercer planteo, de proyectos más utópicos que consideraron sólo la construcción y no tanto el contexto.
Melhem dijo que, en todos los casos, "jugó la impresión que tiene la cátedra de que es necesario trabajar con la idea de una escuela que, aunque austera, tenga el valor simbólico, emblemático, de representación. Es decir, que no sea una suma de fragmentos, que no exprese pobreza ni precariedad".
"Entendemos que el edificio de la educación es un emblema que lo toma como tal la sociedad en su conjunto y es lo que hay que defender", cerró.
La arquitecta Susana Vignatti, otra docente de la cátedra, aportó que al trabajar sobre una realidad concreta, los estudiantes estuvieron muy motivados. "Vinieron a relevar con fotos el lugar, entrevistaron a los actores y, al ver la realidad de estos chicos, se conmovieron y comprometieron con el trabajo de cátedra", subrayó.
Aunque por ahora no existe el presupuesto necesario para reestructurar el edificio escolar, el profesor Melhem rescató el capital de información, datos y conclusiones que la cátedra pudo aportar a la escuela. "Vamos a editar una publicación con los mejores trabajos y una evaluación del proceso que le quedará a la institución", destacó.
La pretensión de la directora María Claudia Pettinari de abrir la escuela y sus espacios a la comunidad no es caprichosa. En un año, el establecimiento Victoriano Montes sufrió seis robos y destrozos, el último en agosto pasado. Desde entonces, se dispuso una custodia policial nocturna que actuó como persuasión para que los ladrones se mantengan alejados.
Pettinari considera que si se logra levantar un edificio digno, que lo pueda utilizar la comunidad, la actitud hacia la escuela puede comenzar a revertirse, de a poco. "El año pasado, logramos con mucho esfuerzo pintar las paredes y eso significó que los chicos se preocuparon por comprarse el guardapolvos, venir más arreglados a la escuela, cumplir el horario. Es impresionante cómo impactó en ellos el ver la escuela más cuidada, más linda", señaló la directora.
Entre las calles estrechas de trazado irregular, y las casas que proliferan vegetativamente, Alto Verde es un distrito peligroso. La máxima de la inseguridad se evidenció este año, cuando otra escuela primaria del lugar -la Simón de Iriondo- salió en los medios por enseñar a sus alumnos a protegerse de las balaceras.
En la Victoriano Montes también sufren esa situación. "Los fines de semana son muy violentos y los chicos vienen los lunes con una percepción de la realidad y unas lógicas de violencia que hay que desactivar. Entonces, los docentes saben que quizá no pueden dictar el contenido previsto sino hacer un trabajo de escucha y expresión, para que ellos descarguen en palabras y no en golpes", describió.
"Ellos van a comprar pizzas y están esquivando balas, van a jugar a la pelota y tienen que salir de la placita porque se empezaron a tirotear. Eso es permanente en el barrio sólo que los fines de semana se agudiza por el consumo de alcohol y drogas y porque están más tiempo en sus casas", denunció.