¿Los valores? ¿Las normas? ¿El desarrollo de criterios? ¿El desarrollo de hábitos? En definitiva ¿hay deficiencias en el ámbito "educativo"? ¿Es lo mismo educación que cultura? Creo que hay un rasgo que las diferencia y muchos que las unen, formando un surco común. La educación está imbricada de valores, normas, hábitos, criterios...; en la cultura, además, tenemos lo cognitivo visto desde todo punto de vista: formal e informal. Lo cierto es que podemos ser muy cultos, pero adolecer de la falta de valores, normas, criterios, hábitos, etc. Si no nos planteamos esta problemática no podremos ver con claridad nuestras debilidades y nuestras fortalezas educativas. Jamás pensé que algún día tuviera que leer o escuchar en los medios de comunicación que "varios jóvenes de 17 años defecaron a lo largo y ancho de la institución educativa a la que asisten". íEs impensable! pero más lo es todavía el desacuerdo de los "adultos a cargo" por las sanciones que se estaban previendo por semejante hecho. ¿Adónde encuadramos este acto: en educación, en cultura o ambos?
El ser humano desde su nacimiento oscila entre los dos aspectos que lo constituyen y que están instalados en su propia naturaleza: lo individual, como ser único e indivisible, y lo social por su necesidad de integrarse a la comunidad a la que pertenece en pro de su crecimiento personal, intelectual, cultural, social, laboral, económico, etc. Dependerá de la naturaleza de su formación la calidad de la proyección en su futura acción social. Cuando el niño vaya adquiriendo, progresiva y sistemáticamente, a lo largo de su desarrollo, valores como: la solidaridad, la honestidad, el respeto hacia sí mismo y hacia el otro, la diferencia entre el bien y el mal, los límites en su accionar, la importancia de la obediencia a las normas creadas por sus congéneres para el logro de su propia felicidad y la de los demás, la importancia del amor, sentimiento que lo ayudará a ser cada día mejor como persona, la adquisición de buenos hábitos que le faciliten no sólo su desarrollo personal, sino también su integración como ser social y, lo más importante, la adquisición del conocimiento; cuando concientice el valor de su propia formación será el momento en el que agradezca a todos los implicados el esfuerzo, el sacrificio requeridos en pro de la felicidad que lo posee.
Lo expuesto, que pareciera encontrarse en una zona difusa, explica por qué, muchas veces, no pueden interactuarse positivamente lo individual y su proyección social.
La historia es la acumulación de la experiencia de los pueblos, no debemos clavarnos en ella, pero sí mirarla para aprender de ella y, así, poder reformularnos para mejorar nuestro presente y nuestro futuro. El problema de nuestro país y del mundo no es económico, sino educativo. No miremos siempre a los políticos como responsables. Está claro que los políticos no constituyen una casta indeseable frente a un pueblo virtuoso (Savater) que evita mirarlos e implicarse en su accionar por miedo a un aparente contagio o desprestigio. Quede claro que todos somos responsables de los resultados que vivimos, que si cada uno de nosotros, desde el espacio en que le toca actuar procede como un ser comprometido con su presente histórico, sin temor a la represalia de los ignorantes o indiferentes, seres amorfos y definitivamente nocivos para la comunidad, habremos avanzado y una lucecita de esperanza podremos vislumbrar en nuestro horizonte.
Evangelina Simón de PoggiaE-mail: evasimon@ citynet.net.ar