Prensa de la UTN-Redacción El Litoral
El docente e investigador Dr. José Di Paolo recibió el Premio a la Excelencia, otorgado anualmente por el Instituto Argentino de la Excelencia a personas e instituciones cuyo quehacer merece destacarse ante la sociedad.
La trayectoria académica de Di Paolo comenzó en 1989, cuando se inició como becario en el Conicet, más precisamente en el Instituto de Desarrollo Tecnológico para la Industria Química (Intec): "Allí estuve 7 años y logré un magíster y un doctorado -relata el ingeniero-. Desde 1992 estoy trabajando como JTP en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Entre Ríos y en el 2000 volví a la UTN haciéndome cargo de una materia que se denominaba Fabricación Flexible. Desde 2004 estoy a cargo de Estática y Resistencias de Materiales y, a partir de este año, a cargo de Mecánica de los Fluidos, ambas en la carrera de Ingeniería Industrial".
Además, en la Facultad de Ingeniería de la Uner dirige un Grupo de Investigación en el área de mecánica de los fluidos, aplicada a problemas de interés para la bioingeniería. La actividad intenta extenderse también hacia la Universidad Tecnológica, por lo que las dos instituciones firmaron un convenio marco.
"Es un premio que me llenó de alegría -admitió el docente e investigador-, si bien es un premio más social que académico, lo importante para mí es que me lo hayan dado por el mérito a la trayectoria académica, que ha sido mi trabajo desde que egresé de la Facultad".
Tras años de experiencia docente, el ingeniero explicó que los alumnos de ingeniería merecen una atención diferente de acuerdo al año de la carrera que estén transitando: "Hago docencia en tres años distintos de la carrera: en primer año y en cuarto (en la Uner) y en tercer año (en la UTN), o sea que conozco casi todas las etapas de los alumnos: desde lo desprotegidos que están en el primer año, hasta el alumno de cuarto que es casi un autodidacta y requiere otro tipo de atención".
El docente reconoce que, en primer año de la carrera, a los alumnos no les interesa la investigación: "Pero yo en cada tema busco un anclaje a la realidad para que vean por un lado qué es lo que están estudiando y por el otro, para qué sirve en ese momento. Mi preocupación cuando están en primer año es mostrarles la importancia de lo que están estudiando y el para qué. Y más adelante, cuando estudian el modelo físico que terminamos utilizando en nuestras investigaciones de mecánica de los fluidos, se torna muy común el interés en los alumnos por la investigación".
Frente a la aparente dicotomía que existe entre el ingeniero tecnológico y el resto de los ingenieros, Di Paolo hace una distinción: "El ingeniero tecnológico se distingue de otros por ser un ingeniero gustoso de las aplicaciones, no tiene tanta predisposición hacia lo teórico, es un poco la impronta que tuvo siempre la Universidad Tecnológica y una particularidad de esta casa de estudios. Se trata tanto una ventaja como una desventaja. Pero también depende del tipo de profesores; yo creo que trasmito más la parte científica porque es donde me desempeño".
Una de las materias que dicta Di Paolo es Mecánica de los Fluidos, en la cual se estudia "la parte más nueva de la mecánica de Newton -explica él mismo-, y ha tenido un avance espectacular en el siglo XX, sobre todo, por las posibilidades que brinda la informática. La computadora hace posible hoy en día resolver problemas que antes eran directamente abandonados. Las posibilidades de investigación han tenido un desarrollo muy grande en todo el siglo XX y son cada vez mayores".
Dentro de esta temática se encuentra una de las investigaciones que lleva adelante con su grupo: el estudio -a través de modelos- de prótesis de rodillas. "Ése es un problema de mecánica de fluidos, porque hay un flujo -que se denomina de lubricación- que al estar en contacto con las dos partes de la prótesis, permite al menos predecir (desde el punto de vista teórico) cuáles deberían ser las propiedades de los materiales que compongan las prótesis. Porque el problema de las prótesis actuales es que no duran más de 10 años, y removerla para colocar otra es una experiencia muy traumática para el paciente, a veces casi imposible. Nuestro objetivo es lograr una prótesis crónica, ya sea con cambios parciales o totales. Lo que tiene de bueno el modelado es que uno puede suponer el material aunque éste no exista".
"Tenemos algunos resultados que consideramos importantes, incluso han sido publicados a nivel internacional y expuestos en algunos congresos. Para resumirlos, el polímero debería ser menos rígido de lo que es actualmente y además, tener poros para que le permita trabajar como una esponja que absorba y libere líquidos. Este mecanismo generaría un grado de desgaste menor, y por lo tanto una vida más larga para la prótesis. Pero todavía nos falta la fase de prueba, y la última verdad siempre la tiene la experiencia".