Lorena Menaker
Días atrás, una explosión en la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad de Río Cuarto (Córdoba) provocó la muerte de un estudiante y tres docentes, así como una veintena de heridos.
La realidad no deja de tener menor importancia a nivel local, dado que son numerosos los institutos, grupos y facultades que desarrollan tareas de experimentación, distribuidos en distintos puntos de la ciudad.
Sin contemplar al ámbito privado, una decena de edificios se ha instalado en centros residenciales. Así encontramos las distintas dependencias de la UNL, como los edificios Gollán y Damianovich, y el de la Escuela Industrial, dependientes de la Facultad de Ingeniería Química (FIQ), en la Recoleta; la Universidad Católica de Santa Fe y la Universidad Tecnológica Nacional, Regional Santa Fe, en Guadalupe.
Y también los institutos del Centro Científico Tecnológico (Conicet): Instituto de Desarrollo Tecnológico para la Industria Química (Intec), Instituto de Matemática Aplicada del Litoral (Imal), Institutos de Investigaciones en Catálisis y Petroquímica (Incape), Instituto Nacional de Limnología (Inali), Instituto de Desarrollo y Diseño (Ingar) y el Instituto de Lactología Industrial (Inlain).
Desde estas instituciones coinciden en señalar la responsabilidad del Estado en velar por la seguridad, y la necesidad de que se garanticen los aportes, que hasta el momento, no aparecen en los presupuestos.
Tal es la situación de la FRSF: su fundación es la que debe financiar la recarga de matafuegos, ya que el 95 % de las partidas que llegan del Estado nacional se destinan a pago de salarios. "Para este tipo de cosas, no alcanza", deslizó el Ing. José Carrera, secretario de Extensión de esa casa de estudios.
Similar situación se vive en la FIQ, donde mantener los extinguidores significa una erogación de 11 mil pesos anuales, pagados con sus propias arcas.
"Hay una cuestión económica fundamental: cuánto aporta el Estado para que las instalaciones sean las adecuadas. La cosa no pasa solamente con saber qué hacer, sino tener con qué", enfatizó el secretario general de la FIQ, Ing. Alejandro Bernabeu.
Tanto el decano, Dr. Alberto Castro, como el secretario de relaciones con el medio de esta unidad académica, Dr. Enrique Mammarella, comentaron que el rubro "seguridad" aparece presupuestado sólo en aquellos proyectos de investigación que pueden comportar riesgo ambiental.
"Tenemos un sistema de riesgo controlado, pero muy dependiente de lo humano por las limitaciones presupuestarias: pasa -por ejemplo- por la capacitación y la separación de sustancias incompatibles en los laboratorios. Pero no tenemos todos los sistemas automáticos que podríamos tener, como por ejemplo, detectores de humo y provisión de agua y espuma", aclararon.
Nada es como parece. "La leche es de lo más inofensivo, pero en el Inlain se usan reactivos tan riesgosos como en el Incape. Una de las actividades propias es el estudio microbiológico de las bacterias que están en la leche", aclaró Mammarella.
Mitigar el riesgo implica además una cuestión de volúmenes: "Una cosa es manipular cientos de litros y otra mililitros. En ninguno de los institutos se manejan grandes cantidades. Pero en una esquina tenés cuatro estaciones de servicio juntas, con un factor de riesgo mucho más alto de lo que podría suceder en el Incape", comentó Bernabeu.
La FIQ intentó, en los últimos años, aminorar los riesgos reduciendo la acumulación de productos. En los laboratorios de docencia (existen más de 100 cátedras), los estudiantes realizan actividades prácticas supervisadas desde el primer año, donde utilizan sustancias químicas: estos trabajos son elaborados por profesores y aprobados por el Consejo Directivo.
Desde hace cuatro años, la FRSF viene separando sus actividades: en el sector ubicado al norte de Lavaisse se concentran las actividades académicas; y en el sector sur, las actividades deportivas, culturales, jardín maternal, extensión universitaria, posgrado, educación a distancia y comercios (librería y cantina).
"Lo hacemos de a poco, de acuerdo con los fondos que nos llegan", explicó el Ing. Carrera. En el extremo norte, se ubica la mayoría de los laboratorios y la planta piloto, aunque próximos a las aulas.
En la UTN son siete los centros de investigación que certificaron sus cualidades técnicas y de procedimientos ante el Organismo Argentino de Acreditación (OAA).
Existe además otra oferta que se concentra en grupos de investigación. "La mayoría se dedica a trabajos con un alto componente intelectual, que luego son volcados al ámbito empresarial. El laboratorio de alta tensión es uno de los últimos creados, ubicado en el sector más alejado", informó el Ing. Julio Doyharzabal, secretario de Ciencia y Tecnología de la FRSF.
En la FRSF no se manipulan productos químicos ni combustibles. De todos los laboratorios, los eléctricos son los que podrían comportar un mayor riesgo. "Creo que no es posible pensar que en esta facultad se produzca un accidente de destrucción masiva, por el tipo de investigaciones que desarrollamos", aclaró Doyharzabal.
En la Universidad Católica de Santa Fe (UCSF) funciona un solo laboratorio en la Facultad de Ingeniería en Geoecología. "Las sustancias químicas que se utilizan no son peligrosas. Dicho laboratorio cuenta con todos los elementos de seguridad para profesores y alumnos", informaron desde la casa.
Allí ha sido implementado un plan de emergencia, donde los docentes se hacen cargo de la prevención de accidentes y modalidad de trabajo dentro del mismo, utilizando todos los elementos de seguridad: guardapolvo, guantes, calzado cerrado, antiparras, etc. Además existen extintores, lavaojos y salidas de emergencias.
El Dr. Mario Chiovetta, director interino del Centro Científico Tecnológico Conicet Santa Fe (CCT) explicó que en las seis unidades ejecutoras (antes institutos) y la nueva unidad territorial (ex Ceride) que forman parte del CCT -con excepción del Imal-, hay laboratorios donde se realizan trabajos experimentales.
"En laboratorios donde se trabaja en la resolución de problemas químicos, sin ninguna duda, todos, tienen nivel de riesgo -advirtió Chiovetta-. Si el nivel de riesgo está dentro de los parámetros establecidos, es tan controlable como salir a caminar por la calle".
El director del CCT explicó que existe el riesgo intrínseco, es decir, "propio, perteneciente e inevitable al ensayo que se está haciendo".
En todos los casos, existirá un protocolo (procedimiento conocido y registrado) en función del cual se considerarán dos aspectos centrales en un esquema de seguridad: "Primero, se supone que la persona que está realizando el ensayo es un profesional que sabe lo que hace; el segundo elemento es el protocolo, no sólo porque sistematiza lo que hay que hacer sino que además permite que los demás lo conozcan", aclaró el titular del CCT.
Para el Dr. Chiovetta, prevenir significa que el riesgo intrínseco está minimizado, vale decir, que existe un protocolo probado, y que la tarea está a cargo de la persona adecuada.
El segundo gran aspecto de la problemática es el asociado al manejo de insumos y productos. En este sentido, la palabra clave para Chiovetta es acumulación: "Los ensayos pueden ser localmente riesgosos, o sea, quedar circunscriptos al lugar de trabajo. Salvo cuando tenemos fuera de escala la cantidad de sustancias que se van a usar o los productos resultantes del ensayo".
Finalmente, reflexionó: "La teoría puede parecer la adecuada y aplicable. Lo cierto es que tienen que suceder cosas como las de Córdoba para que retomemos la conciencia del riesgo".
Paro y asamblea.
Hoy se cumplía la jornada de paro nacional de la docencia universitaria, en repudio a la explosión de la Facultad de Ingeniería Química de Río Cuarto. Esta mañana, los docentes se convocaron en el Octógono de la FIQ para debatir las condiciones de seguridad de las distintas dependencias de la UNL.