Los alemanes despiden el año viejo brindando en honor a San Silvestre, y reciben el año nuevo con petardos y fuegos artificiales que pretenden ahuyentar a los malos espíritus.
Cuenta la tradición que es costumbre dejar en el plato, hasta después de la medianoche, algunos restos de lo que se haya cenado, como una forma de asegurarse una despensa bien surtida durante el año siguiente.
Los austríacos despiden el año lanzando fuegos artificiales, bebiendo champán, tirando confetti o serpentinas, repartiendo besos... En definitiva, suelen hacer lo mismo que la mayoría de los humanos en Nochevieja. Si algo les hace diferentes, especialmente a los vieneses, son el típico Vals de Año Nuevo y el Concierto de Strauss que la Filarmónica de Viena ofrece puntualmente cada 1 de enero.
Romper la vajilla no debe de estar mal visto en Dinamarca, por lo menos el día de Año Nuevo... Los daneses suelen aprovechar esa fecha para demostrar a sus seres queridos cuánto les aprecian. Y lo hacen lanzando ante sus casas los platos viejos que han ido acumulando durante el año.
El número de buenos amigos que uno tenga será proporcional al montón de platos rotos que encuentre en su puerta.
El año nuevo o Hogmanay se celebra de forma peculiar en algunas poblaciones escocesas: los lugareños prenden fuego a un barril y lo hacen rodar por las calles envuelto en llamas; dicen que con ello permiten la entrada del año.
En Escocia existe también una tradición llamada "first footing", según la cual la primera persona que entre en una casa el primer día del año determina la suerte de la familia durante los meses siguientes. Para tener fortuna debe ser un hombre moreno, y mucho mejor si es guapo.
No importa dónde o con quién te encuentre la Nochevieja. Para los españoles, lo que más cuenta es lograr zamparse doce uvas al ritmo de las doce campanadas que indican la llegada del nuevo año. Y es que la tradición asegura que quien complete la operación sin atragantarse tendrá suerte en los doce meses siguientes. Lo mismo creen los portugueses... Como acompañamiento, una copita de cava para brindar por el Año Nuevo y ayudar a pasar mejor las uvas.
En Nochevieja, infinidad de parisinos salen a la calle para despedir el año. El lugar de concentración por excelencia son los Campos Elíseos: desde el Arco de Triunfo a la plaza de la Concordia, la famosa avenida queda atestada de gente dispuesta a recibir el 1 de enero con una buena botella de champagne. Los que se quedan en casa lo tienen más fácil para seguir la tradición: a medianoche hay que besarse y abrazarse bajo una rama de muérdago para conseguir buena fortuna en el año que llega.
Pasar la Nochevieja en Londres presenta varias opciones: unos se concentran para despedir el año en Trafalgar Square o Picadilly Circus; otros prefieren acudir ante el Big Ben para entrar en el nuevo año al ritmo de sus campanadas.
A medianoche, la gente entrelaza sus brazos y todos a una entonan una antigua canción llamada "Auld Lang Syne". Al día siguiente, muchos niños se levantan pronto y se lanzan a las calles para deleitar a los vecinos con sus canciones a cambio de monedas o caramelos.
Los italianos inician la "notte di Capodanno" con una tradicional cena en la que las lentejas son plato imprescindible si se quiere tener un año nuevo repleto de buena fortuna. Esa noche, muchas mujeres reciben como regalo lencería roja, que supuestamente les traerá suerte en el año que llega. Y en algunos lugares, como Roma y Nápoles, es costumbre también lanzar trastos viejos por la ventana: es una forma de terminar con el pasado y expresar el deseo de empezar una nueva etapa con buen pie.
Para los niños rusos, el Año Nuevo viene a ser como la Navidad para la mayoría de los niños europeos. Y es que ese día pasa por sus casas el Abuelo del Hielo, una especie de Papá Noel autóctono que recorre el país repartiendo dulces, juguetes y muñecas matriuskas. Para conseguir estos regalos, los niños suelen bailar alrededor del árbol navideño y recitarle poemas.
Nada de 12 campanadas. Hasta 108 veces tañen las campanas de los templos japoneses para conmemorar la llegada del nuevo año. Se trata de una tradición cuyo objetivo es liberar del mal el período que empieza: cada campanada hace referencia a un deseo terrenal que hay que mantener alejado. Las casas se decoran con hojas perennes y bambú, símbolos de vida eterna y honestidad. Dicen también que los japoneses empiezan el año riendo porque creen que eso trae buena suerte.
Los vietnamitas preparan a conciencia la llegada del nuevo año: limpian su casa de arriba abajo, sacan brillo a la cubertería de plata y saldan todas sus deudas. El último día suelen plantar un bambú o un árbol similar en el patio de su casa y lo decoran con campanas, flores y serpentinas rojas para protegerse de los malos espíritus. También están muy atentos a quién es la primera persona que entra en su hogar el primer día del año, ya que traerá suerte y riqueza a la familia en los meses siguientes.
A los australianos les gusta recibir el año con ruido. Cuando el reloj marca la medianoche, por doquier empiezan a oirse silbidos, claxons de coche, palmadas y campanas de iglesia.
El 1 de enero, día festivo para ellos, suelen celebrarlo en el campo o en la playa con picnics, rodeos y competiciones de surf. Y es que la Navidad les pilla en plena época veraniega.
En El Cairo conservan una antigua costumbre, según la cual el año empieza cuando aparece en el cielo la nueva luna creciente. Muchos cairotas acuden a observar la noche desde la mezquita de Alabastro, en lo alto de la ciudadela que domina la ciudad. Cuando sale la luna y el líder religioso proclama oficialmente el cambio de año, la gente acude a sus casas a celebrarlo con sus familias. En Año Nuevo todos llevan vestidos especiales; incluso las mujeres, que suelen vestir de negro, pueden llevar colores vistosos ese día.
Los sudafricanos hacen sonar las campanas de las iglesias y disparan salvas al cielo para saludar la llegada del nuevo año. En algunas partes del país, esta fiesta se celebra con aires de carnaval: la gente se disfraza y sale a la calle dispuesta a divertirse y bailar al ritmo de los tambores.
El Año Nuevo brasileño guarda una estrecha relación con el mar. La gente acude a las playas a ver los fuegos artificiales; algunos visten de blanco o saltan por encima de siete olas porque creen que eso les dará suerte, y también lanzan flores al agua mientras piden un deseo. En Copacabana, las filhas do santo (sacerdotisas africanas) encienden velas y echan al mar barquitos cargados de regalos y flores. Que el mar se los lleve es un presagio de buena fortuna para el año que empieza.
El 31 de diciembre, los protagonistas en Colombia son los agüeros. O lo que es lo mismo, una serie de "recetas" populares destinadas a cargar las pilas con energía positiva para el año que empieza. Las hay para todos los gustos: recibir la medianoche de pie, por ejemplo, para tener suerte y salud; dar un portazo cuando suenan las doce para alejar de la casa a los malos espíritus; besar en primer lugar a una persona del sexo opuesto para obtener buena fortuna...
Si hay una Nochevieja típicamente norteamericana, ésa es la de Times Square en Nueva York. Por lo menos, és la más popular. Los neoyorquinos se concentran en esa céntrica plaza varias horas antes de la medianoche, aunque el momento cumbre de la fiesta llega con las doce campanadas. La bajada de la famosa bola de cristal desde lo alto de un emblemático edificio marca el comienzo de los fuegos artificiales, el confetti, los juegos de luces y los gritos de alegría.
Los mexicanos cantan, bailan y se divierten hasta altas horas de la madrugada para despedir el año. Como en todas partes. Claro que ellos combinan estas celebraciones con algunas tradiciones peculiares. Hay quien acostumbra a barrer la casa esa noche para que el nuevo año sólo traiga suerte "limpia". Otros aseguran que pasearse esa noche con una maleta favorecerá los viajes en los meses siguientes. Otros insisten en llevar ropa interior roja para hallar el amor...
Nochevieja es el momento perfecto para que los venezolanos estrechen lazos de amistad con quienes les rodean. Y nada mejor que la "hallaca", un plato especial que ellos mismos preparan, para demostrarlo: regalarla es una forma de desear buena suerte para el año que llega. También es costumbre escribir los deseos en una carta que, ya en enero, cada uno quema para asegurarse de que nadie más pueda leerla.
•China: Xin NiŽn Kuai Le
El Año Nuevo chino llega en febrero; la fecha exacta la marca el calendario lunar. Es la fiesta más popular del país, y también la más larga, ya que dura nueve días. El objetivo es obtener suerte, salud y felicidad para el nuevo año: antes de comenzar las celebraciones, la gente limpia sus casas a conciencia dispuesta a eliminar cualquier resto de mala suerte del año que termina. En las calles hay bailes de dragones e infinidad de fuegos artificiales y petardos para alejar a los malos espíritus.
•Corea: Seh Heh Bok Mani Bat Uh SeyoTradicionalmente, los coreanos celebran el Solnal, el primer día de la primera luna del nuevo año. Cuenta la leyenda que quien se quede dormido la última noche del año amanecerá con las cejas blancas al día siguiente; así que esa noche todos permanecen despiertos y encienden las luces en cada habitación.Al día siguiente se dedican a combatir los malos espíritus: limpian la casa a fondo y queman ramas de bambú porque creen que su ruido al crepitar les asusta. •India: Nav Varsh Ki SubhkamnaEl Diwali, o Festival de la Luz, indica el comienzo del nuevo año en la India. Tiene lugar entre octubre y noviembre y dura cinco días. Aunque cada región lo celebra a su manera, en todas partes la luz juega un papel esencial: infinidad de lamparitas de aceite decoran casas, templos y jardines, simbolizando la victoria del bien sobre el mal y mostrando el agradecimiento de la gente por todo lo bueno que hay en sus vidas. Los fuegos artificiales y los petardos también son habituales en esta celebración.El Año Nuevo judío se llama Rosh Hashanah. Varía de fechas cada año, pero suele tener lugar en septiembre u octubre. Ese día está prohibido trabajar. Los judíos acuden a la sinagoga a rezar, y después vuelven a casa para celebrar una comida especial. Es costumbre tocar el "shofar" (un cuerno de carnero) y comer manzanas untadas con miel para conseguir que el año que llega sea dulce.
El Año Nuevo tailandés se llama Songkran y dura tres días: del 13 al 15 de abril. La gente se lanza cubos de agua unos a otros con el deseo de atraer lluvias abundantes para el año siguiente. También se aprovecha para lavar bien todas las estatuas e imágenes de Buda. Otra costumbre para obtener buena suerte es liberar pájaros de sus jaulas o peces de sus peceras echándolos al río.
Los tibetanos pasan los dos últimos días del año que termina preparando la llegada del nuevo. Durante el Gutor (así se llama ese período) limpian las casas de cabo a rabo, encienden antorchas y hacen explotar petardos para mantener a los malos espíritus alejados del hogar. También acuden a los monasterios a llevar ofrendas a los monjes. Durante los dos primeros días del nuevo año (llamado Losar) comparten comidas y regalos con la familia, honran a sus dioses y visitan a sus amigos.