El Go es un juego chino, un arte milenario cuya existencia data desde hace, por lo menos, 4000 años. Con un origen tan remoto, ninguna de las teorías existentes acerca de su origen está probada. Lo cierto es que en Oriente es un juego "clásico", al punto de ser considerado una de las cuatro artes clásicas, junto a la pintura, la música y la caligrafía.
El ingeniero Fernando Aguilar vive en nuestra ciudad y practica este arte milenario desde que tiene 11 años, cuando aún residía en Buenos Aires. Es uno de los pocos occidentales que ha logrado acceder a las máximas instancias internacionales; todo un referente nacional en la materia, como jugador y como docente.
Reside a metros del Parque del Sur, junto a su familia. Se dedica, desde la ingeniería, al problema del hábitat social; y por internet, a enseñar Go.
El Go es un juego de estrategia, al estilo del ajedrez y las damas, pero sus reglas son más simples, por lo que adquiere mayor complejidad: "Esto hace que la posibilidad de combinaciones sea casi infinita", explicó Fernando Aguilar.
El tablero tiene 19 líneas horizontales y 19 verticales, con un total de 361 puntos. El juego trae una cantidad de piedras (los más tradicionales están hechos de piedras blancas y negras, tal como se las llama en Japón) que se colocan en las intersecciones de las líneas. El Go tiene suficientes piedras como para cubrir todos los puntos: 181 negras y 180 blancas.
"La partida arranca con el tablero vacío. La jugada consiste en colocar una piedra en un punto vacío: comienzan las negras, en una intersección cualquiera; a continuación juega el blanco, que tiene 360 puntos para elegir, y así siguen de forma alternada", detalló Aguilar.
La cantidad posible de combinaciones es 361 x 360 x 359 x 358, etc., y así sucesivamente por la cantidad de jugadas que dura una partida, que puede oscilar entre 250 y 300, aproximadamente.
El número de combinaciones (361 x 360 x 359 x 358, etc.) arroja una cifra que, se calcula, supera la cantidad de átomos del universo: "El número es absolutamente inmanejable, es decir: las partidas de Go son casi infinitas. Por este motivo es prácticamente imposible que se juegue dos veces un mismo juego", precisó.
El Go busca rodear las piedras del adversario o espacios vacíos en el tablero: etimológicamente el nombre significa "el juego del rodeo". Una vez que el adversario está rodeado, se captura la piedra y se la coloca aparte. La otra opción es rodear espacios vacíos, llamados "territorios".
Una partida amistosa puede durar una hora. En los torneos se juega por tiempo y pueden durar 3, 6 ó 16 horas; en las competencias más importantes de Japón se juegan a 8 horas por jugador.
A medida que avanza el tablero se va llenando de piedras, y los territorios empiezan a definirse: "Llega un momento donde queda bastante claro que un sector es del negro, otro del blanco, y ninguno de los dos puede intentar una invasión porque sería fácilmente refutada. De común acuerdo se decide el fin de la partida", explicó Aguilar.
El Go se define por puntos: cada punto de territorio rodeado es un punto, al igual que cada piedra capturada. El que logra reunir mayor cantidad gana.
En nuestro país, el Go empezó a desarrollarse en Buenos Aires, de la mano del ingeniero Hilario Fernández Long, rector de la UBA en la época la "noche de los bastones largos". En la década del '70, aprendió el Go de unos amigos y empezó a enseñarlo, mediante cursos que daba en el Centro Argentino de Ingenieros, de donde surge el grupo fundador de la Asociación Argentina de Go (www.go.org.ar).
"Hilario era mi tío -contó Fernando-. Nos enseñó a jugar Go a mi papá y a mi. Así empezamos: con un libro y jugando. Luego comenzamos a participar de los torneos que organizaba la Asociación. En esa época el juego tuvo un pequeño boom. La Asociación Argentina de Go contaba con 500 socios en Buenos Aires, pero después se redujo notablemente durante el proceso militar".
En década del 90 resurgió. Actualmente existe un centenar de jugadores que practican asiduamente el Go en nuestro país, incluso en Santa Fe.
En el Go existe un sistema similar al de las artes marciales, las categorías Kyu: desde 25 Kyu (alguien que recién empieza) hasta 1er. Kyu. Quien llega a esta instancia pasa a ser 1 DAN, equivalente al cinturón negro de las artes marciales. Y de aquí va subiendo en la escala.
Los jugadores amateur llegan hasta 7 u 8 DAN. Desde los 6 DAN amateur, un jugador puede hacer la carrera profesional, pasando a integrar el circuito regulado por las asociaciones Japonesa de Go o la de Kansai. Estas tienen ligas internas para aspirantes a profesionales. En ambos casos se reciben de 1 DAN profesional, equivalente a 7 DAN amateur. De allí se sube hasta 9 DAN, la categoría máxima de los profesionales.
Fernando Aguilar es 7 DAN amateur. "A los occidentales nos cuesta equipararlos con los orientales -dice-, y creo que esto tiene que ver con que ellos cuentan con un acervo cultural milenario que hace que jueguen naturalmente, mientras que nosotros lo tenemos que aprender trabajosamente".
Uno de los nombres metafóricos del Go es shudan, término japonés que se traduce como "conversación de mano". Para dar una idea de la profundidad y sutileza del Go, dos jugadores que no hablen el mismo idioma pueden entablar, sin embargo, una conversación jugando una partida sin articular una sola palabra. Ni siquiera es necesario hacerlo para convenir que la partida está finalizada: el Go termina por mutuo acuerdo.
Una leyenda china dice que el emperador Yao inventó el Go para instruir a su hijo Dan Zhu. Otra dice que fue el emperador Shun, quien viendo tan estúpido Shang Jun, inventó el Go para instruirlo. Como se desprende de estas leyendas, la educación está vinculada fuertemente al juego desde su origen.
En Oriente consideran que los atributos pedagógicos del Go contribuyen a mejorar el desarrollo mental de los niños e, incluso, los resultados académicos. Entre otras cosas, el Go facilita la identificación de lo que es "importante" y lo que no; ayuda a evaluar alternativas; a aplicar y recordar acciones y técnicas; a desarrollar la alternativa adecuada estratégica y tácticamente; a calcular el valor y el riesgo de cada alternativa; y a planificar a largo plazo.
En Japón, saber jugar al Go (a partir de cierto nivel) puntúa en las pruebas de acceso a las universidades, tanto públicas como privadas, de tal forma que a estos ingresantes se los admite directamente. Lo mismo sucede en Corea, donde existe un proyecto de establecer el Baduk como carrera universitaria en dos casas de altos estudios: la de Kyang Ki y la de Myon Ji (Seúl).
Las teorías sobre el origen
Go (o Igo) es el nombre japonés que se impuso en Occidente. En China se lo denomina Wei-ch'i (también escrito Wei Qi, Weiqi o Weiki) y en Corea, Baduk o Patuk. El Go se juega de manera profesional fundamentalmente en estos tres países, donde existen asociaciones y torneos profesionales, y en los últimos años también competencias internacionales.
Curiosamente, en Occidente no se supo de su existencia hasta la segunda mitad del siglo XX, difusión que se dio progresivamente en la década de 1950 en Europa.
Sin embargo, existen algunas crónicas de misioneros jesuitas que datan del siglo XVII, donde relataban la existencia de un juego, explicaban de qué se trataba, pero no entendían qué era lo que jugaban.
Varias son las teorías que explican el origen del Go. Pero la mayor parte de los escritos chinos citan que el sabio emperador Yao inventó el Wei-chi'i para instruir a su hijo Dan Zhu.
Otra hipótesis sostenida por algunos investigadores indican que el tablero y las piedras habrían sido utilizados inicialmente como instrumentos para una antigua forma de cálculo.
Otra teoría sostiene que pudo haber surgido entre 1134-771 aC., como un juego relacionado con el sistema de reparto de tierras para cultivo entre los agricultores, puesto que con este método denominado "sistema del pozo", la tierra se dividía en zonas cuadriculadas, a semejanza de un tablero de Go.
Otra sostiene que el Go surgió como derivación de algún método de adivinación practicado por reyes, chamanes o astrólogos de la cultura Chou, en la cuenca del río Wei, antiguo corazón de la China. Se cree que uno de estos métodos consistía en el reparto de las piedras blancas y negras en un tablero cuadrado, que representaba la Tierra.
En 1979 se jugó el primer campeonato amateur en Japón, que se disputa anualmente hasta hoy. "Yo participé de este torneo gracias a una invitación para dos argentinos. Lo organiza la Federación Internacional de Go, con el auspicio de empresas japonesas, y van 70 jugadores de todo el mundo. Ese año fuimos dos argentinos: yo, que tenía 19 años, y mi compañero, de 11, el más chico del torneo. El más viejo era un japonés de 80", recordó Fernando.
En Argentina se juegan torneos desde 1973 y son anuales. Hoy, los jugadores pueden participar vía internet. A nivel internacional, también se disputa el torneo organizado por la Organización Iberoamericana de Go, y otras dos competencias en Japón y Corea.
En Japón hay dos torneos con plazas para Sudamérica. La Copa Fujistu, donde participan profesionales de Japón, China, Corea, Taiwán, Norteamérica y Europa. "Yo participé en algunas ocasiones, lugar que disputamos generalmente con Brasil -explica Aguilar-. Pero profesionales sólo hay en Japón, China, Corea y Taiwán".
La Copa Toyota-Denso se realiza cada dos años y otorga una plaza para Centro y Sudamérica. "Participé en las tres ediciones (2002, 2004 y 2006). En la primera llegué a cuartos de final, en la segunda me tocó jugar con el número 1 del mundo y en el 2006 contra un 9 DAN de Taiwán. Perdí por 2 puntos y medio, o sea, hice un muy buen papel".
Fernando Aguilar participó del campeonato internacional amateur en 1979, 1980, 1982 y 2001. En 1982 obtuvo el 5to. lugar y en 2001, el 9no.
Hay algunos términos que hay que conocer acerca de este juego milenario: Wei-chi es el nombre chino del juego. Baduk, su denominación en Corea. Go o I-Go, su definición en Japón.
El tablero (laja) está compuesto por 19 líneas verticales y 19 horizontales, lo que hace un total de 361 puntos. Se juega con piedras blancas (conchillas de almejas pulidas) y negras (lajas negras pulidas).
textos de Lorena Menaker. fotos de Flavio Raina