Ariel Durán-Sergio Ferrer
Cuántas veces hemos escuchado, de boca de los mismísimos dirigentes vecinalistas por ejemplo, que el gran problema que se les presenta a la hora de la renovación de autoridades de las comisiones directivas, es el de la ausencia de candidatos interesados en darle continuidad a las tareas o emprendimientos encarados. Sin olvidar que, muchas veces, a esos mismos dirigentes se los ha "utilizado" como punteros políticos, yendo de tal modo en desmedro de la auténtica labor vecinalista y alejando con dicha actitud a quienes intentan trabajar barrialmente sin buscar una finalidad política.
Cuestiones como éstas, seguramente no han escapado al análisis de Marina Cimadamore y Luis Martínez -actual concejal por el socialismo-, santotomesinos ligados a la problemática social en general y a la búsqueda de soluciones para inconvenientes de dicha índole, inclusive con participación en la denominada Red de Instituciones, entidad de carácter comunitario con creciente actividad en nuestra ciudad.
Justamente, los citados elaboraron un trabajo -tras seguir en forma especial durante el año 2007 el tema-, basados en la que consideran que es una pregunta que constantemente se escucha en reuniones de distintos grupos: ¿Por qué cada vez menos gente colabora en instituciones intermedias? Es que para Cimadamore y Martínez, al planificarse actividades "inmediatamente se hace referencia a la escasa presencia del voluntariado, hecho que termina perjudicando el normal desenvolvimiento de las instituciones y su posibilidad de desarrollarse; pero, a su vez, la misma sociedad pide la intervención de ellas por falta de confianza o insuficiencia en las políticas del Estado".
"Ante este marco, por un lado la necesidad reclamada de que existan instituciones y por el otro la escasez de recursos humanos para llevar a cabo actividades, nos proponemos reflexionar algunas posibles respuestas e invitamos a pensar posibles soluciones", destacan después. "Las instituciones son lugares de referencia, de identificación, donde las personas buscan algo que las complete, porque en ellas encuentran a otros diferentes, pero que sin embargo comparten algún rasgo en común, algo que los une y los convierte en semejantes", señalan luego. "En las instituciones puedo decir soy yo; soy secretario, presidente, tesorero del club o de la cooperadora, del Centro de Estudiante, de la vecinal", añaden Cimadamore y Martínez.
"En las instituciones es posible el pensamiento y la discusión, la disidencia y el encuentro; la diferencia es la que promueve su enriquecimiento y transformación", acotan también, sin dejar de puntualizar que "pensamiento, discusión, disidencia, encuentro, diferencia, transformación, fueron palabras prohibidas y temidas por mucho tiempo, que aún hoy incomodan en algunos ámbitos, aunque sean utilizadas discursivamente porque quedan bien".
"Recordemos que en nuestro pasado reciente toda participación que significara procesos instituyentes, de cambio, de pensamiento conjunto y búsqueda de modificar la realidad fue ferozmente combatida; muchas personas decidieron cuidar de si mismas y por miedo, se aislaron, dejaron de participar; no hay vida institucional posible de esa manera", siguen explicando Marina y Luis.
Tal es así, agregan igualmente, que "algunas instituciones resistieron y otras siguieron en pie, pero paralizadas en su dinámica interior", sin olvidar que también hubo "algunas que debieron continuar en la clandestinidad y otras desaparecieron", en el marco del "arrasamiento institucional que fue una de las peores consecuencias del último gobierno de facto, visible aún".
"En la actualidad predomina el sálvese quien pueda; no hay lugar para el encuentro con semejantes, para el pensamiento crítico y para la construcción colectiva", completan sobre lo ya descripto, a la vez que resaltan que "el mandato actual es el disfrute pleno, inmediato e individual de los bienes materiales", puesto que "el tiempo de las personas, cada vez más escaso en calidad y cantidad, está destinado a no caerse del sistema; es decir, el sistema de consumo".
"En el sistema de consumo, ser es igual a tener y para tener más hay que trabajar más; por eso, no es casual que mientras los shoppings se expanden, las cooperadoras, los clubes de barrio, las vecinales, sobreviven a duras penas", aclaran Marina Cimadamore y Luis Martínez para contextualizar su ponencia. "Entonces, tampoco es casual que estemos cada vez más solos, temiendo la vejez y la muerte, desesperados por vivir el hoy, obligados a disfrutar, dejando solos a los que más necesitan de nosotros, los niños, los jóvenes, los ancianos", amplían la idea.
"Estamos dejando una herencia de personas que no pudieron expandirse y quedaron a merced de las drogas, el suicidio, la depresión, la explotación, la violencia familiar y la calle como casa. Es un precio muy alto el que estamos pagando y haremos pagar a los que vengan", sostienen a posteriori. "Vamos mal; no hay comunidad que sobreviva sin lazo social y éste se funda en el encuentro con otros, en el estímulo de las diferencias y -sobre todo- en el respeto por la ley. Para vivir con otros algo hay que resignar; hay que renunciar a algo, para construir un nosotros protector y proyector", remarcan después.
"Es en las instituciones donde esto es posible, donde se produce el encuentro, donde es posible pensar un futuro que nos trascienda", prosiguen. "Si nos decidiéramos a dejar nuestras propias marcas y a construir nuestra propia historia personal junto a los otros, a sentirnos parte de una comunidad, seguramente nos sentiríamos menos solos, menos temerosos y menos preocupados; dejarían de ser los shoppings los lugares donde satisfacer nuestra necesidad de ser; seríamos parte y alguien en las cooperadoras, los clubes de barrio, las vecinales donde encontremos con el otro nuestra identidad personal y comunitaria", finalizan.