"Santa Fe es una geografía dominada por los ríos", dice el decano de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas, Mario Schreider, antes de reseñar la evidencia con la obvia observación de que, "por un lado, está el Paraná y, por otro, el Salado". Y nada más se necesita para aceptar que "es un territorio susceptible de tener que compartir situaciones riesgosas con el fluir de los ríos", deduce.
Los santafesinos en general, mucho más después de los eventos de 2003 y 2007, aceptan la situación y ya incorporaron términos que antes parecían extraños y poco aplicables a su realidad, aunque las amenazantes masas de agua siempre estuvieron en el mismo lugar: gestión de riesgo, desarrollo sustentable, mitigación de emergencias, fenómenos de origen hidrometeorológico, entre otros. Y quienes pretendían conducir sus destinos debían incorporar la nueva semantización en los discursos de campaña y programas de gobierno.
Tal vez el de vulnerabilidad sea el que más resuena en la geografía que espera recibir para marzo y abril lluvias "localmente intensas". La pregunta, entonces, es: ¿por qué Santa Fe es una ciudad vulnerable? Y la respuesta de Schreider es concisa: "Porque en un determinado momento ha tenido un desequilibrio entre el sistema social y el sistema estructural".
Esto significa que todo lo que hagan los habitantes sobre el espacio urbano que habitan tiene impactos más fuertes sobre la actuación del sistema natural. O sea: "El nivel de injerencia del sistema social es cada vez mayor". Por eso, a pesar de que los niveles de crecida del Salado a principios del siglo XX fueron similares a los de 2003, la última "tuvo un impacto mayor sobre la población", mientras que en la primera hubo "muy pocos afectados".
El ingeniero Schreider, que comanda los destinos de la institución académica, trata de "desarrollar conocimientos técnicos que después sean apropiados por la sociedad" y aclara que "pensar que el problema de las inundaciones es un problema de las ingenierías es un error gravísimo".
Lo que hace falta -dice- es una gestión integral de recursos hídricos donde el conocimiento técnico tenga en cuenta tanto el sistema natural como el social. Es que "el problema de inundaciones es un problema de todos". Y enseguida diferencia los "roles y responsabilidades" del Estado y sociedad civil, pero sostiene que "no es una situación que se pueda resolver desde un solo sector".
Schreider piensa que hay dos esquemas para trabajar: el de las medidas estructurales y el de las medidas no estructurales. Lo que implica "poder establecer las medidas de acción que sean operativas" y garantizar que, cuando las circunstancias se presenten, "la población esté preparada para llevarlas a cabo". Aquí, agrega, no hay prioridades ni niveles de importancia. Las dos son "absolutamente necesarias" y se necesita "un cronograma que permita que ambas cosas se vayan desarrollando armónicamente".
La Municipalidad admite y asimila que una gestión de riesgo exitosa supera ampliamente sus posibilidades. Por eso, ya se puso a trabajar junto con el Ministerio de Aguas, Servicios Públicos y Medio Ambiente de la provincia, en diferentes acciones para reducir la vulnerabilidad.
La adecuación del sistema existente de drenaje urbano y los operativos de limpieza, son algunas de ellas. La compra de motobombas, desobstructores y la realización de compuertas para descarga por gravedad de las estaciones de bombeo 1 a 4, son otras que destacan desde la dependencia provincial a cargo de Antonio Ciancio.
Sin embargo, desde ambos estamentos estatales aclararon que todo esto sirve para "mitigar" y prevenir el impacto de posibles eventos, pero que de ninguna manera impide riesgos. Es decir, se eleva el umbral de protección de una ciudad que, al decir del Ministerio, padece el "grave problema de las inundaciones debido a su particular ubicación geográfica, rodeada de ríos y en una zona muy baja".
Por ello, el municipio también aborda la prevención mediante la organización de talleres barriales participativos que permitan a la comunidad "identificar sus factores particulares de riesgo, enriquecer su percepción y realizar actividades conjuntas para protagonizar el cambio que la ciudad necesita".
A su vez, aseguran que trabajan en la definición de protocolos de actuación según diferentes escenarios de riesgo para "dar una respuesta más eficaz ante eventuales emergencias, así como para optimizar la articulación con otros organismos que colaboren".
"La Argentina es una de las regiones del mundo que ha presentado mayores variaciones climáticas en el siglo XX. En el núcleo productivo de la Pampa Húmeda, el incremento de las precipitaciones durante los 60 y 70 fue superior en un 30 % a los valores observados durante la década del 50." (Documento de la Secretaría de Medio Ambiente de la Nación).
"La ciudad de Santa Fe siempre será vulnerable ante crecidas extraordinarias de los ríos Salado y Paraná, como así también en el hipotético caso de una ocurrencia conjunta de crecidas en ambos ríos, con simultáneas precipitaciones intensas." (Documento del Ministerio de Aguas, Servicios Públicos y Medio Ambiente de la provincia).
"La gestión del riesgo como estrategia global para reducir vulnerabilidades en la ciudad atraviesa a todas las dependencias municipales así como a toda la sociedad, es decir, a las instituciones y organizaciones, los vecinos, las empresas, los organismos públicos." (Documento Municipalidad de Santa Fe).
Sol Lauría