Opinión: OPIN-06
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"Persas"

"Persas" trata no un tema mitológico sino histórico, cuyo centro es la batalla de Salamina, en la que ha participado Esquilo, el propio autor de la obra. Esquilo elige como punto de vista la de los enemigos, los vencidos persas, quizás para lograr un mayor efecto al relatar la impresión que provoca en ellos el patriotismo y valor de los griegos.

La acción comienza en la capital del imperio persa, en la lujosa corte, donde la reina Atosa, viuda del rey Darío y madre de Jerjes, ha tenido desgraciados sueños premonitorios. Llegan noticias de que los griegos han vencido en Salamina, y el fantasma del rey Darío aparece lamentando la impericia diplomática de su hijo. Finalmente, aparece Jerjes llorando su derrota.

Pablo Cavallero, autor de una nueva encomiable versión de "Persas", editada por Losada, nos recuerda que la obra, representada en el 472 a.C., es la más antigua de las tragedias conservadas. En la introducción plantea: "Si hay culpa, ¿hay tragedia? La obra presenta una `caída digna' en el sentido que le da Lesky: los persas -y Jerjes en particular- caen, de una supuesta seguridad y felicidad dadas por su riqueza y poder, a una ruina y humillación que trastruecan su mundo ideal. Además, el personaje aludido a lo largo de la pieza pero que aparece sólo en su último sector, Jerjes, con unos harapos que en el campo visual contrastan con la opulencia de Atosa al comienzo, comete hybris, actúa cegado por áte y, tan sólo al final, es consciente de su desastre: no defiende sus valores aunque ello le cueste la vida, como una Antígona, pero acepta su culpa y su responsabilidad como Creonte, si bien cuando es ya tarde. Es aquí el espectro de Darío el que oficia como voz opositora, la que señala cómo se debería haber actuado, destacando así la libertad de los actos de Jerjes. A estos rasgos se suman la peripecia y el patetismo para hacer de Jerjes un personaje trágico y de `Persas' una tragedia".