Como si se tratara de una primera potencia del mundo en inclusión social, educativa y económica de los chicos y sus hogares, hasta no hace muy poco existió en el país una cultura evaluativa de la enseñanza argentina cuyos resultados se subían a una grilla o rankings que mostraban a las mejores escuelas y mejores jurisdicciones.
No es difícil imaginar que diez o más años atrás, en la recordada década del '90, figurasen en las primeras posiciones los distritos más aventajados económicamente o "ricos" como la Ciudad y las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Mendoza, entre otras. Y por supuesto, que a nadie sonrojaba que las postergadas Chaco, Formosa, Misiones y las del NOA (Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero) quedaran en los últimos puestos.
En una suerte de profecía autocumplida a nadie sublevaba que las provincias con menor presupuesto, docentes mal pagos, deficientes escuelas y mayores índices de repitencia y sobreedad en las aulas tuvieran los desempeños más bajos en las pruebas de evaluación de lengua y matemáticas.
Esas evaluaciones y rankings diseñados por el ministerio de Educación nacional durante la era menemista poco favor le hicieron a la enseñanza ya que ese instrumento prácticamente no tuvo objetivos "remediales" sino más bien de competencia -desigual desde ya- y demostraciones de fuerza.
Para un país que no tuvo cultura estadística como Argentina en materia de educación hasta a fines de los '80, la herramienta evaluadora fue una sorpresa, que al principio fue resistida y finalmente dejada de lado. Sin embargo, para los ex ministros de Educación como Juan Llach -defensor de la prueba internacional Pisa en ciencias, lengua y matemáticas- o Daniel Filmus, las pruebas proporcionan una valiosa información acerca de en qué situación se encuentran los chicos de los últimos niveles educativos.
Por estos días la idea evaluativa, que estaría retornando pero con fines pacifistas, fue reflotada por la encargada del área educativa de Unicef de Argentina Elena Duro, y por el propio ministro de Educación Juan Carlos Tedesco. Duro aludió a la necesidad de que directivos y docentes de escuelas primarias del país utilicen la autoevaluación junto a la colaboración de estudiantes y padres, para construir información que puedan compartir con los gobiernos.
La especialista sostiene la necesidad de "promover una cultura evaluativa democrática, centrada en la escuela y en sus actores, y realizar un aporte para cumplir con el derecho a una educación de calidad e inclusiva para todos y cada uno de los niños, niñas y adolescentes del país".
Entre los "ejercicios" de autoevaluación pide a cada una de las 40 mil escuelas del país (y a docentes, directivos, alumnos y familiares incluidos) que respondan entre otros puntos sobre su "misión"; que expliciten lo que entienden por "calidad educativa"; "datos y reflexiones para los próximos 5 años"; "valoración de la calidad de la enseñanza" y un "plan de acción" para mejorarla.
Tedesco, por su parte, días pasados adelantó que la cartera realizará examinaciones de aprendizaje y enseñanza en el país, pero aclaró que será una "herramienta para mejorar y no para castigar" a docentes y a alumnos. Además, dijo que introducirá en el sistema "la idea de generar mayores niveles de responsabilidad y compromiso por los resultados, desde las autoridades nacionales y provinciales hasta los alumnos" y remarcó en varias oportunidades la cuestión de la calidad del aprendizaje y la necesidad de las evaluaciones sobre lo que se enseña y lo que se asimila.
En ese sentido, manifestó su voluntad de "poner en el centro de la política educativa los temas de la calidad: ¿Qué enseñamos?, ¿cómo lo hacemos? y ¿quién enseña?". Y agregó: "sabemos que la calidad de la educación depende en gran medida de la calidad de los docentes y es por ello que los maestros ocupan un lugar prioritario en la agenda educativa".
Un tema complejo: examinar cómo está hoy el sistema, en el marco de nuevas leyes, mayor financiamiento de la enseñanza y mejoras salariales a los docentes. A veces estas variables no son en sí, sinónimos de acceso igualitario y equitativo a la educación y el mundo laboral para muchos chicos y jóvenes.
Basta sólo con observar las recientes estadísticas de Unicef que muestras que el 10% de los chicos no termina la escuela primaria y uno de cada 2 jóvenes tampoco finaliza el secundario.
Laura Hojman (DyN)