Cultura: CULT-01
TEATRO Y DEMOCRACIA EN LA MIRADA DE MAURICIO KARTUN
Una retrospectiva cruzada por el deber y el deseo
"Mi generación casi no tiene directores ni dramaturgos porque, o desaparecieron, o se fueron a Europa". Foto: LUIS CETRARO.

El dramaturgo brindó una conferencia en la que dio cuenta de su propio derrotero, y de cómo los diferentes momentos políticos marcaron su producción artística. Desde las primeras experiencias en los circuitos independientes, hasta la llegada a la calle Corrientes, es éste un relato de vida de casi 40 años.

La propuesta era brindar una conferencia sobre el teatro y la democracia, a la luz de los 25 años que en diciembre próximo se cumplen desde que finalizó la trágica dictadura militar iniciada en 1976. El dramaturgo y director Mauricio Kartun asumió el desafío el viernes pasado en el Foro Cultural de la Universidad Nacional del Litoral, y para ello apeló a su propio derrotero. Al hilo de los procesos políticos que el país atravesó en las últimas décadas, el autor de "La Madonnita" y "El niño argentino" narró el camino recorrido desde 1969 hasta la actualidad, en términos del devenir de su producción que ha sido, inevitablemente, interpelada por las distintas épocas.

"La democracia, como todos los valores, se constituye en el hecho dialéctico de la existencia de otra cosa. No podría hablar del teatro en democracia, sin pensar el teatro fuera de ella", indicó en el preámbulo de su charla. Por ello, el punto de inicio de la retrospectiva se ubicó en 1969. "En ese momento, predominaba el teatro independiente. Había una especie de rigor casi militante, era un teatro predominantemente progresista".

Como si sacara historias de un viejo baúl, Kartun revisó cada período acompañado de anécdotas. "Nuestro modelo en ese momento era Bertolt Brecht. No me hubiese animado a decirlo en 1969, pero ícómo me aburría Brecht en los escenarios del teatro independiente a fines de los "60! Me tenía que gustar. Con el paso de los años descubrí por qué. Porque Brecht estaba tamizado por un pensamiento ideológico cuadrado al que yo también adhería".

COMPROMETIDOS

Los "70 se asomaban, y los jóvenes de entonces creían que el teatro "tenía que ser un teatro político, comprometido con las ganas que todos teníamos de cambiar el mundo". En palabras de Kartun, "primaba el deber, había que hacerlo porque te lo mandaban".

En ese contexto, "no aparecía dentro del teatro argentino la presencia de una dramaturgia argentina que representara este pensamiento". Pero sucedió que 1969, se realizó en Buenos Aires una exposición artística, en la que este autor pudo ver un espectáculo brasileño dirigido por Augusto Boal. Se llamaba "Arena conta Zumbi". "Se me voló la peluca. Ese era el modelo de teatro político. Descubrí que había deseo más allá del deber. El teatro no era sólo lo que se debía hacer, era también lo que se podía y se deseaba".

Frente a ese hecho revelador, "armé un grupo de teatro, y me puse a escribir y a dirigir -relató-. La obra nunca se terminó. Era una mirada paródica de la Semana Trágica de 1919".

El arribo del mismo Boal a Buenos Aires en 1972 promovió que Kartun participe de sus clases de actuación, y entonces lo que surgió fue "teatro calle, teatro tren, teatro cola". Aquello consistía en improvisar escenas dentro de un vagón. "Espacios públicos que eran sorprendidos por una actuación que no sabían si era cierta o no. Y la gente opinaba, y sacábamos conclusiones acerca de por qué Argentina estaba como estaba". Era aquella "una dramaturgia de urgencia".

DEL SÓTANO A LA CALLE

En el verano de 1973, a meses de las elecciones que ganaría Héctor Cámpora, "la realidad estaba en la calle, y hacíamos una obra en un sótano en la que cantábamos y decíamos "atento pueblo, ustedes están vivos'. Tenía la sensación de "estoy haciendo el teatro que hay que hacer'. Sin embargo, no iba nadie".

Con Cámpora frente al gobierno, "comienzo a militar en una agrupación de izquierda peronista que se llamaba La Podestá". En esta etapa, "el teatro estaba en las villas y en los barrios. Armamos un espectáculo que se llamaba "Cancionero de la liberación', junto a Marilina Ross, Piero, Leonor Benedetto. Con el grupo "Cumpa' armamos un espectáculo que se llamaba "Civilización o barbarie' y recorrimos la provincia de Buenos Aires. Hacíamos el teatro que queríamos, nos pagaban y además la gente pensaba igual que nosotros. Era una especie de utopía. Pero había algo que tampoco funcionaba".

Hacia la llegada de Juan e Isabel Perón al poder, Kartun es convocado por Pino Solanas para trabajar en su película "Los hijos de Fierro", y además era parte de "una cátedra cuyo titular era Horacio González -actual director de la Biblioteca Nacional-. Mil doscientos alumnos en el Aula Magna de Medicina. Había algo desmedido y apasionado. Era una sensación equívoca de que te podían pagar para hacer el teatro que considerábamos revolucionario".

NO SE PUEDE, PERO...

Ante el advenimiento del fatídico golpe del 24 de marzo de 1976, "todo eso desapareció". "No contaré los desvelos económicos. Me puse a trabajar como actor, haciendo bolos en docenas de películas horrorosas -entre otros, con Carlitos Balá, Andrea del Boca, Marrone y Palito Ortega-.

"Y en teatro, ¿qué podíamos hacer en ese momento? Mi generación es una generación que casi no tiene directores ni dramaturgos porque, o desaparecieron, o se fueron a Europa. Si no se entiende esto, es muy difícil entender el teatro en democracia. La sensación es no se puede hacer teatro".

Otro hecho trascendente para este creador y su obra se produjo cuando, por entonces, comenzó a estudiar dramaturgia con Ricardo Monti, quien le planteó "¿por qué tenés que pensar en el compromiso político?, ¿por qué no podés pensar que podés hablar de otras realidades?".

"Solté mi imaginario", sostuvo Kartun al contar que en 1979 escribió una obra que hasta el día de hoy "no ha bajado de cartel". Se trató de "Chau Misterix", estrenada en 1980. "Fue revelador, y sentí que ahora sí puedo fundir las dos cosas".

CLIMA DE FIESTA

La última etapa de la dictadura fue el marco de un movimiento histórico en la cultura contemporánea argentina. Hacia 1982, Teatro Abierto reunió a todos los artistas que estaban "desperdigados". "Era el lugar donde todos teníamos el compromiso de estar. Pero después de haber pasado hambre, frío y soledad, me había puesto a laburar vendiendo electrodos de soldadura eléctrica. No tenía ganas del concurso de Teatro Abierto. Pero mi mujer me dijo: "creo que lo que estás haciendo va a ser la excusa perfecta para que a fin de año vayas a ver todas las obras del ciclo y digas todos esos pelotudos escriben peor que yo'. Y esa noche agarré un pequeño ejercicio escrito, y lo transformé en "La casita de los viejos' -una de las piezas más representativas de la obra kartuniana-. Lo que se venía me obligaba a pensar mi propio destino profesional".

Bajo la dirección del reconocido Agustín Alezzo, la "obra tuvo una crítica y una repercusión como no había tenido nunca mi creación. Y decidí poner toda la energía de mi vida a la escritura y a dar clases de dramaturgia".

AéN EN DEMOCRACIA, EL MISMO DILEMA

1983: fecha clave para este periplo del autor y del país. "Ese año tuve que escribir una obra para el teatro en democracia. Sentí "otra vez estoy escribiendo para lo que alguien me pide, otra vez el deber por sobre el deseo, ¿no me estaré confundiendo?". Así surgió "Cumbia morena cumbia", que es "lo peor que yo escribí", declaró sin librarse de su personal humor.

En la mirada de Kartun, a Teatro Abierto "lo unieron, por un lado, la lucha contra la dictadura, y por otro, la actividad sexual. Había una especie de canto a la vida, de celebración. Se había transformado en una fiesta". Con la vida democrática, "uno de los factores desapareció. No había más contra quién luchar. Toda la lucha de radicales, peronistas, comunistas... Cuando aparece Alfonsín, cada uno tira para su lado. ¿Qué teatro se hace en esta instancia de democracia? Era complicado, había acusaciones cruzadas, peleas internas, poco debate y recelos. Todo se desmoronó y ese fervor que parecía eterno, se derrumbó".

El paso siguiente de esta travesía se ubica en 1987. "Impulsado por el resentimiento, escribo "Pericones' -representada en el mismo Foro de la UNL-. La escribí para hacerla en un galpón. Y la sensación era "si Teatro Abierto se transformó en un lugar de peleas, tengo que volver a hacer teatro que salga de los espacios convencionales'. Además, el protagonista era "un cacique indígena que se llamaba Sorete, traicionado por la derecha, la izquierda. Y hay una indiecita de doce años a la que prostituyen alegremente".

Kartun recibe la propuesta de realizar la obra en el Teatro San Martín. "Y... es la seducción de las alfombras coloradas. La democracia permite hacer una obra absolutamente irreverente en un teatro oficial. Cuando la estrené ahí, me di cuenta de que no era el espacio, pero sirvió para que digan "ahí hay un autor de gran aliento que puede crear materiales complejos'".

Una nueva propuesta del mismo teatro sobrevino un año después: adaptar "Los días de la Comuna", de Brecht. "Una vez más, deber o desear".

COMO DIRECTOR

En el último tramo de la década del "80, Kartun viajaba a Gualeguychú para dar clases, y en el micro comenzó a escribir "El partener". Esa vez el deseo se impuso al deber y renunció a la propuesta del San Martín. Encaró la nueva obra. "¿Y quién la va a hacer?".

Tiempo atrás, había conocido a los integrantes del grupo santafesino Llanura: Rafael Bruza, Jorge Ricci y Yiyo Novara. "Me vine a Santa Fe, hablé con ellos y les dije "tengo una obra y quiero que la hagan ustedes y estrenarla acá. No quiero hacerla en Buenos Aires porque allá hay algo que es a contrapelo de mi propio pensamiento'. La leyeron y dijeron que no".

De regreso a Buenos, Aires, la obra fue interpretada por Lito Cruz en la calle Corrientes. "Fue un fracaso horroroso". "En ese momento nos estábamos convencionalizando".

Aparecerían nuevamente Ricci y Bruza, quienes le acercaron una obra escrita por ellos que no tenía director. Se llamaba "El clásico binomio". "Ustedes que no son autores han escrito una obra, en la que ustedes que son directores van a actuar, y yo que soy autor voy a dirigir. Dialéctica pura", les dijo. La experiencia tuvo su éxito y se concretó con una gira por México y Venezuela. "Ahí tuve la sensación de "esto también es teatro en democracia"'.

A QUIÉN HABLARLE

Durante el subsiguiente período menemista, "en mis clases empiezan a aparecer jóvenes dramaturgos: Rafael Spregelburd, Daniel Veronese, Patricia Zangaro. Veo en la obra de ellos algo muy raro y conmovedor. Era algo totalmente diferente a mi propio teatro. íQué suerte que aprendieron lo bueno, pero no lo malo!".

Más adaptaciones se suman a la obra de este autor, entre las que se cuenta una versión de "Sacco y Vanzetti". "Por primera vez, hago teatro en una sala comercial de Buenos Aires. Mil doscientas personas en la calle Corrientes. Desde el primer día, la sala se llena de gritos a favor de la justicia, del anarquismo, del pensamiento libertario, en contra de la justicia corrupta. Ese teatro de opinión empezaba a hablar de la corrupción".

Ante aquella experiencia, "entré en un estado de confusión muy grande. El menemismo estaba lavando las cabezas. En el 95 lo reeligen a Menem, y me pregunto "¿para quién estoy haciendo teatro?'. En la calle Corrientes lo votaron, en los barrios lo votaron...".

Aquellos mismos alumnos, "entran en una zona crítica del viejo teatro y de la vieja dramaturgia. Se crea el Carajají en el Rojas, con Spregelburd, Tantanian, Daulte. Hacen un teatro que me sorprende, y me siento más cerca de ellos que del teatro que yo había hecho".

DE ESPERANZAS TRUNCAS Y GIROS

En 1997, Kartun escribe "Desde la lona", "una visión desolada de Argentina. Estaba todo tan destruido como en otro momento lo había hecho la dictadura".

Un año más tarde se crea el Instituto Nacional del Teatro (INT). "Este elemento es importantísimo. Aparecen los subsidios: podés hacer teatro y alguien te da tres luquitas".

Paralelamente, en 1998, Kartun escribe "El niño argentino" -estrenada en 2006-, "en verso y para leer". Le sigue "La Madonnita" -significativa pieza del teatro contemporáneo que pasó por el Argentino de Teatro en 2004 realizado en el Municipal de nuestra ciudad-.

"Una nueva esperanza" llega en 1999 con el ingreso al gobierno de Fernando De la Rúa. "Dura... lo que agua entre los dedos". En 2001, "la esperanza vuelve a terminar". En 2002, "hago la dramaturgia de un espectáculo de humor "Perras'. Y empiezo a sentir "hay algo placentero en la actividad teatral que uno como dramaturgo siempre se la pierde, y empiezo a sentir que tenía que dirigir".

El deseo se hizo realidad con la puesta en escena durante una temporada de "La Madonnita". "Después de este giro enorme, de más de 30 años, la sensación es la del regreso a las fuentes. Algo se sintetiza. Dos años después me animo a dirigir "El niño argentino', una obra política, guaranga, irrepresentable".

TRÁGICO Y PARÓDICO

"Creo que todo lo que hice desde el 69 hasta ahora, encuentra la cumbre personal en haber dirigido esa obra. Los actores cantan, bailan, hacen política, hablan del desorden y a su vez se mueven con la solvencia, la belleza, la diversión y el humor de aquellos brasileños que en 1969 instalaron en mí la sensación de que había otro teatro posible. Tuvo que mediar inevitablemente un crecimiento personal", sintetizó el autor.

Finalizado el recorrido histórico, Kartun reflexionó de la mano de Carlos Marx, al recordar que "la historia se repite dos veces, una vez como tragedia y otra como parodia. Mi obra habla de tragedia y parodia. Hemos vivido la tragedia más horrorosa en la dictadura militar, y le ha sobrevenido el gobierno de Carlos Menem, que no era otra cosa que una parodia del mismo pensamiento".

"Eso deviene en una tragedia: el gobierno de De la Rúa, que rápidamente se convirtió en una parodia. En 2001, volvimos al drama".

A modo de síntesis, América Latina "está viviendo modelos populares y la experiencia dice que donde hay modelos populares hay algo dispuesto a destruirlo. Cuando hoy escucho que tenemos un gobierno soberbio y se advierte lo descalificador, tengo la sensación de que vuelve 2001. Los argentinos somos incorregibles, nada nos alcanza. Si no paramos, vamos de nuevo a la tragedia. Hagamos fuerza para que no se repita lo que sigue".

María L. Lelli



A QUIÉN HABLARLE

Durante el subsiguiente período menemista, "en mis clases empiezan a aparecer jóvenes dramaturgos: Rafael Spregelburd, Daniel Veronese, Patricia Zangaro. Veo en la obra de ellos algo muy raro y conmovedor. Era algo totalmente diferente a mi propio teatro. íQué suerte que aprendieron lo bueno, pero no lo malo!".

Más adaptaciones se suman a la obra de este autor, entre las que se cuenta una versión de "Sacco y Vanzetti". "Por primera vez, hago teatro en una sala comercial de Buenos Aires. Mil doscientas personas en la calle Corrientes. Desde el primer día, la sala se llena de gritos a favor de la justicia, del anarquismo, del pensamiento libertario, en contra de la justicia corrupta. Ese teatro de opinión empezaba a hablar de la corrupción".

Ante aquella experiencia, "entré en un estado de confusión muy grande. El menemismo estaba lavando las cabezas. En el 95 lo reeligen a Menem, y me pregunto "¿para quién estoy haciendo teatro?'. En la calle Corrientes lo votaron, en los barrios lo votaron...".

Aquellos mismos alumnos, "entran en una zona crítica del viejo teatro y de la vieja dramaturgia. Se crea el Carajají en el Rojas, con Spregelburd, Tantanian, Daulte. Hacen un teatro que me sorprende, y me siento más cerca de ellos que del teatro que yo había hecho".

DE ESPERANZAS TRUNCAS Y GIROS

En 1997, Kartun escribe "Desde la lona", "una visión desolada de Argentina. Estaba todo tan destruido como en otro momento lo había hecho la dictadura".

Un año más tarde se crea el Instituto Nacional del Teatro (INT). "Este elemento es importantísimo. Aparecen los subsidios: podés hacer teatro y alguien te da tres luquitas".

Paralelamente, en 1998, Kartun escribe "El niño argentino" -estrenada en 2006-, "en verso y para leer". Le sigue "La Madonnita" -significativa pieza del teatro contemporáneo que pasó por el Argentino de Teatro en 2004 realizado en el Municipal de nuestra ciudad-.

"Una nueva esperanza" llega en 1999 con el ingreso al gobierno de Fernando De la Rúa. "Dura... lo que agua entre los dedos". En 2001, "la esperanza vuelve a terminar". En 2002, "hago la dramaturgia de un espectáculo de humor "Perras'. Y empiezo a sentir "hay algo placentero en la actividad teatral que uno como dramaturgo siempre se la pierde, y empiezo a sentir que tenía que dirigir".

El deseo se hizo realidad con la puesta en escena durante una temporada de "La Madonnita". "Después de este giro enorme, de más de 30 años, la sensación es la del regreso a las fuentes. Algo se sintetiza. Dos años después me animo a dirigir "El niño argentino', una obra política, guaranga, irrepresentable".

TRÁGICO Y PARÓDICO

"Creo que todo lo que hice desde el 69 hasta ahora, encuentra la cumbre personal en haber dirigido esa obra. Los actores cantan, bailan, hacen política, hablan del desorden y a su vez se mueven con la solvencia, la belleza, la diversión y el humor de aquellos brasileños que en 1969 instalaron en mí la sensación de que había otro teatro posible. Tuvo que mediar inevitablemente un crecimiento personal", sintetizó el autor.

Finalizado el recorrido histórico, Kartun reflexionó de la mano de Carlos Marx, al recordar que "la historia se repite dos veces, una vez como tragedia y otra como parodia. Mi obra habla de tragedia y parodia. Hemos vivido la tragedia más horrorosa en la dictadura militar, y le ha sobrevenido el gobierno de Carlos Menem, que no era otra cosa que una parodia del mismo pensamiento".

"Eso deviene en una tragedia: el gobierno de De la Rúa, que rápidamente se convirtió en una parodia. En 2001, volvimos al drama".

A modo de síntesis, América Latina "está viviendo modelos populares y la experiencia dice que donde hay modelos populares hay algo dispuesto a destruirlo. Cuando hoy escucho que tenemos un gobierno soberbio y se advierte lo descalificador, tengo la sensación de que vuelve 2001. Los argentinos somos incorregibles, nada nos alcanza. Si no paramos, vamos de nuevo a la tragedia. Hagamos fuerza para que no se repita lo que sigue".

María L. Lelli