"Desde niña, en el taller de mi padre, mis juguetes eran los colores, pinceles y enormes hojas blancas que me inspiraban a manifestarme. Nací en un atelier; mi mundo está unido al arte desde que recuerdo, sólo que yo sentía internamente que el arte debía ser para mi la manifestación del espíritu, aquello que ya hicieron en la antigüedad los grandes maestros. Velázques, Leonardo, Miguel Ángel, Mozart, Bach, y tantos más, trajeron luz a la tierra para mostrarnos el camino, para elevarnos a través del arte, para iluminarnos. Y quizás en ese momento no nos dimos cuenta; el mundo se volcó al intelecto llenando su mente de información, separándonos del corazón, razonando para amar, no dejando al corazón manifestarse desde lo más profundo. La vibración de los colores se opacó, transformándose en los colores del asfalto, separando a la mente del corazón, analizando todos nuestros actos y perdiendo la espontaneidad y la luz".
"En mi búsqueda, conseguí comprender que a través del trabajo con el círculo podía lograr encontrarme con mi ser interior, con mi centro, retomando el camino perdido. Lo logré a través de meditación, la oración y, por sobre todo, sintiendo la energía de Cristo en mi corazón. Sentí que su luz habitaba en mi y en todos los seres humanos; entonces decidí volver a casa, a mi centro. El arte me llevó en un maravilloso arco iris descubriendo su tesoro escondido: la creatividad que vive en nosotros desde siempre. Allí comenzó mi cambio interior, logré sanar emociones, equilibrame y reconocerme como ser de luz. Decidí luego brindar esta maravillosa experiencia a la humanidad, trabajando con los niños de las escuelas más carenciadas de mi país. Sentí que el arte es un juego y que podría jugar con ellos con los colores y ayudarlos a conectarse espiritualmente, y me di cuenta de que, al lograrlo, todo puede cambiar, se puede ser digno".
"Mi padre tuvo mucho que ver en mi búsqueda, él siempre me habló de seguir al sol, ése que todas las tardes nos saluda en Casapueblo y en todos los lugares de nuestra querida tierra. Comprendí un día que ese sol, a quien él tanto buscó en sus viajes a las civilizaciones más remotas y perdidas del planeta, tenía que descubrirlo dentro de mi corazón. Esa búsqueda me hizo reconocer mi sombra y aceptarla, luego envolverla en luz, un trabajo interno que aún me lleva la vida. Ser hija de mi padre, Carlos Paez Vilaró, me confirma que todos venimos para un plan mayor y nacemos donde tenemos que nacer. Él, como hombre masculino, mostró a la humanidad un arte primitivo, desde las entrañas, desde las raíces de la tierra. Su hija Agó, yo misma, trabajo para iluminar mi corazón y poder trasmitir que hay algo maravilloso que nos guía y siempre está, y es el maestro interior que vive en nuestro ser".
"Mi infancia fue maravillosa, viví la oportunidad junto a mi padre y mis dos hermanos, de ayudar a montar Casapueblo, una escultura para vivir, sin líneas rectas, sin plomada y sin nivel, una casa con corazón. Hoy comprendo el por qué nací en la familia que nací, reconociéndome también como nieta de una maravillosa mujer argentina, rosarina, la mamá de mi mamá, que hoy me trae a su tierra para poder colaborar desde lo más profundo de mi sentimiento, manifestándolo a través de la técnica de los mandalas y con mis talleres llamados Sanarte que, a través del sonido, color y forma, nos permite conectarnos con nuestro ser verdadero que está en nuestro corazón".
"Desde niña trabajo en el atelier de mi padre, Carlos Páez Vilaró, y de él recibí las primeras enseñanzas", cuenta en su página web www.agopaez.com
"Realizo exposiciones en todo el mundo, trabajando en pintura mural, compartiendo mis experiencias con niños y jóvenes. Utilizo otras técnicas: cerámica, escultura, tallado en madera, fotografía, escritura, y aún continúo descubriendo diferentes formas para expresar mi potencial creativo.
"En mi búsqueda espiritual canalizo la forma de unir el arte con el espíritu, a través del trabajo con los mandalas. Doy cursos a maestras y niños de todo el país, a jóvenes y adultos en Uruguay, Argentina y Brasil, ayudando a equilibrar a las personas, enfocándolas a través de la técnica circular a concentrarse.
"Además, soy una caminante de la vida: he realizado varias veces el camino de Santiago de Compostela, el camino del Inca y he creado el camino al Interior del Uruguay a pie.
"El arte y los caminos me ayudan a cumplir con mi mayor deseo que es unir el cielo con la tierra".