Pola Suárez Urtubey es una de las más prestigiadas investigadoras y estudiosas de la música en el país. La animan un rigor y una disciplina firmemente ejercidas a lo largo de años de enseñanza, publicaciones, aportaciones académicas y contribuciones de diversa índole al plano historiográfico de la disciplina. Sus libros constituyen siempre aportes inexcusables, tanto como su columna semanal en La Nación resulta, para el lector, un espacio de enriquecimiento cultural.
La Biblioteca Nacional acaba de publicar en dos tomos de impecable presentación, las "Críticas de música", de Paul Groussac, y "Paradojas sobre música del mismo autor", con estudios preliminares y notas de Suárez Urtubey. Estas obras, implícitamente, constituyen un doble homenaje a quien fuera director de nuestra biblioteca, a la vez que exhuman y ponen en un plano de actualidad la un tanto olvidada labor de crítica musical del gran escritor argentino.
En la primera de las citadas ediciones, se reúnen los textos críticos firmados con seudónimo o simplemente inicialados, que Groussac escribió para Sud América en 1884; las valoraciones hechas para La Nación en 1886 y un posterior testimonio de 1919, en que Groussac analiza su experiencia en el matutino de Mitre.
Suárez Urtubey ubica, en su estudio preliminar, la polémica personalidad del autor, el ingenio vibrante, la ironía acerada, el juicio directo, punzante hasta herir sin piedad, el ataque sarcástico sobre la improvisación y la medianía. Perfila a un Groussac erudito, tanto como de una tremenda vanidad. De ahí que su estudio, una anticipación del cual fuera publicada por el Instituto de Investigación Musicológica Carlos Vega de la Facultad de Artes y Ciencias Musicales de la Universidad Católica Argentina, constituye un esclarecedor estudio. Groussac (1848-1929), que también fue crítico teatral, amó la música desde su niñez, en Toulouse, Francia.
Suárez Urtubey eslabona precisiones y posibilidades en torno a su formación, viaje a América, primeros pasos en la literatura y la crítica y otros sondeos de similar interés. El estudio es certero y pautado en los diversos caminos que recorre aquél, y no dejan de sorprender -como suele ocurrir en muchos de los protagonistas de la generación del 80- la erudición y el notable compromiso socio-político y cultural que cumplió en el país.
Periódicos y seudónimos, lecturas y amistades, viajes y encuentros, hacen de este testimonio introductorio una auténtica caracterización, no obstante tratarse de un hombre cuya diversidad de materias abordadas y el impresionante volumen de su producción, impiden que el análisis y la interpretación puedan ser realizados por un solo estudioso.
Groussac escribió sobre música en un lapso de 40 años. El primer trabajo se refiere a Beethoven y es de 1878. (Infructuosos fueron los esfuerzos de la musicóloga para obtener ese texto, en los archivos de La Razón, de Tucumán). Curiosamente, es también Beethoven quien clausura esta proficua etapa de Groussac, con una poesía en francés aparecida en La Nación, de Buenos Aires, en 1927, en el centenario de la muerte del músico.
Noventa artículos de crítica y un estudio de estética musical sobre Bizet, ligan su nombre a la musicografía argentina. A través de su labor, Groussac disparó dardos fulminantes contra músicos, libretistas de ópera, tenores, empresarios y críticos.Y en este campo de la actividad intelectual - como asimismo lo recalca la autora- el hombre habría de provocar un verdadero cataclismo que hasta censuró Carlos Pellegrini, entre tantos más.
El diario La Nación, en 1886, lo tuvo como colaborador, ya siendo director de la Biblioteca Nacional. (Cargo que ejercería, hasta su muerte, durante 44 años).Veintidós artículos de lírica y crítica teatral, van de Verdi a Donizetti, de Gounod a Puccini. En todos ellos, recalca Suárez Urtubey, sorprende su estilo tan duramente franco. Después de La Nación escribe en Le Courrier Francais, bajo el seudónimo Cándide o la letra X. Y si bien en las tres últimas décadas de su vida disminuye la asiduidad de sus colaboraciones sobre música, Le Courrier de La Plata y La Nación registran otros aportes puntuales.
En su afinada introducción, Pola Suárez entresaca y define conceptos sobre el juicio crítico, su oportunidad y parcialidad, más allá de la exégesis pura. Y ubica a Groussac en el criterio que, dejando de ser un oficio o una especialidad artesanal de segundo orden, la crítica se convierte en una actividad creadora, en un género literario capaz de tocar las más altas cumbres.Tres artículos publicados en La Nación sobre Lohengrin, de Wagner, contribuyen, ejemplificadoramente, a ubicar y definir tanto un estilo como una posición.
"Paradojas sobre música", de Paul Groussac en traducción del francés -también con notas y estudio preliminar de la nombrada investigadora- registra los textos producidos y publicados entre agosto de 1894 y noviembre de 1895 en Le Courrier Francais, fundado por él y Clodomire Hileret en 1894 (Journal du matin, politique, littéraire, & commercial).
Las fuentes documentales consultadas se encuentran en la Sala del Tesoro y Hemeroteca de la Biblioteca Nacional. Sobre las mismas, concluye la musicóloga: "Las charlas, paradojas y coherencias que vuelca Groussac , teñidas de emoción, sagacidad, humor, con un estilo crítico a veces equilibrado y otras hiriente y sarcástico pero en todos los casos rebosantes de erudición, dan forma a un capítulo literario tan exclusivo y enriquecedor para la musicografía del país, que valía la pena recuperarlas".