Teresa Pandolfo
"Debemos alimentar la expectativa, que ya tiene la sociedad, sobre las universidades como actor importante en la construcción de una ciudadanía más plena", dice la Lic. Carolina Scotto, rectora de la Universidad Nacional de Córdoba.
Scotto es la primera mujer que llega a ese cargo en la casa de estudios más antigua del país. Es licenciada en Filosofía, fue decana de dicha facultad y dedicó sus esfuerzos académicos a las cátedras de Filosofía del Lenguaje y Filosofía Contemporánea. También comenzó la carrera de Historia.
Joven, de ojos grisáceos y claros, madre de tres hijos -dos de ellos ya egresados de la UNC-, la rectora es cordobesa de nacimiento y se define a sí misma como un producto de la educación pública. Nieta de emigrantes, la suya es la primera generación de universitarios en la familia y durante el diálogo con El Litoral se referirá con palabras precisas a cómo las casas de estudio deben colaborar con aportes concretos en la resolución de los dilemas de nuestro tiempo.
Estuvo en Santa Fe con motivo de la jornada organizada por el Movimiento Nacional Reformista por los 90 años de la Reforma Universitaria. Al igual que Scotto, pensadores de todas las universidades nacionales del país se dieron cita en Ciencias Económicas para "reinventar la democracia", obviamente desde lo académico.
La rectora de la UNC disertó sobre "La educación en el marco de la crisis del Estado-Nación" y en orden a ese tema reflexiona con El Litoral que "la década de los "90 contribuyó a resquebrajar o al menos mostrar las debilidades de nuestras estructuras estatales y de su papel para el fortalecimiento de la Nación, que es la comunidad, los lazos sociales de quienes vivimos en este país. Hablo de las instituciones del Estado en la década de los 90", advierte. Las universidades públicas somos parte del Estado y todas hemos vivido lo que denominamos un embate neoliberal, que fue la defensa de la necesidad de retirar al Estado de un papel protagónico y de considerar a la educación, entre otras actividades, como un bien transable. De no promover políticas que articularan los objetivos de las universidades con los mayores de un país.
- ¿Considera que la universidad debe tener un discurso como aporte para problemas de la Argentina de hoy, como la fragilidad democrática, la precariedad laboral, la nueva pobreza, la marginalidad? -Estos y otros son temas cruciales, desafiantes, estratégicos para nuestro país. Las universidades debiéramos encararlos para hacer nuestro aporte específico con mucha más decisión, velocidad y más sentido de la oportunidad. Creo que lo estamos haciendo.
Algunos hechos lo favorecen como la decisión del Estado nacional de considerar a las universidades públicas como consultoras de privilegio para ciertos temas que tienen que ver con las políticas públicas.
Pero tenemos un considerable retraso en saber generar los instrumentos más apropiados. No es cuestión de lanzarnos a opinar o a decidir, cuando no tenemos las herramientas o no somos responsables principales o no tenemos los recursos para resolver los problemas. Y tampoco es un asunto, como en algunos casos se ha tomado, para que las universidades consigan los presupuestos que el Estado no aporta. No tenemos que dejarnos tentar por la oportunidad que, por estas nuevas vías de comunicación de la universidad con la sociedad, se nos ofrece a través de dineros que nos van a permitir hacer las cosas que siempre queremos hacer y no podemos.
La pobreza
- Si tuviera que definir, desde su especialidad, un tema grave para el país, que debe cambiarse, ¿cuál elegiría?
- La pobreza, y esto sin duda. En cualquier otra variable que usted analice, cultural, social, económica o política, el concepto de pobreza encierra el de la ruptura de los lazos sociales básicos que hacen de lo nuestro un proyecto social viable: un país.