Luciano Andreychuk
Ana María Caffaratti se reclina sobre su asiento con cierta dificultad, sonríe y comienza a hablar con una voz de anciana-niña tan frágil que parecería quebrarse en cada palabra. Pese a su avanzada edad y a problemas de salud que la aquejan desde hace tiempo, accedió con entusiasmo a la entrevista solicitada por El Litoral con motivo de una nueva conmemoración del Día del Maestro. Ella dedicó gran parte de su larga existencia a la docencia y a la formación pedagógica de maestros en el antiguo Instituto del Profesorado Äque en 1959 se transformó en Instituto del Profesorado Básico UNLÄ. Y hoy, a sus 94 años, vive para contar su experiencia con la emoción contenida y el orgullo de la obra lograda.
"Comencé trabajando en la Escuela Normal Nacional, en el '39. Debo admitir que soy docente por casualidad, pues en aquella época de mi juventud estaba indecisa sobre la carrera que quería seguir. Después de terminar mis estudios, descubrí en mí dos cosas: una profunda vocación por la educación y la necesidad de contribuir a la construcción de otro modelo de escuela".
En 1944 recibió una beca para estudiar Psicología en Estados Unidos. Ese año cursó en el Smith College de Massachusetts, y luego en la Universidad de Northampton, Minnesota. "Eran años muy difíciles, a mediados de la década del '40, y mi padre tenía problemas de salud. Afligida y sola en Norteamérica, después de un tiempo decidí volver a la Argentina. Aunque no pude terminar mis estudios allí, fue una experiencia personal muy enriquecedora", comentó.
Con su relato, Ana María iba reconstruyendo un enorme rompecabezas de sensaciones e imágenes de su pasado personal. En el rescate retrospectivo de toda esa experiencia vivida, se encontró de pronto con uno de sus recuerdos más importantes. "La época en la que trabajé en el Instituto del Profesorado Básico de la UNL ocupa un lugar muy especial en mi vida. Ya en 1955 se produjeron cambios en la universidad y yo perseveraba en mi anhelo de transformar el instituto. Así, conversando con otros profesores decidimos emprender ese cambio. Queríamos iniciar un nuevo tipo de formación para docentes estableciendo una currícula que permitiera una preparación pedagógica integral para alumnos de 12 a 16 años. Y, por otra parte, que el profesor tuviera tiempo para conocer a sus alumnos de un modo más cercano, no como pasa en la actualidad: hoy un docente trabaja con 40 alumnos o más, y los conoce a unos pocos por muy buenos y a otros pocos por muy malos", refirió. "Nuestra forma de entender la educación tenía un objetivo claro: que ese pacto pedagógico entre docentes y alumnos fuese más cercano y recíproco.
"Entre 1964 y 1967, fui directora titular del instituto. Por aquellos años comenzaron a crearse escuelas en toda la provincia. Había una decisión política de que la gente pudiera y deseara educarse, y un sistema que pretendía darle un sentido a la educación. Por aquel entonces había una cultura educativa distinta", explicó la ex docente. "El bagaje cultural de los maestros era más amplio y abarcativo".
"La preparación que reciben hoy los docentes, en comparación con aquel modelo de formación del profesorado, no es buena. Yo noto deficiencias en el clima donde se forma el docente. Por ejemplo, nuestros alumnos debían reunir un 75 % de asistencia en cada asignatura. Entonces cursaban a diario, estaban en contacto permanente con el docente, y la relación que había entre ellos era muy cercana. Las reuniones eran muy frecuentes, hasta en las charlas de café. El clima era muy amistoso. Me parece que hoy esto se está perdiendo en el proceso de enseñanza y aprendizaje".
Consultada sobre la pérdida de prestigio social que sufre la figura del docente en la actualidad, Ana María respondió: "El docente tenía antes una función y un reconocimiento social muy importantes, pero, lamentablemente, ese prestigio ha caído hoy en descrédito. La formación no es la mejor tampoco cuando hay poca relación entre los alumnos, y entre éstos y el docente. En mi época ÄcomparóÄ había un clima compartido, un ambiente propio; la escuela se construía a partir de las relaciones humanas que se establecían. Este vínculo pedagógico en la formación del profesorado básico se está perdiendo, ésa es mi impresión. Las condiciones laborales tampoco ayudan, los alumnos le perdieron el respeto a la autoridad del maestro. Hoy corren malos tiempos para la escuela; no obstante, aun a los 94 años, conservo la esperanza de que esta situación cambie", concluyó.
Ana María Caffaratti se recibió de profesora secundaria normal y especial en filosofía y pedagogía, título otorgado por el Instituto Nacional del Profesorado Secundario de Paraná, en 1937. Realizó estudios en psicología educacional y clínica en Massachusetts y Minnesota, Estados Unidos. Entre 1955 y 1964 ocupó el cargo de directora delegada en el Instituto del Profesorado, que en 1959 se transformó en Instituto del Profesorado Básico UNL. Entre 1964 y 1967 fue directora titular de dicho establecimiento educativo. Fue además asesora técnica del gabinete ministerial del Ministerio de Educación y Justicia de la Nación, en 1958.
Entre sus publicaciones se destacan: "La psicología de la adolescencia aplicada al conocimiento y comprensión del estudiante" (1949), y "Formación del profesor en el ciclo Básico" (Editorial Omeba, 1969). Fue designada a numerosas misiones especiales por el Ministerio de Educación de la provincia, como por ejemplo la preparación del proyecto del plan de estudios y organización de la Escuela Experimental para la formación de maestros de la provincia, en la Escuela "Alte. G. Brown". Realizó, asimismo, una gran cantidad de cursos y seminarios, y dictó conferencias en Santa Fe y otras provincias.
Reconocimiento
En el marco del 120º aniversario del fallecimiento de Domingo F. Sarmiento, la profesora Ana María Caffaratti recibía esta tarde el premio Premio Maestro 2008 (obra del artista Orlando Dreher) otorgado por la Asociación Civil "Instituto Sarmientino de Santa Fe" y Amsafe Delegación La Capital, en reconocimiento a su vasta trayectoria como docente. "Es un orgullo para mí recibir esta premiación", admitió Ana María, emocionada hasta las lágrimas.
La presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, y el ministro de Educación de la Nación, Juan Carlos Tedesco, premiaron este mediodía en la Casa de Gobierno a docentes de todo el país por su trabajo cotidiano en las aulas, en el marco del 120º aniversario del fallecimiento de Domingo Faustino Sarmiento.
Se distinguía a un docente por provincia con el premio "Maestro Ilustre 2008", en reconocimiento a su trayectoria, su desempeño frente a los alumnos y alumnas, y su compromiso con la escuela. Pero sugestivamente no aparecía en la lista ningún docente de Santa Fe, y tampoco de San Luis y Chubut.
Desde el área de Prensa del Ministerio de Educación de la Nación explicaron que son las carteras provinciales las encargadas de proponer a su candidato y aseguraron no haber recibido este año el nombre del docente elegido por Santa Fe.
Al hacer la consulta en el Ministerio de Educación local, la respuesta oficial fue que "todos los maestros son ilustres" y por ende no consideró "ni justo ni oportuno" pronunciarse por uno.