El Ministerio de Educación de Santa Fe anunció que derogará la llamada "promoción directa", que comenzó hace casi dos años, e impedía a los alumnos de la escuela primaria repetir el primer grado. Así, queda sin efecto la polémica medida que activó el "pase automático a segundo grado", dispuesto en 2006 por la cartera educativa con el razonamiento de que resultaba traumático para los niños pasar por la experiencia de no lograr superar el primer grado.
Aquella innovación (como seguramente lo hará la medida que ahora la da por terminada) despertó un interesante debate. Tomaron parte los docentes, los expertos en problemas pedagógicos y hasta Unicef fijó su posición en favor de la no repitencia.
Quienes defendieron aquellas medidas especiales, sostuvieron que los grados posteriores brindarían la oportunidad de que los alumnos con problemas los fueran superando. El ministerio diseñó un esquema de asistencia especial con docentes contratados como pasantes (lo que generó el rechazo gremial por tratarse de una innovación extraña al convenio de trabajo). El resultado fue que los chicos en problemas no recibieron el apoyo extra prometido: contaron con apenas 15 días más de clases que sus compañeritos de banco.
Entre tanto, los críticos de la promoción directa afirman que la escuela da un mensaje confuso a las familias, ya que con el primer grado resuelto desde el primer día de clases probablemente dediquen menos esfuerzos a los trabajos escolares en el hogar, y a seguir la evolución de los chicos en ese nivel.
Cabe además otra advertencia, de orden cultural. Puede resultar dañado el interés -muchas veces escaso- de los padres respecto del desarrollo educativo de los hijos. Peor aún, puede verse reforzado un contexto de pautas de conducta marcado por el asistencialismo o el subsidio (alimentario y económico) que involucra a amplios sectores empobrecidos y tiende a diluir las responsabilidades principales e indelegables de los padres sobre los menores.
A mediados de 2007 se conocieron las quejas públicas y ante el Estado que interpusieron contra la resolución ministerial las familias de dos alumnos (en Rosario y en Granadero Baigorria) que advirtieron que sus chicos "pasaban por decreto" sin estar en reales condiciones formativas y de maduración para afrontar el segundo grado. Temían que, puestos a cursar el segundo grado sin los conocimientos necesarios, sus hijos sufrieran un doble perjuicio.
Hubo datos estadísticos que sirvieron de apoyo a la reforma de fines de 2006: el año anterior habían repetido 4.700 alumnos el primer grado (del EGB) sobre una matrícula de 61.451 chicos, lo que se tradujo en un índice del 7,6 por ciento.
Es curioso: en teoría, ningún alumno santafesino debió repetir el primer grado escolar durante 2007. Sin embargo, hubo un 2% de repetidores, lo que demuestra que no todas las escuelas siguieron la resolución.
Hoy, la decisión opuesta también cuenta con cifras que la avalan. La cartera educativa actual asegura que falló la asistencia continua en el aprendizaje de los chicos y sólo se terminó por postergar el problema de la repitencia. El mismo 7% se ha corrido del primero al segundo grado.