Germán de los Santos
"Articulación" es la palabra más concreta, aunque algo técnica, para explicar la función de la Escuela Nº 513, de Rosario, que desde marzo pasado se convirtió en el primer secundario especial en la provincia, donde diariamente asisten 25 chicos con distintas discapacidades
Analía Gomítolo, la directora del establecimiento ubicado en una hermosa casona antigua del microcentro rosarino, se aferra a esa palabra porque, según explica, "es mucho más que integración". Y cuando la docente empieza a hacer el recorrido por la breve pero nutrida historia de la escuela, ese término recibe una carga pesada de sentido. "Se pone en palabras lo que la escuela común no puede hacer", advierte la docente, oriunda de Laguna Paiva.
La idea de crear una escuela secundaria especial se remonta una década atrás, cuando la ley federal extendió la obligatoriedad al 8º y 9º año. Los docentes que trabajaban en las escuelas especiales (de sordos, ciegos y de chicos en riesgo social) se agruparon en un proyecto común para dar una respuesta a la necesidad que imponía el nuevo sistema creado durante el menemismo. Pero esa reacción, que se gestó bajo el dominio de una coyuntura particular, se transformó casi una década después en un proyecto integral, que desembocó en la creación de la primera escuela secundaria especial.
"Ésta no es una escuela como la que uno tiene en el imaginario, con el timbre, el recreo, los alumnos y las maestras. Nosotros, cuando llega un chico con el 7º grado aprobado, nos ponemos a ver cómo se conforma el proyecto educativo para ese alumno. Se piensa de manera individual para articular los procesos de integración, ya que las necesidades son muy particulares", afirma Analía Gomítolo.
Según cuenta la directora, hay tres tipos de integración en la Escuela Nº 513. Una es la total, en la que los chicos van a la escuela común y en contraturno realizan talleres en la vieja casona de calle Paraguay. "Se hace un apuntalamiento del proceso", apunta la docente.
También realizan lo que denominan integración compartida. Se hace en materias puntuales que los chicos no pueden cursar en el secundario al que asisten diariamente, porque tienen muchas dificultades. Esas materias se estudian en la 513. "Por ejemplo, a los ciegos les cuesta muchísimo matemática. Entonces, esa materia directamente la hacen acá. Nosotros calificamos en forma compartida con la escuela común. A ese chico ciego le enseña matemática un profesor específico en la materia y uno especial para su discapacidad. Se articulan los saberes de ambos para que el alumno pueda completar ese aprendizaje", explica Gomítolo.
Reseña que hay otro grupo de alumnos, que es más reducido, que directamente está tiempo completo en la escuela especial y realiza en la escuela común "trayectos", como por ejemplo aprendizaje de oficios. "Una parte fundamental de nuestra tarea es trabajar en la escuela común con los maestros, que no están preparados (porque no es su función) para recibir a un alumno discapacitado", afirma.
La directora cuenta que en este centro educativo "el trabajo en equipo es fundamental. El docente de una materia no está nunca solo, siempre está acompañado por el profesor especializado en la discapacidad del alumno. Yo no le voy a decir a una profesora de matemática cómo enseñar fracciones, sino que lo vamos a hacer juntos, sin recortar los contenidos, pero de una forma diferente, con otros elementos para que el alumno lo pueda comprender".
Además, en la escuela se abordan otros temas, a los que se integran médicos y psicólogos, para tratar Äpuntualiza la directoraÄ cuestiones relacionadas con la propia discapacidad de los alumnos. "Cuentan qué les pasa con su discapacidad. Por ejemplo, qué les ocurre cuando van a bailar", señala, mientras ajusta los preparativos para la realización de una peña para juntar fondos para viajar con los chicos a San Martín de los Andes.
Gomítolo admite que hay algunos chicos que no pueden terminar el secundario, porque tienen muchas dificultades. "Darles el título sería una estafa social. Lo que hacemos, después de charlar con los padres y con ellos (que son los primeros que se dan cuenta de la situación) es acordar que después del ciclo básico a ese alumno se le acreditan los denominados trayectos, sobre todo en lo relacionado a los oficios".
"Lo importante es que todos entendamos para qué sirve este tipo de educación. El chico no debe ser un producto más para los consumidores distraídos", considera.
Gomítolo reconoce que al ser la primera escuela secundaria especial "se está acercando mucha gente, a medida que se entera de que existe el establecimiento. El año pasado hicimos un relevamiento en las escuelas de la Regional VI y detectamos 60 chicos discapacitados que asisten al secundario sin ningún apoyo".
Preceptor.
Entre otras de las particularidades que posee la primera escuela secundaria especial de la provincia es Marcelo, su preceptor, quien es sordo. "Por suerte, el Ministerio de Educación aceptó nuestro pedido", cuenta la directora. "Tener un referente, monolingüe, hablante en lengua de señas, es muy importante para los chicos, porque pueden ver adónde llegó Marcelo. El año que viene queremos tener un profesor ciego. Es mostrar que la inclusión es algo concreto".