Educación: EDUC-01
Proyecto educativo y social del Jardín Nº 28
Cuando educar y contener se vuelven acciones transformadoras
Los niños encuentran en el Jardín Nº 28 un espacio para el aprendizaje de la lectura, la integración y de contención social. Foto: Néstor Gallegos

La institución recibe a 280 niños de 3 a 5 años, muchos de los cuales provienen de barrios carecientes. Desarrolla actividades de alfabetización y enseñanza de la lectura, e impulsa iniciativas que reivindican la dignidad del trabajo en las familias. Un proyecto institucional que recupera la idea de una educación comprometida con la comunidad.

"Seño, ¿puedo ver este libro?", preguntó un niño, el más inquieto del grupo, tropezándose con las sillitas del salón, y desafiando el peligro de los cordones desatados. En tanto otro exclamó: "íYo quiero este cuento!", encandilado por los dibujos coloridos de las páginas. A la biblioteca se acercaban todos los niños del jardín de infantes Nº 28. Se amontonaban alrededor del ritual: el libro los convocaba. El aroma al mate cocido, naricitas mal limpiadas y trenzas desprolijas, el tibio bullicio de la inocencia en el aire. Es en la sencilla fascinación de lo cotidiano donde caemos en la cuenta de que educar, contener y aprender se vuelven experiencias trascendentes.

La escena se vive a diario en el Jardín Nº 28 Libertador General San Martín -en Presidente Perón 3182-, institución que dirige un importante proyecto educativo que promueve la alfabetización y la contención afectiva de los niños. En este contexto, la Biblioteca Ambulante María Elena Walsh es "la puerta de entrada al aprendizaje de la lectura para toda nuestra comunidad educativa", dice con orgullo Elena Bonomo, directora del establecimiento, en una charla con El Litoral de la que también participaron Vilma Yommi (vicedirectora) y Alicia Redero (docente).

El jardín trabaja además en actividades extensivas a las familias de los niños, muchas de ellas de escasos recursos y de padres adolescentes. El próximo jueves 30, la institución vivirá una nueva edición de su expoferia artesanal, donde los chicos expondrán los productos que elaboran (desde comidas hasta aromatizantes y velas), en una experiencia de integración que procura reivindicar la dignidad del trabajo en toda la comunidad del barrio, ante una dura realidad social que muchas veces lleva al robo y el delito como alternativa para sobrevivir.

Del discurso a la acción

El Jardín Nº 28 tiene 34 años de vida. Cuenta con 10 secciones que funcionan en su sede -más dos que están ubicadas en la escuela Padre Catena-, con salitas para nenes de 3, 4 y 5 años. Concurren 280 niños provenientes de los barrios Santa Rosa de Lima, Estrada, Villa del Parque, barrio República, Barranquitas, Roma y Constituyentes. "Muchos de los niños vienen de familias semianalfabetas, de bajos recursos económicos y culturales pero con el deseo de superación, de escaparle a la pobreza con dignidad", dice la directora. "Tratamos de integrar a los papás en el proceso pedagógico, para que el aprendizaje sea mutuo".

"Nuestro proyecto implica una línea de trabajo a partir de la cual todos aprendemos, alumnos, padres y docentes", afirmó Elena. "Nosotros observamos permanentemente la realidad comunitaria, para poder encontrar respuestas acordes a las necesidades específicas de cada niño y su familia. El gran desafío actual del gobierno y todas las instituciones sociales es la acción, la intervención directa sobre una realidad social que necesita transformaciones positivas. Desde nuestro lugar y con los pocos recursos que tenemos tratamos de concretar acciones". Vilma Yommi completó: "La teoría de lo que se quiere hacer debe aplicarse en función del contexto social, de las necesidades reales".

Granito de arena, pepita de oro

Hace algunos años, nació la iniciativa de realizar una expoferia artesanal en el jardín. "El objetivo central es reivindicar la cultura del trabajo y generar conciencia sobre su importancia en el seno de una familia. Los chicos presentan los productos que elaboran, desde alimentos hasta aromatizantes, jabones y velas. Esto surge como una forma de enfrentar la problemática comunitaria de los actos delictivos, robos y hurtos", explicó Alicia Redero.

"Todo se comercializa dentro de las propias familias y en el barrio. Hubo papás que son artesanos y que vinieron a enseñar lo que hacen: la actividad también apunta a revalorizar lo que ellos saben hacer, sus oficios", añadió. Con lo recaudado se podrán comprar medallas de estímulo o helados para dar a los chicos.

La actividad tiene en su trasfondo la idea ponerse en el lugar del otro, entender las problemáticas de la comunidad. "En lugar de señalar con el dedo a alguien que ha robado, deberíamos preguntarnos por qué lo ha hecho, en qué medida somos responsables como sociedad civil de que una persona recurra al delito como último recurso para su supervivencia", reflexionaron las entrevistadas. "Desde nuestro proyecto institucional pretendemos contener a los chicos e integrar a sus familias, recuperar la cultura del trabajo. Nuestro aporte es apenas un granito de arena, pero que se puede convertir en una pepita de oro si logramos evitar nuevos actos delictivos en el barrio".

Los libros reclaman bibliotecario

La Biblioteca Ambulante María Elena Walsh del jardín nace como un proyecto de sala en 1998. Cuando empezaba a crecer, llegó el Salado en 2003 y arrasó con todo. "Después de la catástrofe hídrica, realizamos muchas gestiones para reconstruir nuestra biblioteca, hasta que recibimos un subsidio de 5 mil pesos -a través de la Fundación Navarro Viola-, y después llegaron dos aportes más -uno 2 mil pesos y otro de 3 mil-. Entonces pudimos comprar libros de los más diversos géneros y autores. También repusimos el televisor y un equipo de audio para trabajar con cuentos oralizados. Y nos comunicamos con María Elena Wash, quien nos autorizó a bautizar nuestra biblioteca con su nombre", explicó la directora del jardín.

Hoy, la biblioteca tiene más de 1.800 libros: "Su crecimiento y apertura a la comunidad demandan un cargo de bibliotecario. Estamos invitando al gobernador Binner a que conozca nuestra biblioteca, y le solicitamos que autorice excepcionalmente un cargo de bibliotecario para nivel inicial. Revalorizamos el rol que tiene dentro de una escuela un profesional de esta disciplina, que cuenta con la preparación necesaria para mantener, sistematizar y catalogar los volúmenes de una biblioteca en constante ampliación como la nuestra", completó.

Desde hace dos meses se lleva a cabo en el jardín un programa de alfabetización integral para el nivel inicial. "El objetivo es reforzar el área de lengua para chicos que tienen dificultades en la comprensión lectora, la expresión y la oralidad. En este contexto, la biblioteca adquiere mucha importancia", destacó la docente Alicia Redero.

Vínculo afectivo

La acción institucional del jardín también implica un refuerzo del vínculo con los niños. "Formamos una relación cercana entre docentes y alumnos, de afecto demostrado en el gesto y la palabra cálida, y desde esa posición trabajamos lo que se llama inteligencia emocional en la escuela. El niño se irá del jardín llevándose el registro de cómo su maestra lo trató: ese vínculo afectivo queda muy marcado en él y, con el tiempo, hay una transferencia hacia su entorno familiar", explicaron las integrantes del equipo.

Luciano Andreychuk[email protected]