Luciano Andreychuk[email protected]
Después de largo tiempo de silencio y desinterés, en los últimos años muchos intelectuales y pensadores reabrieron la discusión sobre la crisis de la educación en el siglo XXI. Esta apertura hizo visible problemáticas de fondo: la resistencia a la lectura y la pérdida del deseo semiótico por la palabra en los niños, la influencia de las tecnologías electrónicas sobre los procesos cognitivos que se activan durante el aprendizaje, la extinción de la pasión cognoscitiva -y, consecuentemente, de la vocación educativa-, etc. En esta línea y desde el pensamiento crítico constructivo, el italiano Massimo Borghesi ha advertido en numerosas publicaciones sobre las distancias abismales que están separando la escuela de la sociedad, y la desaparición del docente como protagonista del proceso educativo. Dos puntos clave para repensar las dificultades que afectan a la escolaridad hoy en gran parte del mundo.
Massimo Borghesi es doctor en Filosofía y profesor de Filosofía Moral en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Perugia (Italia). Además es docente de Hermenéutica y de Filosofía de la Cultura en la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma, cargo que ocupa desde 2007. Recientemente, visitó la ciudad de Santa Fe para brindar la conferencia "Educar como introducción a la realidad, ¿desde qué sujeto educador?", organizada por la Asociación para la investigación y la Docencia Universitaria (Humanitas Argentina).
Para el prestigioso intelectual, "ni la escuela ni la universidad ayudan a entablar esa necesaria relación con la realidad. Por ejemplo, al haber problemas serios de desempleo, la escuela retarda el ingreso a la universidad y ésta se dedica a demorar la entrada al mercado laboral: los profesionales empiezan a trabajar recién a los 27 ó 28 años. En Europa se ha profundizado este fenómeno", señaló.
Por otra parte, la institución escolar se volvió un lugar muy distante de la sociedad. "La escuela desde hace tiempo renunció a su misión de introducir al sentido de la realidad social", explicó. "Educar es introducir a la realidad en la búsqueda de sus sentidos, para que el conocimiento se torne plenamente humano. Se va al colegio no sólo para conocer, sino para encontrar respuestas a los sentidos del mundo".
"Hace por lo menos 40 años que la dimensión educativa está negada, clausurada", sentenció Borghesi en un tono lapidario. "En toda Europa, EE.UU. y gran parte de América Latina está sucediendo esto. Todo lo cual está llevando a una terminación de la educación humanista. Desde los años '80 y la década del '90, en las facultades americanas y europeas las disciplinas sociales fueron reducidas hasta casi su exterminación. Entonces el docente, de ideólogo-militante de los años '60, se convierte en técnico desde principios de los años '90, en gran medida por influencia del formalismo estructuralista. Es una suerte de burócrata que se limita a transmitir informaciones prescindiendo de sus significados. De esta manera, se esteriliza la relación entre docente y alumnos. Vivimos en una era de técnicos, que a la vez es la era del nihilismo. No se trata sólo de una crisis de los valores en sentido abstracto: el nihilismo determina una época sin maestros", clarificó.
Borghesi afirmó que ni el método idealista ni el estructuralista permiten en la actualidad una vinculación experiencial con el conocimiento universal y las grandes obras. "Los textos escolares en Europa -y particularmente en Italia- están cargados de un formalismo realmente monstruoso, especialmente en la escuela primaria. En realidad, la escuela debe ser la bisagra que articule el pasado con el presente, es decir, el lugar heredado de una tradición histórica que viene consignada en el aquí-ahora. Ya no es posible reconocerse como lector en la trama de un texto, ni siquiera establecer una relación de empatía con el autor".
"Enseñar literatura, historia o arte requiere de un método adecuado, y el método narrativo es el único que permite una introducción, un acceso a la realidad destinado a los niños y adolescentes. Para recomponer la dimensión educativa actual, se debe recuperar un método narrativo que permita la introducción a lo real desde un elemento particular a su contexto universal", enfatizó.
"La juventud en Europa vive una situación de incertidumbre existencial. Comparados con las generaciones de los años '60 y '70, los jóvenes de hoy son infinitamente más inseguros y frágiles. Este factor deviene en gran medida de la crisis de la familia. El educador muchas veces es llamado a sustituir la figura paternal, a confirmar la identidad de una persona. El problema es que ese educador no está. ¿Por qué el educador está ausente? Porque se ha perdido la conciencia del sentido de la educación", advirtió Borghesi.
"Ahora el docente, como el político o el médico, se volvió una figura burocrática: ya no se habla más de vocaciones sino de profesiones. Esto trae aparejado problemas graves en la dimensión educativa", señaló.
¿Por qué es tan difícil educar? ¿Qué agravantes sociales y culturales intervienen en la crisis de la educación? Para el filósofo italiano "en los principales Estados del mundo -como EE.UU., algunos países de Europa y China-, el problema educativo se está volviendo un problema político. En el Viejo Continente, la problemática educativa se entrecruza con el drama de la inmigración y la falta de políticas de integración sociocultural". Ciertamente se puede establecer, sobre la base de esto último, un paralelismo con algunos flagelos estructurales presentes en nuestro país y América Latina, como la profundización de la pobreza y el desempleo o las tensiones generadas a partir de la movilidad migratoria desde países limítrofes hasta las grandes urbes industrializadas.
Quién es
Massimo Borghesi es doctor en Filosofía, profesor de Filosofía Moral en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Perugia (Italia) y docente de Hermenéutica y de Filosofía de la Cultura en la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma, desde el año pasado. Entre sus obras publicadas, se destacan: "La figura di Cristo in Hegel" (1983); "Romano Guardini. Dialettica e antropología" (1990); "L'etá dello Spirito in Hegel. Dal Vangelo "storico' al Vangelo "eterno' " (1995); "Posmodernidad y cristianismo. ¿Una radical mutación antropológica?" (1997); "Memoria, evento, educación", (2000); "El sujeto ausente. Educación y escuela entre el nihilismo y la memoria" (2005), y "Secularización y nihilismo. Cristianismo y cultura contemporánea" (2007).