Conicet, Universidad del Comahue y Suecia
Otra mirada sobre el cambio climático
El trabajo de investigadores consigna que la producción y consumo de alimentos de origen animal muestran emisiones más altas de gases que los de origen vegetal, en particular aquellos comestibles que involucran fermentación digestiva en rumiantes y manejo de estiércol en lagunas. Hábitos nutricionales con mayor inclusión de vegetales permitirían mitigar las contribuciones al calentamiento global y reducir riesgos en la salud humana.
Los rumiantes emiten metano a la atmósfera, a razón de hasta 900 litros por día y por vacuno, según mediciones del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
Foto: Archivo El Litoral
(C) Noticias de Bariloche - Conicet - Conicet Santa Fe - El Litoral
Este estudio científico se presentó recientemente en el marco del ciclo dedicado al medioambiente, organizado por el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (Inibioma) -dependiente del Conicet- y el Centro Regional Universitario Bariloche (Crub) -de la Universidad Nacional del Comahue-, ambos situados en San Carlos de Bariloche (R. Negro).
La presentación de este estudio estuvo a cargo del Dr. Alejandro González, investigador superior del Conicet, quien, en conjunto con la División de Ecología Industrial del Real Instituto de Tecnología de Suecia*, trabaja en un proyecto de trabajo sobre las intensidades de emisión de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso relacionadas con algunos alimentos de uso corriente. “En este estudio se tienen en cuenta los procesos primarios agropecuarios, el transporte, el almacenamiento, el procesamiento, las mermas del producto en cada paso, y el consumo final por parte del usuario en los hogares suecos. Los resultados son de aplicación general, con algunas fluctuaciones en procesos que requieren electricidad cuyas emisiones dependen de la fuente de generación. El objetivo es estudiar, por un lado, el peso relativo de distintas prácticas de producción, transporte y consumo, y por otro lado, el efecto que las distintas elecciones alimenticias del usuario pueden tener en las emisiones totales. Los resultados pueden utilizarse para diseñar estrategias de mitigación que conduzcan a menores emisiones de gases de efecto invernadero en rubros específicos”, manifestó el científico.
Algunos detalles
La producción y el consumo de alimentos produce casi un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero antropogénicos (con origen en actividades humanas). “Investigaciones basadas en tres décadas de trabajo científico muestran que la contribución de los alimentos de origen vegetal es muy inferior a la de los de origen animal. Esto se debe, por una parte, a las tasas de conversión de alimento de los animales, y por la otra, a las emisiones en la digestión animal y al manejo de estiércol. La producción y consumo de productos vegetales también requiere de mucha menos energía si se la compara con los de origen animal. Una alimentación con foco en cereales, legumbres, verduras, frutas y oleaginosas, reduciría emisiones y energía necesaria. Y esta elección está a disposición del consumidor en los hogares”, afirmó el Dr. González. Y añadió: “En una coincidencia afortunada, las investigaciones médicas demuestran que una alimentación basada en productos de origen vegetal reduce la incidencia de enfermedades graves, tales como las cardiovasculares, el cáncer y la diabetes. Entonces, un cambio que redujera impacto ambiental, también reduciría riesgos en la salud humana”.
Los gases de los rumiantes
La sorprendente emisión de metano en rumiantes ha sido confirmada en nuestro país por mediciones del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta), las cuales consignan cantidades de hasta 900 litros del citado gas por día y por vacuno. Al respecto, el investigador expresó: “El valor considerado para nuestros cálculos es tres veces menor, dado que usamos promedios globales en lugar de datos específicos de regiones. En este sentido, nuestros resultados pueden considerarse conservadores en cuanto al impacto de la producción animal bovina. Si se consideran los valores nutricionales de los alimentos, los productos de origen vegetal también producen más proteínas y valor calórico por cada unidad de polución atmosférica, que aquellos de origen animal. Por ejemplo, combinando cereales y legumbres se producen entre 120 y 140 gramos de proteína por cada kilogramo de gases emitidos, mientras que un promedio de carnes de pollo, cerdo y vaca rinde entre 30 y 50 gramos de proteína por kilo de emisiones. Lo mismo ocurre con el valor calórico: los productos vegetales entregan entre 4000 y 8000 kcal por kg de gases emitidos, mientras que los productos animales (incluidos quesos y huevos) entregan entre 500 y 3000 kcal por kg de poluciones de efecto invernadero. A partir de los resultados mencionados, podrían tomarse medidas de mitigación de estas contribuciones al calentamiento global a través de modificaciones en los hábitos alimentarios. Tales medidas se basan en cambiar el foco de atención alimentaria, de los productos animales a los vegetales”, concluyó.
La OMS recomienda
El cambio hacia una alimentación con mayoría de productos vegetales está en línea con las recomendaciones de la salud pública. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), hoy está comprobado que una alimentación basada en productos de origen vegetal disminuye la incidencia de enfermedades crónicas degenerativas (enfermedades del corazón y circulatorias; cáncer, diabetes). El Fondo Mundial para la Investigación en Cáncer (www.wcrf.org) también muestra que el consumo de carnes aumenta el riesgo en ciertos tipos de cáncer, y que los vegetales y frutas lo disminuyen en casi todos sus tipos. Luego, las estrategias que redujeran las emisiones asociadas al cambio climático, también reducirían riesgos en la salud humana.
Fuentes: Noticias de Bariloche y Área de Comunicación Institucional y Prensa del Conicet/Bs. As. (*) Página web: www.kth.se Selección y adaptación: Lic. Enrique A. Rabe (ACS/Conicet Santa Fe).