Se suicidó un día como hoy, en el centro de Mar del Plata...
La historia trágica de una grande:
María Luisa Terán de Weiss
Fue hace 24 años. Se trató de una de las tenistas más grandes de la historia y por eso, el estadio de Parque Roca lleva su nombre.
Tomás Rodríguez
(Especial para El Litoral)
Considerada por la prensa especializada de los cinco continentes como una de las más grandes jugadoras de tenis de nuestro país en las décadas del ‘40 y ‘50 del siglo pasado, la rosarina María Luisa Beatriz Terán de Weiss fue reconocida durante muchos años en todo el mundo.
La notable tenista, tras su alejamiento de los “courts”, cansada de tantas injurias, traiciones, mentiras y olvidos, durante la mañana del sábado 8 de diciembre de 1984, cuando contaba con 66 años de edad y mantenía su belleza intacta, tomó la drástica determinación de suicidarse, arrojándose al vacío desde un edificio de departamentos en las inmediaciones de la Plaza Colón, en el centro de Mar del Plata.
Rosarina de nacimiento
María Luisa Terán de Weiss nació en la ciudad de Rosario, el 29 de enero de 1918, y a los 7 años comenzó a practicar tenis. También era una buena nadadora y cuando tenía 15 años se animó a cruzar el río Paraná a nado y a ser, además, timonel del equipo de remeros del Club Náutico Alberdi.
En el curso de la década del ‘30, el entrenador del equipo argentino de la Copa Davis, el sueco Sanders, se trasladó hasta Rosario para observar la labor de la joven, en las canchas del Rowing Club de Rosario. Al término de varios juegos, habló con los padres de la tenista local, empezó a entrenarla y la acompañó en los campeonatos nacionales cuando representaba a la provincia de Santa Fe.
En el año 1940, durante un viaje en tren, Mary Terán conoció a quien luego sería su marido, Heraldo Weiss, campeón argentino y capitán del equipo argentino de tenis participante en la Copa Davis.
La mejor del país
Mary Terán con sus excepcionales actuaciones se transformó en la más destacada jugadora de la especialidad, erigiéndose en la número uno de la República Argentina durante cinco temporadas: 1941, 1944, 1946, 1947 y 1948.
Cabe destacar que, pese a su juego de base, con gran movilidad y un excelente revés y drive, a la única tenista de la época a la que no pudo vencer en su extensa carrera deportiva fue a la estadounidense Althea Gibson, la primera mujer de color en obtener el prestigioso campeonato de Wimbledon.
Sobre la magnífica tenista rosarina, para tener conocimiento de su grandeza deportiva, señalemos que durante su campaña deportiva participó en 1.100 partidos internacionales de tenis. De esa cantidad, se impuso en 832 juegos, incluyendo singles, dobles damas y dobles mixtos, y entre ellos, el Plate de Wimbledon.
Sugestiva vestimenta
Cabe apuntar que el sugerente atuendo de Mary Terán, descubriendo un “culote” de encaje con puntilla, causó sensación, innovando la clásica indumentaria de los tenistas de la década del ‘50.
Para tener una idea formal de ello es que el diario France Dimanche publicó una fotografía y el siguiente epígrafe: “Mary Terán: una de las 20 mejores jugadoras del mundo”.
Esa gloria del tenis argentino que fue Mary Terán, en 1953 asombraba a todos por sus lindas facciones, escasa talla, piernas fuertes y una destreza natural, con lo cual pudo ser, si cabe una comparación a través del tiempo, una especie de Diego Armando Maradona o Carlos Monzón del tenis femenino.
Con su esposo, dispuso incorporarse al peronismo, con la idea de popularizar la práctica de esta actividad y llevarla a todos los sectores sociales y deportivos del país —como lo hiciera muchos años después Guillermo Vilas—. Era un deporte de elite por entonces, lejos de la consideración del pueblo.
El periodista Armando Rodríguez Rocha reveló que la destacada deportista rosarina adquirió un compromiso importantísimo en llevar el tenis a todos los sectores de la sociedad, apoyado por su hermano Alfredo Terán.
La propuesta comenzó a efectivizarse con una escuela de tenis para chicos desprotegidos, muy humildes, provenientes de barrios periféricos y del conurbano, que no podían acceder a la adquisición de raquetas, equipos, ropa y otros elementos, los que eran proporcionados por la Fundación Eva Perón.
Al iniciarse la década del ‘50, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires interviene a los clubes de tenis, en la búsqueda de una pretendida popularización del llamado deporte blanco. Los burócratas de turno pretendían revertir la tendencia de esos clubes. Enrique Morea, el otro gran tenista de la época, privilegió y defendió la elite del Buenos Aires Lawn Tennis Club.
En ese período, el deporte argentino, con fuerte apoyo estatal, alcanzaba la cima con una de las tenistas más destacadas de todos los tiempos, la santafesina Mary Terán, hija del dueño del buffet del Rowing Club de Rosario, quien vivió el deporte como una niña dotada por naturaleza.