De no tratarse a tiempo, puede derivar en depresión
Fobia a los exámenes: cuando rendir se vuelve una pesadilla
Muchos estudiantes se ven condicionados por el nerviosismo y la ansiedad al momento de enfrentar una instancia evaluatoria. Entre el 20 y 30 % de los pacientes atendidos en Fobia Club Santa Fe padecen de estos trastornos.
Luciano Andreychuk
Un estudiante se prepara para dar su examen oral. Ingresa al aula y allí están, tres profesores simétricamente sentados. Una solemnidad de mármol hace pesado el aire. Ese estudiante, que sufre de fobia crónica, no siempre puede ver la realidad tal cual es: para él, aquello no es el escritorio de la junta examinadora, sino un altar de sacrificios. Sus profesores no son simples mortales, sino deidades omnipotentes que lo condenarán al peor de los infiernos. El estudiante “fóbico” no puede comenzar a exponer su tema: el sudor envuelve su cuerpo, el temblor agita su pecho, flaquea su voz, hasta desaparecer. Se bloquea mentalmente y renuncia. Poco pasará hasta que oirá la frase: “Vuelva el próximo turno”.
La situación grafica lo que acontece en una mesa examinadora de cualquier facultad, cada vez con mayor frecuencia. La fobia a los exámenes académicos es definida como un trastorno de ansiedad social: un estado emocional determinado por el nerviosismo y la ansiedad extrema que se vuelve intolerable para la persona que lo padece, y que detona frente a una situación tensionante, como dar examen frente a un jurado evaluador o enfrentar una entrevista laboral. “Cuando la ansiedad pasa el umbral adaptativo, empiezan a aparecer los síntomas: sudoración, tartamudeo, mente en blanco, aceleración del ritmo cardíaco, angustia respiratoria, etc.”, explicó a El Litoral la psicóloga Carina Leocadio, de la Fundación Fobia Club Santa Fe.
En nuestra ciudad, entre el 20 y 30 % de las personas que asisten a esa fundación tiene algún trastorno de fobia social, y el porcentaje crece cada año. El problema serio aparece cuando esta situación se agrava y se perpetúa en el tiempo, ya que puede derivar en un cuadro depresivo. De no tratarse a tiempo, esta patología se potencia durante la universidad. “Es que durante esta etapa de estudios las exigencias, la exposición y las presiones son más fuertes, y aparece con más frecuencia la ansiedad. No obstante, también atendemos chicos del nivel medio,” dijo la especialista.
Malos pensamientos
Un elemento clave en este tipo específico de fobia es el recurrente pensamiento anticipatorio y siempre negativo (“seguro que me irá mal en el examen”, “voy a hacer el ridículo”). “Hablamos de una situación incapacitante para el desarrollo académico, laboral y social. Es como quedar con los brazos atados, sin recursos”, afirmó Leocadio, y completó: “La ansiedad es una emoción primaria, un legado del hombre primitivo. Sus causas deben buscarse en factores hereditarios y predisposiciones genéticas, en la propia historia biográfica del paciente y hasta en condicionamientos socioculturales (ver aparte)”.
Lo preocupante es que muchos estudiantes, por no poder controlar sus miedos, se ven imposibilitados a rendir un examen oral o escrito, aún estando muy bien preparados para enfrentar la instancia. “Y, aunque cueste creerlo, hemos tratado pacientes que, luego de haber estudiado durante muchos años, debieron abandonar sus estudios por no poder enfrentar una simple evaluación académica, echando por la borda mucho esfuerzo, dinero y tiempo. Ello sin dejar de mencionar la culpa infundada por la recriminación familiar”, reveló la especialista.
El tratamiento
Uno de los tratamientos más usado para tratar las fobias es la terapia cognitivo-comportamental de tipo grupal. “Es cognitiva porque hay una distorsión a nivel mental que hace que el paciente perciba determinadas situaciones como muy peligrosas, y que hace que dispare una ansiedad disfuncional que genera un comportamiento desadaptativo. Tratamos de lograr que el paciente con problemas para rendir vea que estas conductas desadaptativas ya no sean algo amenazante”, afirmó la especialista. “Buscamos modificar esa conducta distorsionada, de romper este esquema estímulo-respuesta, para que después sea más fácil modificar la conducta ansiosa”.