Llegan Cartas

Tucuras y langostas

Elio C. Reinares

LE: 3.163.242. Llambí Campbell.

Señores directores: No puedo menos que felicitar a El Litoral por la preocupación de relevancia, que ha demostrado sobre el surgimiento de unas mangas de tucuras y langostas en zonas de nuestra provincia y parte de Buenos Aires. Pareciera que vuelven las épocas de las décadas del 20/40 para el campo argentino.

Muy joven veía a mi padre formando en el distrito una comisión de lucha contra la langosta, en un acto patriótico para salvar las sementeras del distrito del avance de la saltona; comisión puesta al servicio de la Defensa Agrícola Institución que creó el Ministerio de Agricultura de la Nación, en concordancia con el Ministerio de la provincia.

Con las notas que brindó El Litoral, con fotografías y datos descriptivos de la zona donde se encuentra el acridio, deberían los hombres al frente del poder ciudadano enterar al Poder Ejecutivo del resurgimiento de la plaga en nuestros campos. En aquel entonces la voladora vino avanzando de la zona del impenetrable Matto Groso; hoy pareciera que surge como manga desde nuestros campos santafesinos y de Buenos Aires. No puede ni se le debe dar un afloje. El próximo nacimiento de la mosquita, según la zona del desove, será mucho mayor y sería penoso tener que volver a la época de la barrera con sus corrales, acompañado de lanzallamas para que se encaminen hacia ellos. Al acridio debe combatírselo en sus inicios, antes de que su extensión obligue a recurrir como aconteció en la década del 40 con fumigaciones a las mangas asentadas en los árboles en días de lluvia, con los camiones con equipos fumigadores y al final por medio de los aviones. Entonces se exterminó con el gamexane traído desde Alemania, hoy habrá que recurrir a lo que los ingenieros mejor aconsejen.

Estimo que el ataque a la plaga debe encararse con la intervención directa del gobierno nacional. La voladora no tiene distritos, ni provincias. En aquel entonces los visitó también a los porteños. El mal y el daño no es sólo a la agricultura, sino a todo lo que ella encierra; muy poco de lo verde que abarca la flora es susceptible de salvarse, una vez que ésta liquida los sembrados.

Confío sirva mi alerta, para despertar a los que les cabe el sayo.