Giselle y Victoria

Ana María Zancada

“Habitamos un rostro que no vemos” (Giselle Freund).

Giselle Freund fue una de las fotógrafas más famosas a nivel mundial. Con su cámara recorrió el mundo y plasmó las imágenes de la intelectualidad del siglo XX.

Su estancia en la Argentina tuvo mucho que ver con Victoria Ocampo y su proverbial generosidad.

Giselle Freund nació en Alemania en 1908 en el seno de una rica familia judía. Su padre, amante del arte le compró, siendo ella muy joven, una cámara Leica, y allí comenzó la pasión que la acompañaría de por vida.

En realidad había comenzado sus estudios de Sociología y parecía que ése iba a ser su futuro. Pero el mundo se abrió a los ojos de su cámara. En 1933 cuando el Consejo Nacional Socialista se instaló en Alemania, la familia se trasladó a Francia. Giselle realizó su doctorado en la Sorbona y comenzó a ganarse la vida como fotógrafa.

En 1935 conoció a Adrianne Monier, propietaria de la librería La Maison des Amis des Livres. A través de esta relación se puso en contacto con el mundo intelectual francés. Así desfilaron por su objetivo André Malraux, Ortega y Gasset, André Gide, Jean Cocteau, Colette, Simone de Beauvoir y tantos otros.

Y fue precisamente allí que conoció a Victoria Ocampo. A través de ella tuvo las primeras noticias de la Argentina. Fue ella la que le presentó a Virginia Wolf, una de sus modelos más difíciles. Acudió a posar sólo porque se lo había prometido a Victoria. Fue también Victoria, con su generosidad y entusiasmo la que la invitó a viajar a la Argentina. Ante la inminencia de la invasión nazi a Francia, Giselle aceptó la invitación de la aristócrata argentina.

“Traté de ignorar su tono mandón y un poco autoritario, más bien debía aprovechar la mano que me tendía, era su manera de ser. Al mismo tiempo que daba órdenes o se comportaba de modo despótico, facilitaba el trabajo de la gente que le importaba. Una llamada de Victoria abría todas las puertas”.

Al llegar a la Argentina, disfrutó con el círculo de amigos que se reunía en la residencia de los Ocampo.

“Victoria tenía mucho sentido del humor, le encantaba reírse. La risa y la cólera eran aspectos entrañables de ella, era elegante, dentro de un estilo muy sobrio. Podía haberme quedado allí, teniendo una vida cómoda, fotografiando a las señoras de la alta sociedad que Victoria me presentaba. Pero yo prefería viajar, y ser una periodista antes que retratista de la aristocracia de América Latina. Recorrí la Argentina capturando la belleza de sus paisajes y su luz”.

Pero su fuerte fueron los retratos. “Se pueden leer tantas cosas en un rostro. Todo lo que se ha vivido, todos sus sufrimientos se inscriben en algún lado. Se necesita simplemente tener tiempo para captarlo”.

Giselle estuvo en la Argentina buena parte de la guerra. Recorrió la Patagonia, captó la belleza de los lagos de Bariloche y retrató a la intelectualidad: Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Julio Cortázar, Silvina Bullrich.

Y luego el episodio con Juan Domingo Perón y Eva. Pasó varias horas en la residencia presidencial entre vestidos, joyas y caniches. En una oportunidad contó que Eva Perón le ofreció una fortuna en dólares para hacer un libro de propaganda del régimen, pero lo rechazó.

Las fotografías tomadas en esa oportunidad le ocasionaron más de un contratiempo. Además de malquistarla con sus amistades argentinas, al enviarlas para su publicación a una revista norteamericana, provocó la ira del general y le reclamaron los negativos. Ella se negó a entregarlos y le dieron 24 horas para salir del país. Pero nunca olvidó su amistad con la Ocampo. Años después en una correspondencia mantenida con su benefactora la firmó: “Giselle, la fotógrafa de la corte de su Majestad, Victoria I de Argentina”.

De aquí marchó a México invitada por el escritor Alfonso Reyes. Su intención era permanecer sólo dos semanas pero su estancia duró dos años. La ciudad, sus personajes, su colorido, la cautivaron y no perdió la oportunidad de eternizar a la pareja de moda: Frida Kahlo y Diego Rivera.

En 1953 se estableció definitivamente en París. Entre sus retratados figuran las personalidades más célebres del mundo del arte y la política: Walter Benjamín, Henri Matisse, Samuel Becket, Marguerite Yourcenar, Marcel Duchamp, John Steinbeck y por supuesto De Gaulle y Mitterand.

En la década del “70 viajó a Japón y recorrió el Cercano Oriente y Estados Unidos.

En 1978 recibió el premio de la Cultura de la Sociedad Alemana para la Fotografía y en 1980 fue galardonada en Francia con el Gran Premio Nacional de las Artes.

Giselle Freund murió en marzo de 2000. Tenía 91 años. Su paso por la fotografía, su concepción de esta profesión como un arte, quedó reflejada en dos libros donde expone sus teorías y su forma de captar el espíritu de sus retratados.

“Los conocimientos técnicos no son decisivos, lo más importante es saber ver”, declaró en una oportunidad.

Material consultado: Atlántida, enero 1943; La Nación, 23- 02-1992; La Nación, 18-01-1998, nota de Hugo Beccacece; La Nación, 9-04-2000; Mujeres de la fotografía, Margery Mann, 1975.

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Victoria Ocampo, retratada por Giselle Freund.