Nueve casos en sólo cinco días

Las escuelas se convierten en un

nuevo escenario de la ola delictiva

El abanico de situaciones es tan amplio que va desde destrozos en una cantina escolar, hasta docentes amenazadas con armas de fuego o religiosos acuchillados. Desde Educación sostienen que la salida no pasa por mayor presencia policial.

José Curiotto

jcuriotto@ellitoral.com

No son bancos, ni comercios, ni transportes de caudales. Tampoco transeúntes desprevenidos. Desde hace algunas semanas, las escuelas -públicas o privadas- de la ciudad de Santa Fe se convirtieron en el foco de delincuentes y, también, de chicos empeñados en saquear y destrozar establecimientos que en algunos casos parecen conocer en detalle.

Cualquier intento por realizar un pormenorizado listado de hechos corre el riesgo de quedar inconcluso. Es que sólo algunos casos toman trascendencia pública, pero otros no repercuten y por eso resulta difícil rastrearlos. Sin embargo, se puede decir que en los últimos cinco días se produjeron, por lo menos, ocho hechos punibles dentro o cerca de las escuelas, lo que arroja como promedio un delito cada poco más de 13 horas.

Los medios periodísticos se convirtieron en la caja de resonancia de las voces de docentes, alumnos y padres de estudiantes que, preocupados, piden mayores medidas de seguridad, aun sabiendo que el fenómeno seguramente tiene raíces profundas que van más allá de lo meramente policial y que revelan un problema social profundo.

Queda claro que esta escalada de agresiones dentro y en inmediaciones de las escuelas sorprende, incluso, a las autoridades provinciales. “Estamos analizando cada caso en busca de hilos conductores para enfrentar el fenómeno desde distintas ópticas”, dijo el secretario de Seguridad, Carlos Iparraguirre.

Sin embargo, la tarea no parece sencilla porque el abanico es amplio: desde menores que destrozan la cantina de una escuela, hasta delincuentes que amenazan a una docente con arma de fuego o son capaces de acuchillar a religiosos que intentan evitar el atraco.

El primer reclamo de las autoridades escolares y la comunidad de padres apunta a la presencia policial. “No tenemos un policía para cada escuela, pero de todos modos existen casos en los que, a pedido de los directivos de los establecimientos, diagramamos custodias durante los horarios de ingreso y egreso”, explicó Iparraguirre. Se trata de los denominados “corredores seguros” para alumnos y docentes.

Pero hay situaciones paradigmáticas, como la del Jardín Provincial 142, de Pedro de Vega al 3900, donde docentes y no docentes se pusieron de acuerdo para llegar y abandonar el establecimiento al mismo tiempo, como para intimidar a los delincuentes.

El Ministerio de Seguridad paga horas extra a policías que custodian algunas escuelas ubicadas en los barrios más peligrosos. Sin embargo, “resulta evidente que en estos momentos el sistema no está funcionando”, reconoció Iparraguirre.

No estigmatizar

El ministro de Desarrollo Social, Pablo Farías, se mostró preocupado y sorprendido por esta seguidilla de hechos que tienen como objetivo las escuelas: “Me extraña que los establecimientos sean tomados como objetivos de robo, cuando sabemos que allí no hay demasiado para robar. No soy experto en materia de seguridad, pero me da la sensación de que éstos no son hechos aislados”.

De todos modos, el funcionario consideró imprescindible “no estigmatizar” a chicos que deambulan por las calles de la ciudad. “Veo que desde hace algunos meses se toma a estos chicos como sospechosos permanentes, y no siempre están vinculados con los hechos. Más aún, en la mayoría de los casos los responsables no forman parte de estos grupos que, además, están individualizados por personal de la Subsecretaría de Niñez.

Más allá de la visión parcializada de uno u otro ministerio, un notorio nivel de preocupación y sorpresa se percibe en las respuestas de cada uno de los funcionarios consultados.

Los próximos días develarán si el delito en las escuelas es sólo una situación pasajera o, por el contrario, se trata de un fenómeno que llegó para quedarse.

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análisis

Expresión de indignación y de odio

Máximo Sozzo (*)

Se debe plantear el fenómeno, por lo menos, desde dos ópticas diferentes. Por un lado, el delincuente que ataca a integrantes de la comunidad escolar. Por el otro, los asaltos y daños cometidos dentro de las escuelas.

Esto revela fuertemente una modalidad novedosa de delito vinculado con el grado extremo al que avanzaron los procesos de exclusión social en la ciudad de Santa Fe. No sólo porque son eventos que en general buscan algún rédito económico, sino fundamentalmente porque muestra el grado de decadencia de lo que fue un símbolo para determinados grupos sociales: la escuela.

Por eso, esa institución puede transformarse, sin demasiado trauma, en un blanco para la actividad delictiva. Esto muestra un grado extremo de exclusión social que no sólo es material, sino que también implica exclusión simbólica y cultural.

Ya no resulta difícil pasar al acto y por eso, en muchos casos, además de robar se producen destrozos que pueden parecer irracionales para quienes no viven en ese contexto. Pero esos sectores pierden de vista que, en realidad, se trata de una reacción completa y absolutamente visceral, ante una situación de exclusión material y social. El vandalismo no es un fin instrumental, sino una forma de expresar indignación y odio.

A pesar de vivir en el barrio, a muchos la escuela les queda demasiado lejos.

Por eso, debemos interrogarnos sobre este sistema educativo y su performance en estos territorios marginados.

(*) Prof. de Sociología y Criminología.

Las escuelas se convierten en un  nuevo escenario de la ola delictiva

A fines del mes pasado, el Colegio Sagrado Corazón ya había sido víctima de un asalto y destrozos. La hermana María Rosa Ramírez se encontraba muy preocupada por la situación.

Foto: Danilo Chiapello

No habrá más rejas, policías, ni alarmas

“El problema no se soluciona desde el uniforme policial”. La frase pertenece a Jorge Márquez, secretario de Educación de la provincia, quien está convencido de que “la salida no es un policía en cada escuela, ni la colocación de más rejas o alarmas. De hecho, la mayoría de los colegios ya cuenta con estos dispositivos, pero cuando quieren entrar, lo hacen”.

El funcionario expresó que la idea del Ministerio apunta a continuar trabajando “con la comunidad, creando conciencia, planificando corredores seguros de acceso y egreso a los establecimientos”.

“En realidad, se trata de un problema con raíces sociales y demandará muchos años revertirlo. Acá es necesario que los chicos comprendan que la escuela es un espacio propio, pero no podemos esperar que lo entiendan de la noche a la mañana, cuando hace tantos años que están marginados del sistema”, resaltó.

Márquez reconoció que “es muy difícil prevenir”. Desde Educación “se trabaja permanentemente en reponer lo robado o destruido en estos actos vandálicos”.

Entre jueves y lunes.

Escuela Moreno. Asaltaron y provocaron destrozos en la cantina durante la noche.

Escuela Avellaneda. Dos alumnos fueron asaltados con armas de fuego cerca del establecimiento.

Jardín 142. Una maestra fue asaltada a punta de pistola cuando llegaba a dar clases.

Colegio Ntra. Sra. de Lourdes. Dos alumnas fueron asaltadas y golpeadas cuando regresaban a sus casas.

Escuela San Martín de Porres. Violentaron una reja, robaron aparatos electrónicos y herramientas.

Jardín Rosa Vera Peñaloza. Ingresaron y destrozaron el establecimiento.

Escuela de Formación Especial 2111. Robaron aparatos electrónicos.

Escuela San Cayetano. Tres delincuentes intentaron robar. Hirieron con armas blancas a dos religiosos.

Escuela 507 (funciona dentro de la Esc. Monseñor Zazpe). Robaron las cañerías de gas.