Las exigencias disciplinares demandan nuevas estrategias pedagógicas
Enseñar ingenierías,
ese complejo oficio
La escasa formación impartida desde el nivel medio dificulta la enseñanza-aprendizaje en los primeros años de la universidad. Una especialista de la UTN advierte la necesidad de desarrollar la alfabetización técnico-científica y aptitudes lingüísticas en los alumnos.
De la redacción de El Litoral
educacion@ellitoral.com
Para un adolescente que ingresa a la universidad a estudiar una ingeniería, encontrarse de pronto con los rigores del álgebra, del análisis matemático o de la física puede resultar una experiencia poco feliz, más si no trae una formación básica desde la secundaria. Le será muy difícil adaptarse a las exigencias académicas, arduas por la densidad teórica y la nutrida carga horaria de cursado. Las fallas en la transición al nivel superior generan desfasajes serios en el primer año: la consecuencia más grave es el abandono de los estudios, así lo demuestran estadísticas nacionales.
Con el objetivo de contribuir a una mejor educación en el nivel superior, el Grupo de Investigación en Enseñanza de las Ingenierías (Giedi) de la UTN Santa Fe, está abocado al estudio de aquellos aspectos de la enseñanza-aprendizaje de las distintas disciplinas ingenieriles que hay que revisar y repensar, para generar aportes que sean superadores.
Dificultades
“La escuela media viene de una postergación importante en muchos aspectos. Se ve la poca formación de docentes en áreas como álgebra o física, y esto repercute en el aprendizaje de los alumnos de ingeniería”, expresó a El Litoral la directora del Giedi, Ing. Gloria Alzugaray. Hay falencias en el pasaje de la secundaria a la universidad, no es ninguna novedad: pero estos “baches” educativos son más evidentes en el primer año universitario.
Hay que considerar que muchos de los que ingresan a una ingeniería provienen de escuelas técnicas, y se supone que traen el bagaje de conocimientos firmes sobre disciplinas de base y saberes prácticos. “Pero lamentablemente, la educación técnica ha retrocedido también en los últimos años -opinó Alzugaray-. Por ejemplo, se perdieron muchos laboratorios, espacios que eran de capital importancia para la formación académica de los chicos. Esto los limita para incorporar saberes prácticos”, afirmó.
Nuevas competencias
Las carreras de ingenierías han sido adaptadas a nuevos diseños curriculares: se propició una mejor organización de los planes de estudio, cambió la duración de la carrera (entre 5 y 5 años y medio, según cada especialidad) y se favoreció una mayor flexibilidad curricular, reservando un porcentaje del total de asignaturas, para las materias electivas. Además, se dio lugar a una mayor integración entre teoría-práctica, y a la práctica profesional.
Estos cambios fueron positivos en los últimos años, pero aún quedan muchas cosas por mejorar. “Hay una discusión profunda en el seno de todos los consejos departamentales de la UTN, en pos de aportar a la “significatividad’ del aprendizaje de la ingeniería, desde una dimensión más amplia. En este sentido, considero que se deberá trabajar más sobre el desarrollo de las competencias lingüísticas y argumentativas en los alumnos”, expresó Alzugaray.
“Se hace necesario lograr que los ingenieros del futuro tengan firmes competencias comunicativas, que son un “saber hacer’ en contexto. Las aptitudes argumentativas hoy son una falencia dentro de las ingenierías. Pensemos en lo bueno que sería lograr que nuestros estudiantes sepan argumentar, oralizar mejor. Porque ésas son las capacidades que se les piden desde los departamentos de recursos humanos de las empresas que los contratarán”, refirió la especialista. Y la formación docente tiene que ser actualizada permanentemente, “tanto en los contenidos tradicionales como en lo que refiere a las novedades tecnológicas. Estar al día deberá ser un desafío prioritario para nuestros profesores”, subrayó.