Lengua Viva

El docente y sus circunstancias

Evangelina Simón de Poggia

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Al parecer, los trastornos de orden psicológico son los causantes de un gran ausentismo de los docentes de nuestra provincia. La noticia fue publicada por los medios de comunicación con la aserción de los responsables del área de salud laboral del Ministerio. ¿Motivos? Varios, pero los que más se ponen de relieve son: la cantidad de alumnos en el aula, los problemas económicos, falta de una infraestructura edilicia confortable (sobre todo en las públicas), la drogadicción, etc.

La verdad ¡estoy sorprendida! Me parece que tendríamos que reflexionar sobre otras causas que, tal vez, también son motivadoras de la situación planteada y que son ostensibles en el interior del ámbito educativo.

Hoy, el docente ha dejado de ser feliz en el aula con sus educandos, se encuentra invadido por el temor a las amenazas de sus alumnos y familiares, tiene claro que, actualmente, el manejo de la educación se ha trasladado, casi por completo, al ámbito escolar sin contar con la colaboración de los padres y el ejercicio de su profesión se siente invadido por otras responsabilidades de supervivencia.

Los padres dan la razón a sus hijos ante cualquier medida correctiva, ante un aplazo, tal vez reiterado, ante cualquier situación que se plantee dentro del aula y esté implicado su hijo/a. El docente ha ido perdiendo, progresivamente la autoridad en su ámbito natural de trabajo, los límites están difusos y fuera de su alcance, el temor a ser castigados con críticas injustas y denunciados a las superioridades ministeriales está siempre latente.

En alguna época, las autoridades responsables, les obligaron a pasar a un nivel superior a alumnos que no estaban preparados para asumir el conocimiento de ese nivel por múltiples factores, ignorando su autoridad académica y científica. ¿Cómo puede dar clase un docente que sabe que alguno de sus alumnos tiene consigo un arma o está drogado? ¿Cómo puede no sentir angustia y temor?

Muchos son los jóvenes que, actualmente, padecen de aburrimiento, están deprimidos, no tienen incentivos , nadie les exige ni los contiene. Se sienten solos y, ante tanta bronca, hacen catarsis usando la tecnología de punta para concertar reuniones con los pares, adonde se llevará a cabo una lucha sin sentido. Los padres, agobiados y absorbidos por sus propias problemáticas o por la negación e incapacidad para ver los derroteros vitales de sus hijos, están ausentes. Los docentes lo ven y lo viven con impotencia, pero ¿qué pueden hacer sin el apoyo de la familia?

También se le critica al docente la falta de conocimientos, aunque luche por una capacitación o actualización. ¡Es cierto! Están perdiendo el sentido de su profesión, lo cual es dramático si tenemos en cuenta que son ellos los que están a cargo de la educación sistemática de nuestros jóvenes; digamos que es la inversión a futuro que todo país debe de llevar a cabo, cuidando ese valor que no tiene parangón, que es: el conocimiento.

¡¡¡El docente y sus circunstancias!!! Reflexionemos.