POLÉMICA INICIATIVA
Promueven un proyecto
para “desbautizarse”
Un grupo de personas comenzó una campaña para que se borren sus firmas de los registros bautismales, porque no están de acuerdo con la postura de la Iglesia en temas clave.
NATALIA PANDOLFO
npandolfo@ellitoral.com
Sucedió, como suele suceder, en Buenos Aires: un grupo de personas dijo “No en mi nombre”, y bautizó así a una campaña que ya ostenta sus primeros resultados: en marzo pasado, 1.085 personas presentaron su pedido al Arzobispado de Buenos Aires para ser borrados de las actas bautismales. La acción tuvo efecto rebote en lugares como Mendoza y Córdoba.
Santa Fe, ciudad católica por definición, también hizo acuse de recibo: en lo que va del año ya se recibieron cinco pedidos de apostasía, contra los contados casos que figuran distribuidos a lo largo de toda la historia, según datos del Arzobispado local.
El planteo de fondo de la iniciativa, que utiliza a Internet como vía de difusión (www.apostasiacolectiva.org), es que la Iglesia Católica es una de las instituciones “que mayor nivel de representatividad se adjudica, y simultáneamente la que menos claridad ofrece a la hora de demostrarla”.
“Si estás bautizado, no importa cuán crítico seas de la institución católica. La Iglesia en tu nombre condena el aborto, la homosexualidad, boicotea los intentos del Estado por generar una política de educación sexual, condena y se opone al uso y reparto de anticonceptivos, a la eutanasia, al divorcio. En nombre tuyo intenta censurar expresiones artísticas y como si fuera poco, gracias a tenerte entre sus integrantes, se asegura que el Estado la sostenga y le otorgue privilegios especiales. No importa que pienses por cuenta propia y tengas otras opiniones: ellos te usan para apoyar sus intereses”, dice uno de los párrafos más enérgicos del sitio.
La apostasía, definida por la Real Academia Española como la negación de la fe de Jesucristo recibida en el bautismo, es un trámite personal. Se realiza en la parroquia donde se recibió el sacramento, y paralelamente en el Arzobispado correspondiente.
“Para la Iglesia todo bautizado está de acuerdo con sus doctrinas; por lo tanto, utiliza esa cifra (muy alta, porque el bautismo se transformó en una cuestión cultural) para imponer sus puntos de vista en la legislación y conseguir privilegios”, sostienen los impulsores de la propuesta.
CREDO, PERO NO TANTO
“Yo estaba a favor de la ley de divorcio, la iglesia en contra. Yo estaba a favor de las relaciones sexuales antes del matrimonio, la iglesia en contra. Yo no estaba de acuerdo en discriminar las diversas elecciones sexuales, la iglesia las discrimina. Y no sólo razonábamos diferente: sentía que la Iglesia quería imponer su forma de pensar a toda la sociedad”. Andrés Miñones tiene 37 años, está en pareja y es una de las personas que promueve el proyecto.
La sensación puede cristalizarse en números. El año pasado, el Conicet publicó la “Primera Encuesta sobre Creencias y Actitudes Religiosas” (Ver Infografía). Allí se mostró, por ejemplo, que el 75 por ciento de los entrevistados se declaraba católico, aunque menos de la cuarta parte admitía tener una relación con Dios a través de la Iglesia.
Los padres de Andrés decidieron bautizarlo cuando él lo pidiera. El reclamo llegó a los ocho años: no sólo quiso recibir el sacramento, sino que siguió el itinerario y llegó a la típica foto del brazalete, la torta amarilla y las manos juntas.
Su inclinación por las ciencias exactas lo alejó de la religión. “Supongo que, hasta ahí, sólo hubiera habido indiferencia. Pero en esa época, con el retorno de la democracia, empezaron a salir a la luz vinculaciones entre la Iglesia y la dictadura. Luego surgió la oposición a la ley de divorcio: se hizo costumbre ver a la Iglesia defender valores que a mí me parecían reaccionarios”, cuenta ahora, desde su casa en el Gran Buenos Aires. Poco después, Andrés decidía militar activamente en temas de laicismo.
EN EL NOMBRE DE LA WEB
A comienzos del año pasado, en Uruguay, un grupo de feministas decidió realizar una apostasía colectiva. Protestaban contra la presión ejercida por la Iglesia de ese país para que no se legalizara el aborto. De este lado del río, lesbianas, partidarios de la legalización e independientes imitaban la movida.
“Empezamos a hacer intentos individuales: yo hice el trámite en San Isidro, a fines de 2007”, cuenta Andrés. La resolución no fue simple: fueron necesarias varias gestiones frustradas para que, finalmente, recibiera una fotocopia de su partida de bautismo con la anotación al margen de su apostasía.
“Creemos que con la convocatoria aportamos un granito de arena a repensar si la religión es una elección consciente, o si es sólo una tradición vacía de contenido”, fundamentan desde el sitio web.