Contrapunto con Beatriz Sarlo
“El peronismo es un movimiento que avanza entre abrazos y cachetadas”
Una charla interesante con una mujer inteligente. Beatriz Sarlo es, a mi juicio, una de las intelectuales emblemáticas que relacionan el saber con el compromiso político en la mejor tradición sartreana. Éstas son algunas de sus opiniones.
Intelectual. Sarlo es una pensadora y escritora de fuste, que vitaliza los debates sobre el país y sus actores principales.
Foto: Mauricio Garín
Rogelio Alaniz
—¿Qué consecuencias promoverá a su juicio el resultado electoral del 28 de junio?
—Se ha dicho reiteradamente qué modificaciones debe promover el gobierno atendiendo al nuevo escenario electoral. También ese escenario electoral transfiere una serie de responsabilidades al campo de la oposición. Creo que éstos son los interrogantes del futuro.
—¿Por qué?
—Porque, en mi opinión, el gobierno de los Kirchner está de salida, pero está de salida desde antes de las elecciones.
—¿Que quiere decir “de salida”?
—Que termina en 2011. El peronismo no va a reelegir a los Kirchner. Si una sabiduría han acumulado los peronistas a través de los años es la de realinearse con el dirigente que los pueda conducir al triunfo. Y, por lo tanto, es implacable con los derrotados.
—A su criterio, ¿cómo se va a reorganizar?
—Pienso, por ejemplo, que dirigentes del corte de Felipe Solá van a tratar de entrar en diálogo con dirigentes municipales y provinciales que estuvieron con Kirchner en esta elección. Solá no parece estar dispuesto a entregar mansamente el liderazgo de ese espacio a Macri, un hombre venido de afuera del peronismo. Tampoco le veo condiciones a Scioli para jugar ese rol.
—Hay un apellido que no ha mencionado que me parece importante: Reutemann.
—Reutemann para mí es una incógnita. Quizás yo tenga una visión tradicional de la política, pero creo que los políticos que dejan una marca son aquellos que tienen una medida de audacia y decisión. Reutemann tuvo esa oportunidad en el 2003 y renunció por razones misteriosas. Pienso que tal vez pueda manejarse más o menos bien en escenarios reducidos, pero dudo de que sus cualidades como dirigente, si es que las tiene, puedan ser proyectadas a un escenario más amplio.
—Sin embargo, el bloque dirigente tradicional ha puesto todas sus expectativas en Reutemann.
—La incógnita de Reutemann es una incógnita interesante porque él aparece como un hombre moderado y ésta es una forma de calificar su estilo. Pero también podría decir que ese estilo responde al de un político mediocre. Hay muchos políticos moderados que no calificaría nunca de mediocres; hay políticos moderados que han demostrado una voluntad muy firme en el desarrollo de sus programas. Binner es el clásico ejemplo de un político moderado y yo no podría decir jamás que sus cualidades podrían ser confundidas con la mediocridad.
—¿No lo está subestimando a Reutemann?
—Me he acostumbrado a lo largo de mi vida a no subestimar a nadie. Veamos qué es capaz de hacer. Veamos qué es capaz de hacer cuando tenga que desembarcar en ese corazón del peronismo que es la provincia de Buenos Aires, cuyos votos son indispensables para ganar la elección.
—Si el kirchnerismo está agotado, ¿llega al 2011?
—Yo creo que algo se ha aprendido con la experiencia. Creo que hay un Congreso absolutamente decidido a que el gobierno de Cristina Kirchner concluya su mandato. Esa decisión está tomada por todos los actores políticos. La Corte Suprema, por su parte, no quiere agitar las aguas durante estos años, no quiere que ninguno de sus pronunciamientos perjudique al gobierno nacional. Por lo tanto, con el Poder Legislativo y con la Corte funcionando dentro de la ley, creo que se llega bien al 2011.
—¿Y qué piensa del diálogo promovido a nivel nacional?
—Yo no sé si van producir demasiadas alteraciones en lo que hace al régimen político, pero quisiera que pensaran que faltan dos años para concluir este mandato y hay una serie de tareas que se pueden hacer.
—Según se mire, dos años y medio pueden ser poco tiempo o pueden ser una eternidad...
—Podrían haber sido eternos los dos años que le faltaban a Isabel Perón. La impaciencia hizo que fueran eternos y se llegara a un golpe de Estado. Creo que eso no se va a dar en la Argentina.
—Puede haber renuncia, juicio político, no es necesario el golpe de Estado...
—No creo que el Parlamento se encamine en esa dirección. Los Kirchner necesitan fueros, pero para después de 2011. No veo que los opositores quieran el gobierno ya.
—¿Cómo ve a la oposición?
—En el caso del peronismo, habrá que ver cómo se reorganiza.
—De Duhalde, ¿qué piensa?
—Creo que Duhalde no va a reaparecer en el escenario político. De todos modos, hay que respetarlo. Tratar a Duhalde como un leproso es una falta de respeto por un ex presidente al que le tocó gobernar en plena crisis. Duhalde merece ser escuchado, sobre todo porque todavía conserva una red concreta de alianzas en la provincia de Buenos Aires.
—¿Y qué piensa del peronismo hacia el futuro?
—El peronismo es un movimiento que avanza entre abrazos y cachetadas. Éste ha sido su estilo histórico y no hay motivos para que cambie. Una figura interesante, para mí, es Solá. Es alguien que conoce bien al peronismo y su mecánica interna. Creo que Solá ha sido subestimado por una combinación perversa del mundo de la farándula y la grosería millonaria de De Narváez. El otro mérito de Solá es que no es un recién llegado. Lo es Scioli, lo es De Narváez, lo es Macri, pero esto no puede decirse de Solá.
—¿Qué posibilidades le ve a la oposición no peronista?
—Lo que quiero señalar allí es algo que refiere a la construcción de un espacio. Ese espacio fue construido por el partido Socialista, el ARI y la UCR. Fue construido con muchas dificultades. Morales logró rearmar territorialmente a ese partido, cosa que me parece muy importante porque demuestra que la política no se hace sólo por televisión, la política exige un armado territorial.
—Y del ARI, ¿qué piensa?
—El ARI tiene los rasgos del liderazgo hipercarismático con todos los problemas que genera este tipo de liderazgo.
—¿O sea?
—Excesiva concentración personalista, defecto en la discusión de ideas, promoción de dirigentes fuera de los marcos institucionales del partido y concentración en la producción de las ideas en ese centro carismático. Yo creo que sería torpe echarles en cara a los dirigentes que sean carismáticos. Lo que sí se les puede pedir es que moderen las consecuencias que trae la decisión carismática . Y eso es lo que Carrió todavía no ha hecho. Carrió no modera sus virtudes, porque la virtud también debe ser moderada. La experiencia de los jacobinos nos enseña que las virtudes deben ser moderadas.
—¿Y de Stolbizer?
—Me parece una dirigente importante e inteligente.
—¿Qué impresión tiene de Cobos?
—De Cobos no tengo ninguna impresión. Me impresiona muy poco. Espero que en algún momento decida hacer público que no se puede ser candidato de la oposición y miembro del gobierno. Eso es lo menos institucional que hay en el mundo.
—¿Qué opinión le merece Carta Abierta?
—Sostener la idea de que existen intelectuales decididos a mantener una relación firme con una zona del poder político que ellos definen como una zona nacional y popular me parece una actitud respetable. La idea de que los intelectuales tienen que mantener un diálogo con dirigentes del campo político es acertada. En definitiva, se trata de armar una trama por la que puedan circular las iniciativas del campo intelectual al campo político. Creo que los de Carta Abierta se equivocan en la caracterización política. Se equivocaron cuando caracterizaron al paro agrario como un golpe destituyente. Ahora están limitados a reunirse con Kirchner en Parque Lezama. Me parece casi una escena fantaseada por Ernesto Sábato.
—¿Y Aurora es el contrapunto?
—Aurora no tiene ninguna significación política. Carta Abierta se constituyó porque hubo un gobierno que puso a ese núcleo de intelectuales en un estado de entusiasmo político, mientras que Aurora evoca a los grupos de intelectuales antiperonistas que siempre dicen lo mismo del peronismo. Carta Abierta, a mi juicio, está equivocada, pero reconozco que se plantea la complejidad de la política, mientras que eso no lo hace Aurora. Horacio González ha vivido treinta años planteándose la complejidad del teatro político argentino, lo que él llama la dramaturgia compleja del populismo argentino. Que yo piense que está equivocado no me obliga a desconocer que está enfocando un objeto interesante de la política, mientras que no veo que Marcos Aguinis diga una frase que me pueda interesar políticamente.