La Constitución y el sistema institucional argentino

Dalla Vía: “Se necesita democracia interna en los partidos políticos”

El presidente de la Asociación Argentina de Derecho Constitucional no es partidario del sistema de primarias obligatorias y simultáneas. El presidencialismo en la historia argentina y el poco apego a la letra del texto constitucional.

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Alberto Dalla Vía: “A la Constitución no sólo la deben respetar los ciudadanos, sino también los gobernantes”.

Foto: Mauricio Garín

Mario Cáffaro

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El constitucionalista reclamó que los gobernantes cumplan las normas surgidas de la Carta Magna.

Alberto Dalla Vía es el actual presidente de la Asociación Argentina de Derecho Constitucional, una de las instituciones organizadoras de las jornadas sobre los 15 años de la reforma de la Constitución de 1994 que se realizaron en dependencias de la UNL. Además, es uno de los tres integrantes de la Cámara Nacional Electoral, único tribunal de apelación en la materia.

—La reforma de 1994 está inconclusa en la ejecución...

—Es una reforma que ha pasado una generación. Ortega y Gasset ubicada una generación en quince años. Esta reforma tiene una vigencia consolidada y forma parte de nuestro universo jurídico. Hay cosas buenas y cosas malas, lo que no tenemos que hacer es echarle la culpa a la Constitución. Las culpas de nuestros problemas institucionales están más bien en el incumplimiento que en el cumplimiento de las normas. Desde el punto de vista técnico, hay muchas cosas que han quedado pendientes. La reforma del ‘94 se destacó por la buena convivencia que hubo entre todos los bloques, porque se cumplieron los plazos, pero, también, porque en todos aquellos puntos donde no se alcanzó un acuerdo político se dejó librado a una ley. Lo malo es que muchas de esas normas no se sancionaron, por ejemplo, la ley de Coparticipación, y no tenemos aún ley de Jefatura de Gabinete. A la Constitución no sólo la deben respetar los ciudadanos, sino también los gobernantes que deben dictar las leyes reglamentarias de esa reforma, llevarlas a cabo. Una Constitución es el reglamento de convivencia de una sociedad. Nos va mejor si todos acatamos ese reglamento.

—El doctor Zaffaroni ponderó el encuadre institucional que, por ejemplo, permitió solucionar la crisis del 2001...

—No estoy de acuerdo con la opinión. La del parlamentarismo fue una hipótesis que Zaffaroni defiende y que sostenía el doctor Carlos Nino en el Consejo para la Consolidación de la Democracia. Nino creía que, si Alfonsín en 1987, cuando perdió la segunda elección intermedia, lo hubiera podido nombrar a Cafiero -jefe del peronismo renovador- como jefe de Gabinete con un gabinete opositor, habría terminado mejor su presidencia. Esa posibilidad existió en el 2001, porque De la Rúa era presidente y lo hubiera podido nombrar a Duhalde como jefe de Gabinete y, a lo mejor, en una cohabitación terminar el mandato presidencial. Pero De la Rúa tenía una visión presidencialista de la Constitución; Duhalde, también, y de la crisis de 2001 salimos con la vieja ley de Acefalía prevista en el artículo 88 de la Constitución del ‘53. A Duhalde lo eligió el Congreso. El problema de los argentinos no reside tanto en que tengamos o discutamos buenas normas, sino en que no las cumplimos.

—A los argentinos nos gusta el presidencialismo.

—Uno no puede negar la historia. El parlamentarismo tiene un origen histórico y el presidencialismo, otro, y esto tiene que ver con la idiosincrasia de los pueblos. Los parlamentarismos europeos nacieron de las luchas contra la monarquía. Son los nobles y el pueblo los que van ganándole a la monarquía y terminan siendo los Parlamentos los depositarios de todos los poderes, los que forman gobiernos. Nosotros tenemos en el presidencialismo y en el federalismo la receta que encontraron Echeverría y la Generación del ‘37 para salir de las guerras civiles del siglo XIX, que fueron muy largas, que regaron de sangre a la Argentina. Somos el país de Rosas, de Urquiza, de Roca, de Avellaneda, de Mitre, de Irigoyen, de Perón, de Alfonsín, de Menem. Cada vez que en la Argentina se produce una crisis en la opción entre anarquía y orden, la figura presidencial es la que sale fortalecida. Acordémonos de Kirchner, quien gana con pocos votos, pero reconstruye el poder presidencial que estaba muy deteriorado y la gente le da el apoyo. Es bueno que haya debate en la sociedad, es buena la propuesta parlamentaria como un mayor debate, pero, ¿por qué no mandamos las leyes al Congreso y dejamos que debata el Congreso, en vez de gobernar por Decretos de Necesidad y Urgencia o por legislación delegada? Si queremos debate en la sociedad -que ahora se plantea porque la oposición tiene más presencia-, mandemos más leyes al Congreso y que éste protagonice la vida política argentina, no hace falta cambiar la Constitución. Otra institución típica de los sistemas parlamentarios son los gabinetes, acá ni hay reuniones de gabinete.

—La reforma institucionalizó los partidos políticos que hoy están en crisis.

—Desde la Cámara Nacional Electoral estamos tratando de poner orden en esto. Hay demasiados partidos en la Argentina, la fragmentación no favorece a las opciones. Esto, unido al clientelismo, al nepotismo y al transfugio, genera recetas peligrosas en la Argentina. La Cámara ha trabajado en que los partidos que no reúnan el número de distritos o de afiliados suficientes vayan reduciendo su personería jurídica. Sería muy importante que ahora que se habla de reforma política se apunte a temas muy concretos y muy puntuales. Para fortalecer a los partidos es necesario que, cuando el ciudadano vaya al cuarto oscuro, sepa qué ideas y qué representa cada partido; si no, las elecciones son un concurso de pesca donde hay candidatos que no se sabe qué representan. Para esto tenemos que reducir las opciones. Miremos nuestros países vecinos. Uruguay, con el Frente Amplio, blanco y colorados; Chile, con la Concertación y el frente de centro derecha. La Constitución ha considerado que los partidos son instituciones fundamentales del sistema democrático, hay que fortalecerlos y una manera de hacerlo es que haya democracia interna, no adelantar comicios con cronogramas electorales donde los partidos no tienen ni tiempo para hacer la interna. Tampoco sé si es necesaria una interna abierta, obligatoria y simultánea. En la Cámara creemos más práctico que cada partido haga su interna, pero que hagan las internas. Hubo un intento de ley nacional de internas abiertas, simultáneas y obligatorias que no fue feliz.

 

Primarias

El gobierno nacional anunció que una de las opciones es replicar en todo el país de primarias abiertas, simultáneas y obligatorias de Santa Fe. Dalla Vía aclara que su opinión en este punto es particular, no de la Cámara que integra.

“Todo instrumento, todo sistema es bueno o malo de acuerdo a cómo se lo use. Este sistema de primarias en el Uruguay funciona bien porque son obligatorias y es como una elección nacional más. Acá tuvimos una experiencia después del cacerolazo y no fue una buena porque la empezaron a emparchar. Lo primero que hicieron fue vetarla y determinar que los partidos con lista única no hacen interna; después dijeron que era obligatoria para partidos y no para ciudadanos y terminamos en un híbrido donde menos del 10% de la ciudadanía concurrió a votar. En definitiva, el incentivo de esa ley fue que los partidos hagan lista única para no ir a internas. Necesitamos democracia interna en los partidos”.