La falta de oportunidades los empuja al delito, la droga y la prostitución
“A los niños no les estamos dando
otra opción que estar en la calle”
Las ONG’s reclaman al Estado provincial y municipal que se acerque a los barrios y se ocupe de los niños. Dicen que se sienten solas y que trabajan a pulmón. Reconocen que los esfuerzos que hacen muchas veces son estériles ante las dramáticas situaciones que viven a diario los más chicos.
Lía Masjoan
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Santa Fe (Especial para la Red de Diarios de Periodismo Social).- Marcela tiene 20 años, dos hijos -un pequeño de 2 años y una beba de 4 meses-, y un marido preso desde principios de año por robar. Terminó la escuela primaria pero no la secundaria. No tiene trabajo, ni busca: “No tendría dónde dejar a los chicos”, dice. Tampoco recibe dinero por un plan estatal, pero piensa tramitar “una pensión por madre soltera porque no me casé”. Vive en Villa Hipódromo, al lado de la casa de su suegra, quien, cuando puede, le da unas monedas para que tome el colectivo y llegue a la Casa Juan Diego, donde come y pasa los días con sus hijos. La costumbre le quedó de su adolescencia, cuando solía acompañar a su novio a la terminal de ómnibus. Él abría las puertas de los taxis para juntar algunas monedas y después almorzaban en el hogar. “Cuando nació nuestro primer hijo, no le quedó otra que robar para que pudiéramos comer”. Ella no tuvo mejores oportunidades. Con seis hermanos menores, en su casa paterna siempre faltó de todo. Mientras amamanta a su bebé asegura que “todo se me hace difícil, pero ellos no van a pasar lo que yo pasé, les voy a dar todo porque cuando crezcan, voy a trabajar”.
En una situación de desprotección similar viven muchos otros niños y adolescentes de nuestra ciudad. “A los niños y jóvenes de Santa Fe les está quedando como única opción la calle. No hay familia porque está desdibujada, y la escuela no contiene; están desbordadas y tienen enormes problemas de cupos. No quedan muchas alternativas más que la calle. Y la calle es sinónimo de delincuencia, de adicción, de prostitución, de trata y de todo lo que puedan imaginar”, dijo Gustavo Vogel, director de la Casa Juan Diego, una asociación civil que desde hace más de dos décadas ofrece cobijo a los chicos que se desplazan desde los barrios hacia el centro para trabajar en la calle o pedir monedas.
Adicción, miseria y delincuencia
“El problema de la delincuencia tiene que ver básicamente con una cuestión de oportunidades”, enfatizó Vogel. En la ciudad de Santa Fe, donde más de un tercio de su población vive en la pobreza, muchos niños no tienen infancia, no comen en familia, deben mendigar, duermen hacinados, presencian o son víctimas de situaciones de violencia, son abusados, pasan hambre... El listado de falta de oportunidades es inmenso: “El problema de las adicciones es fundamental y no tenemos con qué abordarlo. Lo mismo ocurre con la delincuencia y la miseria. A un chico que ve a la madre con sus 7 hermanos muertos de hambre a veces no le queda otra salida que robar. Y hoy en los barrios de Santa Fe están muertos de hambre, lo veo ahora más agudizado, salen a robar para comer. Y lo sé porque convivo con la pobreza, la tengo a media cuadra de mi casa”, agregó Silvia Altamirano, una asistente social que integra el Foro de la Infancia, un espacio que nuclea a siete instituciones y ONG’s y a un grupo de profesionales vinculados con la niñez.
Gerardo Morello, abogado especialista en defensa jurisdiccional de niños y coordinador de la Defensoría de Derechos del Niño del Colegio de Abogados de Santa Fe, remarcó que “los chicos no admiten más nada y por eso están dando las señales que dan. No les podemos pedir que construyan a partir de la nada. Cuando un pibe pierde la sensación del valor vida es porque la perdió desde su génesis, nació sin vida, no tiene perspectivas. Y lo que es vida para nosotros no lo es para él. Por eso hay que comprender esas actitudes, esa violencia desmedida. Es producto de lo que recibió. ¿Qué le dimos, qué hizo la sociedad por ellos? Y no es para descargar culpas en la sociedad, pero aquí vivimos todos juntos. Es evidente que el Estado solo no puede y hay una corresponsabilidad social”.
Esfuerzos en soledad
A pesar de que hay muchas instituciones y Organizaciones No Gubernamentales que trabajan en los barrios más humildes y dineros públicos invertidos para asistirlos, los esfuerzos son siempre aislados -nunca mancomunados- y no atacan la raíz del problema. En este caso, que cada uno aporte un “granito de arena” no alcanza. Y nunca va a ser suficiente mientras no exista una política de Estado firme que oriente todas las acciones hacia un eje común.
Ésta es la sensación que transmiten quienes caminan las calles de las villas, hablan todos los días con los chicos y sus padres, y los acompañan en los difíciles procesos que afrontan cotidianamente.
Altamirano planteó un escenario preocupante: “El Estado se aleja cada vez más, se achica, mientras las demandas hacia nosotros siguen creciendo. El Poder Ejecutivo (provincial y municipal) nos habla de proyectos a largo plazo, pero, ¿qué hacemos mientras tanto?”, preguntó. “Han cerrado espacios importantes en los barrios, incluso en los hospitales, como el Comité de Maltrato Infantil, y nos encontramos cada vez con menos recursos adonde acudir ante los problemas a los que cotidianamente nos estamos enfrentando en los barrios”.
Los que están codo a codo con los chicos los ven “deambular” por las calles y “hacemos lo posible para que no salgan del barrio porque, si no, los perdemos y es difícil que vuelvan”. Pero “desde hace un tiempo no somos escuchados ni convocados por las autoridades. Nos da la sensación de que no les interesa trabajar con nosotros y nos sentimos solos”.
En igual sintonía, Vogel contó que “las políticas sociales nunca fueron demasiado prioritarias. Y mucho menos en niñez y juventud. Siempre fueron incipientes. Hoy el problema es que ni siquiera se están sosteniendo algunos espacios que, con un montón de dificultades, se habían logrado, tanto desde el Estado como de las ONG’s que trabajan en el territorio. Todas trabajan a pulmón y terminan haciendo lo que pueden. Son esfuerzos individuales e intervenciones aisladas y muchas veces llegamos tarde”.
Política de Estado
Las organizaciones con ganas de trabajar, a pesar de todo, claman por una presencia firme del Estado en los barrios. “Hoy se habla de procedimientos, pero
“El problema de la delincuencia tiene que ver básicamente con una cuestión de oportunidades”, coincidieron quienes trabajan codo a codo con los chicos de los barrios marginales.
Foto: Luis Cetraro
Experiencias
Quienes integran instituciones que trabajan con los chicos en los barrios relataron algunas experiencias recientes, con el objetivo de que se puedan dimensionar la preocupante ausencia del Estado y la soledad en que están desarrollando su labor:
El cierre del Comité de Maltrato Infantil del Hospital de Niños el año pasado dejó un vacío importante, y aún no saben cómo actuar ante “la enorme cantidad de hechos de violencia y abusos de niños que se producen a diario en la ciudad. Hace unos días, un chico de 17 años fue abusado y terminó en el hospital Cullen a las 11 de la noche, sin los remedios porque no había, y de vuelta a su casa a la 1 de la mañana. Cuando fuimos a verlo, la madre no sabía qué hacer porque hacía dos días que no se levantaba de la cama”.
“Tenemos otro chico de 9 años que está en situación de abandono porque nadie se ocupa de él. Ya entró al hospital dos veces en estado grave. La primera vez se cayó de un árbol y casi se desnuca. La segunda vez, recibió tres chuzazos en la espalda. ¿Qué esperan para tomar una decisión sobre el chico, están esperando que se muera? Hace tres meses lo llevamos por su voluntad a un hogar, pero a los 15 días se escapó. Nadie lo buscó y todos saben dónde está porque anda en el barrio de casa en casa”.
“En el año 2000 nos presentamos a un concurso del Programa de Atención a Menores de la Nación -Proame-, y teníamos todos los recursos para trabajar con los chicos, no necesitábamos nada. Trabajamos durante 6 años y medio. Durante todos esos años sólo hubo dos casos de chicos que hayan salido a delinquir. El programa terminó. Hoy tengo la mitad de los chicos en la cárcel de Las Flores”. La experiencia se desarrolló en Los Hornos.
Foro de la Infancia
El Foro de la Infancia es un espacio que nació en la primera mitad del año 2007. Nuclea a instituciones, profesionales y ONG’s de la ciudad de Santa Fe que intervienen, en forma directa o indirecta, en las problemáticas de la niñez, con el objeto de constituir un espacio de aprendizaje, coordinación, capacitación, discusión e intercambios de metodologías de trabajos en relación con todas las intervenciones que tengan que ver con la infancia. Participan: Asociación Civil Juntos, Asociación de Protección a la Infancia, Cáritas Villa Oculta, Casa de Juan Diego, Asociación Civil Movimiento Solidario, Colegio de Trabajadores Sociales, Fundación Kairós, profesionales vinculados a la infancia y docentes de Educación Para Adultos.
El año pasado, el Colegio de Abogados ofreció al gobierno provincial en reiteradas oportunidades poner en marcha un servicio de asistencia jurídica gratuita a los niños privados de la libertad en la ciudad de Santa Fe. En febrero de este año, después de un año de tratativas estériles con funcionarios de segundas y terceras líneas, enviaron una nota al gobernador, en la cual le informaron la situación. “Tampoco nos respondió”, dijo Gerardo Morello, del Colegio de Abogados.
“Ofrecimos este servicio con el objeto de que las personas tengan lo que todos quieren tener cuando se les presenta un conflicto: un asistente letrado, alguien que le diga qué debe hacer por sus derechos. Mientras tanto, esos chicos tienen el sistema de defensa general, pero nosotros sabemos lo que pasa porque hemos asistido a más de un proceso; el defensor está sobrepasado de trabajo y es imposible que pueda materializarse en todos los casos. De manera tal que se termina haciendo una defensa técnica sin tener en cuenta las cuestiones personales. Cuando se trata de un niño hay que escucharlo, sentarse con él, entender cuál es la problemática, generar confianza, que no la toman rápidamente por una cuestión de maduración y crecimiento. Lo que proponíamos es volver a trabajar en el campo, haciendo entrevistas a los chicos, pero nadie nos escuchó”.