Rogelio Alaniz
—Usted ha dicho y ha escrito que los Kirchner son el mejor gobierno de la Argentina desde 1928 a la fecha.
—Por lo menos ha sido el menos malo.
—¿Lo incluye a Perón?
—Perón hizo cosas buenas desde el punto de vista económico pero desde el punto de vista de las libertades fue un desastre. El otro gobierno peronista el de 1973 a 1976 fue un desastre total.
—¿Y Alfonsín?
—Alfonsín fue un gran amigote mío. Se dio el lujo de ganarle al peronismo. Venía bien en general pero no tenía suficiente fuerza, porque un partido de centro no tiene posibilidades de gobernar bien, salvo que esté apoyado por la derecha o por la izquierda. A Alfonsín lo votó la derecha y después no lo apoyó y la izquierda tampoco lo apoyó y por eso terminó mal. Entonces, lo que hace falta es un gobierno con capacidad de gobernar.
—Le recuerdo que Menem gobernó diez años.
—Menem era democrático, no mató gente, pero la política que hizo fue muy destructiva para el país. De todos modos creo que a las privatizaciones había que hacerlas, creo que se hicieron mal, pero había que hacerlas.
—Su consideración sobre el menemismo no es muy diferente a la de su hermano Guido.
—Yo coincidía mucho con Guido. Él creía que el peronismo era el Partido Laborista argentino. Tener más cerca a EE.UU. me parece bien, pero podría haberlo hecho con un poco más de autonomía.
—¿Las relaciones carnales?
—Ésa es una boludez que dijo, que ni él la tomó en serio. De todos modos, el gobierno de Menem era democrático y popular, aunque su política económica era mala y ahora los peronistas lo han condenado al exilio interno.
—¿Y el gobierno de Duhalde?
—Yo creo que estuvo más o menos, de todos modos se lo digo: yo soy pro gobierno actual y pro la renovación que este gobierno está haciendo. El peronismo como tal se sigue renovando y se ha sacado de encima a todos los dirigentes fachos que había. Y todos los grupos neoliberales también se los ha sacado de encima.
—Su hermano era uno de ellos.
—Guido originalmente era cepalino. Después se exilió en Inglaterra y en Oxford lo trataron muy bien, y allí se convirtió al neoliberalismo. Fue una lástima, aunque algo de razón tenía porque el neoliberalismo tiene algunos elementos positivos.
—Volvamos a Duhalde.
—Él hizo un gobierno de transición y de coalición. Fíjese que puso dos radicales uno en defensa y otro en Justicia. Además puso un frepasista. Todo eso estuvo muy bien. Finalmente lo inventó a Kirchner.
—¿Usted lo conocía a Kirchner?
—Yo la conocía a la mujer. De Kirchner sabía poco y nada. Le digo más: ni sé dónde queda Santa Cruz. Lo que sé que los dos hicieron una renovación.
—¿Le parece?
—Fue una renovación “progre”, pero “progre” no quiere decir puro. El peronismo de
hoy se parece cada día más al Partido Demócrata de EE.UU.: tiene apoyo sindical, tiene apoyo de los sectores más pobres y algunos grupos de clase media.
—¿Sigue siendo válida la contradicción derecha-izquierda para entender los procesos sociales?
—Al usar la palabra “contradicciones” usted mostró la hilacha de “bolche” (sonrisa).
—O hegeliano. Hegeliano de derecha.
—También puede ser. Mire, yo creo que la contradicción derecha e izquierda sigue siendo válida pero no es la única; sus amigos del Partido Comunista creen que es la única, pero no es así.
—Estoy expulsado del Partido Comunista y si llegan a tomar el poder estoy seguro que me fusilan antes que a usted (risa). Si los comunistas toman el poder yo me hago colaboracionista. Respecto de izquierda y derecha, insisto en que es una contradicción que a veces es útil tener en cuenta. Volvamos a los Kirchner.
—Duhalde preparó todo, pero después Kirchner se peleó con él. Ésos son problemas de alcoba que siempre o casi siempre ocurren. Yo escribí hace un tiempo un artículo que titulé “Las tres argentinas”. Allí hablo de la ciudad de Buenos Aires, de todo el espacio urbano porteño que son más de 11 millones de personas que es mayoritariamente peronista, después está la Media Luna de tierras fértiles donde está el resto de la provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos. En toda esa zona, el peronismo K no es fuerte. Allí los fuertes son el socialismo, Juez; y en el resto del país el peronismo tradicional es mayoritario.
—¿Qué evaluación hace de lo ocurrido el 28 de junio?
—Fue una cosa mala para el gobierno.
—¿Usted cree que se equivocó con el campo?
—Sí, se equivocó en la estrategia. Subir más las retenciones hubiera sido una locura. Además, la forma de manejarse fue mala. Cobos hizo muy bien de votar como votó porque eso lo salvó al gobierno. De todos modos, el gobierno se equivocó, confrontó demasiado.
—¿Acaso eso no es el peronismo?
—Cuando viajo a Italia para escandalizar a los gringos les digo que el peronismo es lo más parecido que hay al Partido Comunista Italiano.
—Usted no puede comparar al peronismo argentino con el comunismo italiano.
—¿Por qué no? ¿Usted cree que los comunistas italianos son señoritas inglesas? El PCI era el principal partido de las clases populares italianas.
—Lo más parecido al peronismo a mi juicio es Berlusconi.
—No tanto. Porque la gente del barrio Norte en la Argentina no es peronista, pero la gente de los barrios altos de Italia están con Berlusconi. Ese dato, usted que fue marxista en su juventud y que yo en mi vejez soy marxista de extrema derecha, es algo que debemos tener en cuenta.
—¿Cree que los Kirchner pueden llegar al 2011?
—El gobierno no va a tener mayoría, pero lo que tiene que hacer es buscar aliados.
—¿Tiene espacio político y capacidad este gobierno para establecer nuevas alianzas?
—Tiene espacio porque la oposición está muy fragmentada.
—¿Cristina es más dialoguista que Néstor?
—Yo la conozco más a ella que a él. Ella además es más linda y hasta el día de hoy no sé cómo hizo para conseguirla (risa). Los dos están básicamente en la misma política, en la honda “progre”, renovadora.
—¿Le parece “progre” el acuerdo con los intendentes de Buenos Aires?
—Ellos los usan a los intendentes. Roosevelt hacía la mismo con los intendentes del Gran Nueva York que son lo mismo que los del gran Buenos Aires o peor.
—¿No le parece que ella produce mucho rechazo y resistencia?
—A mí eso no me importa. Tal vez las mujeres le tienen envidia porque es linda. Yo no creo que sea agresiva, no es más ni menos que cualquier otro político.
—Y de la corrupción de este gobierno ¿qué me dice?
—No es mayor ni menor que la de cualquier otro. La corrupción siempre es mala pero tampoco hay que exagerar. Ahora, yo le voy a dar a conocer mi predicción: Cristina gana las elecciones del 2011 en segunda vuelta y haciendo alianzas.
—Muchos se están preguntando si Cristina va a llegar al 2011 y usted hace esa predicción audaz.
—Claro que es audaz, pero yo soy audaz en mis predicciones (risa).
—¿No cree que el candidato del peronismo para el 2011 va a ser Reutemann?
—Reutemann es el candidato del centro derecha. El es el verdadero candidato de la derecha y no Macri o De Narváez.
—Lo que no cierra es su predicción sobre Cristina. Su desprestigio es muy alto.
—Habría que ver con qué gente interactúa usted. A usted le cuesta aceptar que lo “progre” no es un libro, es un acuerdo social en el que deben estar los trabajadores y las clases medias. Eso es Cristina y no Reutemann o sus amigos intelectuales de izquierda.
—El movimiento obrero es Barrionuevo, Moyano, Lescano ¿cómo lo compatibiliza con el progresismo?
—Progresismo es construir instituciones que representen a los trabajadores que negocien con los patrones.
—Pero estos tipos a veces están a la derecha de sus patrones.
—En estos casos, no se es “progre” porque se defienda al matrimonio gay o se esté a favor del aborto, se es “progre” porque se está del lado de los trabajadores. En Estados Unidos es así: no vaya a creer que los líderes sindicales de EE.UU. son más virtuosos que los de acá.