Militares y civiles en el banquillo

Leen las acusaciones en Rosario

El proceso oral por los crímenes de lesa humanidad que se inició ayer continuó con la lectura de las acusaciones por parte de la secretaría del Tribunal. Durante la mañana fue el turno de Eduardo Constanzo y Amelong.

Corresponsalía

La segunda jornada del juicio oral por los crímenes de lesa humanidad se inició hoy en Rosario a las 9.45, cuando la secretaría del Tribunal Oral Federal Nº1, a cargo de Osvaldo Facciano, continuó con la lectura de las requisitorias de elevación a juicio de la Fiscalía y de la Secretaría de Derechos Humanos. En esta jornada estaba previsto que se termine con este paso dentro del proceso para que la semana próxima, cuando se reanude el juicio, se empiece con el llamado a los testigos, que serán unos 90 en el marco de las dos causas unificadas que se empezaron a juzgar en Rosario.

Los funcionarios judiciales iban a terminar hoy con la lectura de las acusaciones contra el ex teniente coronel Pascual Guerrieri, el ex mayor Jorge Fariña, el ex teniente Juan Amelong, y los agentes civiles Walter Pagano y Eduardo Costanzo, acusados de crímenes cometidos durante la dictadura en centros clandestinos de detención de Rosario, Funes y Granadero Baigorria.

Hoy estuvieron en el banquillo y separados por un blindex de los querellantes y víctimas todos los acusados. Ayer Eduardo Tucu Constanzo pidió a través de su abogado defensor ser trasladado a una sala contigua por padecer según certificó un médico un cuadro de hipertensión. Constanzo aseguró hace un tiempo que ha recibido amenazas de muerte por parte de los otros acusados.

El Tribunal Oral Federal Nº 1 (TOF), que está integrado por los magistrados Otmar Paulucci, Beatriz Cavallero de Baravani y Jorge Venegas Echagüe, escuchó durante la mañana de hoy las acusaciones contra Constanzo y Amelong. El primero pertenecía a un grupo de operaciones especiales que estaba bajo el II Cuerpo de Ejército y está siendo juzgado, como el resto de los procesados, por los delitos de privación ilegítima de la libertad, amenazas, tormentos y desaparición física. De acuerdo con la lectura de las acusaciones, Constanzo estaba a cargo del grupo de tareas que estaba a cargo del mayor Jorge Alberto Fariña.

Tormentos y fusilamientos

Constanzo participó de tormentos y fusilamientos en los centros clandestinos de detención de la Quinta de Funes, la Escuela Magnasco, la Intermedia y La Calamita. El “Tucumano” está acusado de privación ilegal de la libertad, aplicación de tormentos y homicidios de 14 personas, y de los dos primeros delitos a otros tres detenidos durante la dictadura. Las víctimas son Jorge Novillo, Eduardo Toniolli, Stella Hillbrand de Del Rosso, Carlos Laluf, Marta Benassi, Miguel Tossetti, Oscar Capella, Ana Gurmendi, Fernando Dussex, Pedro Retamar, María Adela Reyna Lloveras, Teresa Soria de Sklate, Liliana Nahs De Bruzzone, Marta María Forestello, Jaime Dri, Raquel Negro y Tulio Valenzuela.

Por el lado de Amelong, la secretaría del TOF 1 leyó también la acusación de parte de la querella por los mismos delitos que se le imputan a Constanzo. Según un informe del Ejército que citó el tribunal, Amelong se desempeñaba como agente de inteligencia del destacamento 121 cuando ocurrieron los crímenes por los que está siendo juzgado. De acuerdo a varios testimonios de la causa, a Amelong lo llamaban “teniente Daniel”, y tras ser trasladado a Entre Ríos en 1974, tuvo luego un paso bastante extenso por Santo Tomé. Alejandro Luis Novillo, una de las víctimas, dijo que reconoció a Amelong durante su cautiverio porque identificó su voz. Ambos se habían conocido en Santo Tomé en la época en que Novillo estaba realizando el servicio militar.

Amelong, a quien se lo acusa de haber participado de los tormentos contra los detenidos en los distintos centros clandestinos de detención, fue enviado luego por Leopoldo Galtieri a México, acompañado por Fariña, con la orden de asesinar al líder montonero Mario Firmenich. Por la tarde de hoy está previsto que se continúe con la lectura de las acusaciones.

La responsabilidad

de los jueces

Dr. Javier Vigo Leguizamón (*)

Al rechazar la Cámara Federal de Rosario los planteos de la fiscalía para anular el dictamen del fiscal general Palacín, debe llevarse adelante la investigación penal plena ordenada por dicho funcionario, quien calificara al crimen del Cnel. Larrabure de lesa humanidad.

Rucci, Larrabure, Viola, López, y tantos otros fueron víctimas de un plan criminal diseñado por J.W.Cooke -expresamente apoyado por Cuba- para instalar un régimen marxista quebrando la voluntad de Perón mediante una sucesión de hechos violentos. En los fundamentos del decreto 1.368/74, firmado por María Estela Martínez de Perón decretando el Estado de sitio, se aludió a éste mencionando la necesidad imperiosa de “erradicar expresiones de una barbarie patológica que se ha desatado como forma de un plan terrorista criminal contra la Nación toda”. Y se dijo algo aún más grave: que las amenazas del terrorismo guerrillero habían llegado al extremo de ser “dirigidas contra niños en edad escolar”.

¿Qué son mis muertos para Uds? ¿Objetos sin valor a “ajusticiar”, o seres con los mismos derechos humanos?, son las preguntas que las víctimas del terrorismo guerrillero han formulado a los jueces.

A ellos les cabe optar entre la conveniencia o los valores, el coraje o la cobardía, la justicia o la política, la verdad completa o los sofismas ideados para amnistiar a los guerrilleros. A ellos les corresponde rescatar el sagrado valor de todas las vidas, porque la vida vale por sí misma no según lo que se piensa, ni según la fortaleza o debilidad de quien gobierna.

Es ingenuo creer que no actuando no hay riesgo. Basta mirar a Venezuela.

(*) Apoderado de Arturo Larrabure

Leen las acusaciones en Rosario

El ex teniente Juan Amelong, uno de los imputados, saluda a la cámara durante la primera jornada del juicio.

Foto: Télam

ESPECIAL PARA EL LITORAL

OTRA MIRADA

Después de 33 años

Cecilia Nazábal y Alicia Gutiérrez (*)

Fuimos y somos mujeres militantes que, desde muy jóvenes decidimos que debíamos hacer algo para transformar la realidad. Y junto a miles de jóvenes y no tan jóvenes de los años 70 elegimos la política. Emprendimos un camino que sabíamos difícil y con riesgos, donde se podía perder la vida.

En esa lucha perdimos a entrañables compañeros, hermanas, primos, esposos. La ruleta de la suerte nos tocó a nosotras, estamos vivas para reclamar por ellos y ellas.

No somos, ni queremos ser ejemplo de nada. En nuestra lucha siempre marchamos con otras mujeres y hombres que pelean por verdad, justicia y condena a los genocidas, junto a seres queridos como Fidel Toniolli que murió buscando justicia para el hijo que le arrancaron, abogados de todos los signos políticos que nos ayudaron desde el inicio de este largo camino de 30 años.

Nunca la sombra de la venganza nubló nuestra vista, nunca el deseo de tomar un arma y matar al asesino. Así crecieron nuestros hijos Fernando y Eduardo. No nos sentimos solas, gran parte de la sociedad nos acompaña.

(*) Querellantes Causa Guerrieri.

Un momento histórico

Agustín Rossi (*)

Rosario vive desde ayer días históricos. Es el momento que los militantes del campo nacional y popular esperamos y por el que luchamos desde hace más de dos décadas: el tiempo en que los militares, policías y civiles que planificaron y ejecutaron el plan de exterminio de 30 mil argentinos sean juzgados con todas las garantías del debido proceso y en el marco del estado de derecho, aquello que le negaron a miles de compañeros secuestrados, torturados y asesinados.

En esta fecha, entonces, no podemos dejar pasar por alto la prioridad que los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner le otorgaron a la posibilidad de que por fin en la Argentina se pueda juzgar y condenar en los casos que así lo considere la Justicia a los genocidas de la última dictadura y a sus cómplices, mediante el impulso a la declaración de inconstitucionalidad de las leyes de impunidad (punto final y obediencia debida), entre otras tantas medidas.

Tampoco podemos dejar de recordar que el verdadero objetivo de la última dictadura fue económico y social: posibilitar por medio de la sangre la concentración económica y la flexibilización laboral que los factores de poder no habían podido imponer en democracia y fragmentar el tejido social para diluir los lazos de solidaridad y fomentar, en su reemplazo, el individualismo.

(*) Diputado nacional Frente para la Victoria