Crónica política
Crónica política
Los Kirchner y la izquierda
“Se puede confiar en las malas personas, no cambian jamás”. William Faulkner
Rogelio Alaniz
No me asombra que los Kirchner apoyen una ley de Medios como la que aprobaron esta semana en Diputados, lo que me asombra es que la izquierda los apoye. Me corrijo: en realidad, no debería asombrarme tanto, porque algo parecido hicieron con la estatización de Aerolíneas Argentinas y las jubilaciones privadas. La maniobra es conocida: dos o tres retoques a un proyecto de ley, un poco de retórica nacional y popular y los muchachos compran el paquete con el mismo entusiasmo con que el célebre provinciano del cuento compraba un buzón o se dejaba seducir con el cuento del tío.
El kirchnerismo con la izquierda no argumenta; saca de la galera una zanahoria con la seguridad de que todos van a correr detrás de ella. La zanahoria, en este caso, siempre tiene tono nacional y popular. Cuando esto no alcanza, siempre está a mano el recurso infalible. “No le vamos a hacer el juego a la derecha” o “no se presten a ser comparsa de la derecha”.
Lo más lindo de todo es que quienes dicen eso no tiene ningún problema, el menor reparo, en aliarse con la derecha más cerril y troglodita y, sobre todo, en hacer negocios con ella. A los chantajistas siempre se los conoce por su afán de presionar o golpear bajo. Los conozco y los entiendo. A los que no termino de entender es a los chantajeados, a ese afán a veces ingenuo, a veces morboso, de dejarse seducir por los cantos de sirena de un populismo conservador, autoritario y corrupto.
Ser de izquierda no significa ser necesariamente tonto o ingenuo. Las consignas se defienden en un contexto determinado y sin perder de vista la identidad política de un gobierno. Onganía les impuso retenciones a los terratenientes, pero nunca se me ocurrió apoyarlo por eso. Hitler logró plena ocupación y salarios dignos, pero eso no me autorizaba a ponerme el brazalete con la cruz esvástica. En la época de Menem, cuando se llenaba la boca hablando de su oposición al aborto, un amigo católico me decía: “Estoy en contra del aborto, pero jamás voy a marchar del brazo de un presidente ladrón y corrupto”. Una semana después, la mujer de Menem declaraba que su maridito la había obligado a abortar. La moraleja de estos ejemplos es clara. Las consignas no son justas en abstracto, se encarnan en proyectos políticos, en liderazgos éticos y morales.
Si vamos a juzgar la política en términos de derecha e izquierda, sería deseable ponerse de acuerdo sobre el significado de esa contradicción. Hay mucha tela para cortar al respecto, pero a la hora de la verdad lo que queda claro es que de izquierda es el que asegura una mejor distribución de la riqueza, en tanto que es de derecha quien concentra la riqueza y el poder en el polo de las clases propietarias. Si esto es así, a juzgar por cómo se ha concentrado el poder y cómo viven las clases populares, está claro que este gobierno está cómodo en la derecha.
Hay otras variantes para evaluar la orientación de este gobierno. La política impositiva es una de ellas. Al respecto, los Kirchner no han hecho absolutamente nada para modificar políticas impositivas que son regresivas. El otro rasgo de una izquierda democrática que los Kirchner están muy lejos de cumplir es la distribución política del poder. Una izquierda republicana en serio dispersa el poder, trabaja en función de estrategias que alienten la autonomía social y política. Salvo que los señores de Carta Abierta o los dirigentes del socialismo crean que en el conurbano bonaerense o en Santa Cruz se practican modalidades libertarias de autogobierno, no veo motivos para creer que este gobierno sea de izquierda.
En la tradición socialista, la honradez suele ser uno de los rasgos distintivos. A los Kirchner se les pueden atribuir muchas cosas, menos que tengan las manos limpias y las uñas cortas. Ni ellos, ni sus amigos. Basta al respecto averiguar cómo han crecido sus fortunas personales. Conozco izquierdistas millonarios que, por un motivo u otro, han decidido adherir a la causa de los oprimidos. No son muchos, pero hay. Lo que no conozco es a socialistas que se hayan hecho millonarios en el poder. Repetto fue un diputado socialista durante años y todos lo recuerdan tomando el colectivo con los expedientes bajo el brazo. Palacios no tenía casa propia. Juan B. Justo vivía en una chacrita. No creo que de los Kirchner y sus amigos se pueda decir lo mismo.
El principal argumento de la izquierda para apoyar esta ley de prensa es que era superior a la ley de los tiempos de Videla. A ese buzón todos lo compraron, o simularon comprarlo, con un entusiasmo digno de las mejores causas. En realidad, de la famosa ley de Videla no quedaba nada, pero, además, a la hora de hacer memoria, bueno es saber que el rasgo distintivo de esa norma eran la concentración del poder y las trabas legales para impedir que los medios privados pudieran transmitir “en cadena”. Desde esa perspectiva, los que se acercan más a Videla son los Kirchner y no los opositores, o los que deberían ser opositores.
Siempre he dicho que para conocer las intenciones de los Kirchner no hay que prestar tanta atención a lo que dicen como a lo que hacen, sobre todo a lo que hacen en Santa Cruz. A los que no puedan o quieran ir hasta Río Gallegos se les podría recomendar que presten atención a sus palabras en la materia. Para el caso, no me refiero a los discursos dichos para seducirlos, sino a los que dicen cuando expresan su pensamiento de fondo. En todas las situaciones, lo que predomina es el autoritarismo, la prepotencia y, en el más suave de los casos, la ignorancia acerca de lo que son la prensa y la libertad de prensa, ignorancia que no proviene de su incapacidad para saber de algo, sino de su desinterés por temas que no les importan.
Los Kirchner dicen estar en contra de Clarín y no disimulan que apoyan esta ley para jorobar al supuesto multimedio monopólico. Es probable que los señores de Clarín no sean angelitos, entre otras cosas porque los ángeles no existen o no son de este mundo. Es probable, también, que algunos límites a la tendencia a monopolizar haya que poner. Pero en el caso que nos ocupa lo más probable es que el problema de los Kirchner con Clarín no sean sus errores, sino sus virtudes. Concretamente, lo que a los Kirchner les molesta de Clarín es que los critiquen y que esa crítica se transmita en cadena.
Una vez más digo que puedo entender que a un gobierno populista y de corte autoritario le fastidie que lo critiquen, pero lo que no puedo entender es que la izquierda apoye el proyecto de ese gobierno en nombre de valores que están en las antípodas de los que ellos sostienen como teoría y práctica política.
Por último, seria interesante preguntarse cuál es el modelo de libertad de prensa que alientan los Kirchner. Si el modelo organizado en Santa Cruz no alcanza para convencer a los más obstinados, habría que prestar atención a quiénes son sus amigos y aliados. Hasta la fecha, su red de acuerdos siempre se ha organizado alrededor de la basura mediática, que es la que siempre está dispuesta a apoyar por unos pesos al oficialismo. La excepción tal vez sea Página 12, pero sobre ese tema prometo meterme otro día.
Insisto para que se entienda: el peligro de la Argentina no es el retorno de Videla, el peligro es el retorno de las prácticas populistas y autoritarias más miserables. No es justo ni es inteligente agitar el fantasma del retorno de una supuesta derecha, mientras se apoyan las estrategias de la derecha real, efectiva y concreta.
En otro contexto, Raimundo Ongaro, el mítico dirigente de la “CGT de los argentinos”, cuestionaba a esa izquierda pusilánime y complaciente que, en nombre de un supuesto golpe de Estado, estaba dispuesta a soportar un golpe todos los días.
Retorno al inicio de esta nota. Entiendo las intenciones del gobierno de sancionar una norma como la que impulsaron, lo que no entiendo son las razones de la izquierda para apoyar esta ley de prensa. Pregunto: ¿nunca se les ocurrió acaso que, más que apoyar a una ley, lo que han hecho es darle el aval a un gobierno al que la libertad de prensa le interesa tanto como a mí me pueden interesar las conclusiones acerca del peligro de reproducción de la lechuza amarilla en Alto Verde?
Un poco de retórica nacional y popular y los muchachos compran el paquete con el mismo entusiasmo con que el célebre provinciano del cuento compraba un buzón.
Jolgorio. El tono de celebración futbolera por la media sanción de un proyecto con graves implicancias institucionales revela, mejor que las palabras, el espíritu con que se impulsó la aprobación. En el medio del festejo, dos santafesinos: Agustín Rossi, jefe de la bancada oficialista, y el ex radical Juan Sylvestre Begnis.
Foto: Agencia DYN
No es justo ni es inteligente agitar el fantasma del retorno de una supuesta derecha, mientras se apoya a las estrategias de la derecha real, efectiva y concreta.