Tiene media sanción un proyecto de ley

Buscan que las cantinas escolares vendan alimentos más saludables

De aprobarse la norma, se permitirá únicamente el expendio de los productos recomendados por el Ministerio de Salud. Se prohibirán los alimentos que estén fuera del listado y el funcionamiento de máquinas expendedoras de comida o bebida.

De la redacción de El Litoral

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La Cámara de Diputados de la provincia dio media sanción a un proyecto de ley que tiene por finalidad promover y proteger la salud de la población infantil y adolescente que asiste a establecimientos escolares públicos y privados de la provincia, a través de la promoción de una alimentación saludable.

El texto, sancionado la semana pasada y girado al Senado, prevé que el Ministerio de Salud confeccione un listado de alimentos saludables que se podrán expender en los establecimientos educativos de la provincia de Santa Fe, y que deberá actualizarse en invierno y verano. Prohíbe, paralelamente, la venta, exhibición y difusión de alimentos que no estén incluidos en esa lista, así como el funcionamiento de máquinas expendedoras de productos no recomendados.

Uno de los firmantes de la iniciativa, el diputado Leonardo Simoniello explicó que la norma apunta a la prevención de enfermedades relacionadas a la malnutrición por excesos (sobrepeso y obesidad) así como la deficiencia de macro y micro nutrientes, también denominada desnutrición oculta.

En la Argentina, el sobrepeso y la obesidad afectan al 9,2 % de los menores de entre 6 meses y 5 años inclusive, según reveló la primera Encuesta Nacional sobre Nutrición y Salud realizada por el Ministerio de Salud y Ambiente de la Nación entre octubre de 2004 y julio de 2005. En cuanto a desnutrición, el 1,2 % de los chicos tiene bajo peso en relación con su altura y el 4,1 % de los chicos tiene baja altura para su edad.

Los datos forman parte de los fundamentos del proyecto. “El texto pretende ser un aporte respecto de un tema que es complejo y multicausal y sobre el cual estamos convencidos que el principio de una solución radica en la implementación de medidas centradas en niños, niñas y adolescentes en edad escolar”, dijo Simoniello.

Golosinas y facturas

Durante el recreo largo de media mañana, la cantina-quiosco de la escuela secundaria Simón de Iriondo (ex Colegio Nacional) no paraba de vender alfajores, caramelos y vasos de gaseosas. En menor cantidad, los adolescentes compraban facturas y pebetes.

“Conozco el proyecto y me parece que está bien porque hay que cuidar la salud de nuestros alumnos. Igual, a los chicos no se les puede quitar los productos que están acostumbrados a consumir, que son la factura y el pebete”, opinó Clara, propietaria de la cantina cuyos empleados atienden al estudiantado a través de una reja.

“No vendemos frutas pero sí lácteos, aunque en este momento no tenemos porque no llegó el proveedor”, se excusó la mujer que a diario cocina tartas, empanadas y hamburguesas caseras.

Si bien reconoció que el cambio de conciencia debe empezar por la escuela, advirtió que “va a ser difícil que los chicos cambien su alimentación dado que ellos buscan productos que los llenen: en vez de comerse una empanada de carne que vale $ 1,50 prefieren un pebete que cuesta lo mismo y es más contundente”.

Dos alumnos de 5to. año corroboraron esa afirmación. “De acá me voy a trabajar y llego tarde a la noche a mi casa, así que todos los días compro en la cantina un torpedo (pebete gigante) para llenarme”, dijo Esteban. A su lado, Daiana señaló que “la comida saludable no llena así que me parece que no voy a estar a favor de la ley”.

En la cantina de la Escuela Industrial sucedía lo mismo: los jóvenes salían con alfajores, pebetes y gran cantidad de golosinas, snacks, jugos artificiales con alto contenido en azúcares y saborizantes. “Los vagos prefieren cerveza pero acá no vendemos”, bromeó Roberto, que atiende el bar-quiosco desde hace 16 años.

“Tenemos productos de primera calidad, no vendemos frutas pero el resto todo. Incluso cocinamos tartas y menúes. No conozco la ley pero si se implementa, la voy a cumplir porque no podés patear en contra de una normativa”, aseguró Roberto, mientras entregaba un puñado de caramelos a una estudiante. “Lo que más vendo son golosinas”, admitió.

Una cantina “verde”

La cantina del colegio privado Nuestra Señora del Calvario cuenta con el asesoramiento de una nutricionista. No faltan lácteos, frutas y hasta ofrece bandejas con ensaladas de verduras y legumbres. Y lo más importante: no vende golosinas.

“Desconozco el proyecto pero de seguro a nosotros no nos cambiará mucho. No vendemos caramelos y cocinamos todo sano y variado para que las chicas se alimenten bien: ñoquis, empanadas, milanesas con puré. Acá almuerzan también los padres que vienen a buscar a sus hijos y se quedan a comer”, dijo Elsa, a cargo del comedor.

Aparte de los sandwiches con pan árabe, en las alacenas se observan envases con distintos tipos de verduras crudas y hervidas cortadas en trocitos para que las alumnas elijan con qué alimentos armar las ensaladas frías, según el gusto de cada una.

“No creo que comer sano sea más caro”, opinó una de las empleadas. Los módicos precios ofrecidos (un plato a $ 6 o una ensalada a $ 4) cuestan -sin embargo- más del doble que los pebetes de las otras escuelas.

Buscan que las cantinas escolares vendan alimentos más saludables

En el colegio Calvario las encargadas de la cantina ya incluyen verduras y frutas en la oferta alimentaria, y no venden golosinas. Es un caso excepcional.

Foto: Néstor Gallegos

Capacitación

Elproyecto de ley también encomienda a los Ministerios de Salud y Educación la capacitación de los agentes responsables de los kioscos, cantinas o expendio de alimentos en las escuelas, y crear programas regionales de educación nutricional.