Tribuna ciudadana

La carrera docente en los institutos técnicos

Roque Raúl Maidana

Del análisis efectuado por esta comisión de Técnicos e Idóneos podemos deducir que, con la implementación acordada entre el Ministerio de Educación y el Gremio sobre la aplicación del “Concurso para ingreso a la docencia”, muchos docentes Técnicos e Idóneos interinos (no titulares a pesar de los años de desempeño en el cargo) concursarán el cargo en que se desempeñan desde hace años, en clara desventaja con otros compañeros de la nueva formación técnica, en su mayoría, con escasos conocimientos técnicos, pero con el aval de documentos de cursos asistidos y avalados desde el Ministerio de Educación. Otros, en cambio, no podrán concursar para cargos de ascenso dejándoles de esta forma marginados del sistema. Con estas políticas se avanza nuevamente en desalentar que técnicos y profesionales inicien su camino como docentes de escuela técnica. Al respecto el pensamiento manifestado en más de una oportunidad es que “solo pueden y deben estar en educación los docentes de carrera”. En este punto es necesario comentar que muchos de los cursos dictados en distintos ámbitos de capacitación docente no enriquecieron el saber y la capacidad en sus funciones de aquellos profesionales que los hemos hecho. Es prioritario y necesario reconocer que la idoneidad y capacidad profesional no se adquieren con cursos sino con desempeños personales.

Este concurso pretende ser reparador y podría haberse evitado si se concursara al ingresar al sistema y no después de años de desempeño. Por eso nos preguntamos: ¿Qué trabajador debe esperar 5, 10, 15 años para quedar efectivo? ¿Por qué luego de desempeñarnos por años en la docencia debemos concursar para ingresar a la docencia? ¿Qué fuimos durante todos estos años para el Ministerio de Educación? ¿En carácter de qué se permitió impartir, sin queja alguna, la enseñanza impartida a nuestros alumnos?

Hoy vuelve a pesar sobre nosotros la sombra de la inestabilidad laboral, condicionando nuestra carrera docente. No todo el sueldo que percibimos está afectado al pago de la antigüedad, perdiendo así gran parte de nuestro poder adquisitivo. Se nos mantiene en un constante estado de nerviosismo por las amenazas de traslados y concursos, se nos recarga con reuniones o tareas fuera del horario de trabajo, se dice que no incentivamos, que no contenemos y no se cuántas cosas más. Se nos culpa del fracaso del sistema educativo y es el que nos imponen y del que luego se dice que no sirve. Los hechos enunciados y otros aquí no mencionados, están dispuestos de manera tal que parece que se pretende hacernos perder la vocación por la docencia técnica.

Si hacemos la comparación entre la vieja (pero eficiente educación) y la nueva, podemos decir sin lugar a equivocarnos que la supuesta falta de pedagogía achacada a técnicos e idóneos y profesionales, era compensada con un sólido conocimiento y experiencia en la materia, los que eran transmitidos y receptados sin problema por nuestros alumnos; hoy ocurre exactamente lo contrario, el docente es más pedagogo y menos práctico.

¿Hace falta decir que la educación técnica hoy se encuentra lejos de ser lo que fue? No renegamos de la pedagogía pero midiendo los resultados, eran mejores los de antes. Basta con comparar a los alumnos de aquella y de esta época. Es importantísimo que quien les enseñe sepa y tenga respuestas a sus inquietudes, de ese modo despertaremos la curiosidad, el deseo de investigar y le obligaremos a pensar que está obteniendo herramientas que podrá utilizar como futuro profesional o como mano de obra calificada, solicitada por la industria nacional y de otros países.

Pretendemos que la función del técnico y del idóneo sean reconocidas y cuidadosamente calificadas, que se contemple la diversidad de especialidades y talleres de nuestras escuelas para que éstos no desaparezcan, como ha ocurrido con los talleres en muchas escuelas. Sabemos que para calificar a especialistas hace falta saber, pero por el bien de los alumnos preguntemos y estudiemos, o convoquemos a los que saben. No nos equivoquemos, existe una gran diversidad de especialidades que existen en estas escuelas y de las cuales muchos de los que nos dirigen no conocen ni siquiera el modo y la forma de transmitir su enseñanza, especialmente en los talleres. En éstos la relación numérica docente/alumno es total y absolutamente distinta a la del aula de una escuela no técnica, debido a la diversidad de operaciones que componen un práctico y a cada interpretación de las consignas que recibe y ejecuta el alumno. Es por esto que 10 alumnos significan 10 situaciones distintas y si no entendemos ésto va a ser difícil la recuperación de la calidad educativa y del conocimiento tecnológico.

Si queremos realzar el sistema educativo es necesario que se ponga como objetivo único y primordial al alumno, dejando de lado la mezquindad y el caradurismo que se evidencia cada vez con mayor frecuencia cuando se accede a cargo u horas. Es necesario volver a tomar al ingresante a los talleres y a las materias técnicas una prueba de idoneidad profesional, (y si se pidiera a cada profesor a ingresar, un trabajo o tratado sobre la materia a dar, que escuela tendríamos, ¿no?).

La cantidad de certificados de asistencia a cursos perfilan a los futuros directivos, pero no son condicionantes de capacidad e idoneidad profesional. Aquí se premia al que falta a sus clases para hacer cursos en contraposición al abnegado docente que da las clases sin faltar un solo día. Estamos a tiempo de un cambio en serio, produzcámoslo así volveremos a tener la educación que nos llevó a los primeros lugares del mundo.

Luchemos para que nuestros profesionales técnicos e idóneos vuelvan a ser reconocidos por el Ministerio de Educación y vuelvan a ocupar el lugar que se ganaron con su trabajo y profesionalismo, en la transmisión de sólidos y aplicables conocimientos a sus alumnos, únicos receptores de todo este esfuerzo y dedicación.

La carrera docente en los institutos técnicos

Los alumnos de las escuelas técnicas obtienen en los talleres conocimientos que podrán utilizar como futuros profesionales, o como mano de obra calificada para la industria nacional y de otros países.

Foto: Archivo El Litoral