Vicisitudes de una elección

Psp. Edit Villaggi

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Finalizado el ciclo secundario, el adolescente se encuentra presionado a dar una respuesta que involucra todo su ser: la elección de carrera u ocupación. Hasta ese momento, su vida estuvo signada por los mandatos de los adultos, que obedezca o no, le daban cierta certeza.

El momento específico de la primer gran decisión se presenta en nuestra cultura casi como un ritual de iniciación en la vida adulta, y, generalmente, es vivido como una circunstancia anticipada a la esperada madurez que la decisión implica, se vive como una prematuridad.

En algunos casos, la ocupación “se hereda”; hay una historia familiar que liga determinada actividad con el ideal sustentado por años y de lo que se desprende un sentido compartido. Que no haya interrogación sobre la tradición a sustentar, no significa que más tarde no se plantee la actividad con un malestar postergado del momento de la elección.

En otros casos el momento de la elección es abismal: lo que se creía y sostenía hasta entonces se desmorona, las referencias se debilitan. Es el tiempo en el que el otro no puede responder con lo que se debe hacer y el sujeto tiene la oportunidad de saber algo de su propio deseo.

Muchas veces escuchamos hablar de orientación vocacional como práctica terapéutica y conviene hacer algunas consideraciones de lo que se pretende abarcar con ella.

Vocación significa “llamado”, voz interior que convoca. Como seres humanos constituídos desde otros (padres) ese llamado metaforizable como voz interior, tiene que ver con las construcciones que a modo de identificaciones, ideales, rasgos, se han ido montando en el sujeto a advenir. Si se rastreara los motivos inconscientes que determinan ciertas “elecciones” se podría ver, hasta cierto punto, los aportes de otros significativos en la vida de cada uno.

Esto nos lleva a dejar como interrogante el término “elección”, al menos con el tributo de libertad que conlleva.

El joven intenta verse como los ejemplos que conoce en tal o cual práctica, a modo de juego de roles y/o preconceptos acompañado del tejido imaginario que conlleva, pero de lo que se trata en realidad en este momento es de un tiempo de paréntesis, de suspensión en la trama que lo sostenía, en el que cual lo que era ya no puede ser más y lo que está por venir no se muestra más que como pregunta. El sujeto presenta un estado de confusión frente a un imperativo que se le abre por primera vez en la vida: elige, cuando hasta ese momento estuvo obedeciendo a adultos y sus reglas, instituciones, planes de estudio, etc.

Lo que se pretende como práctica de orientación vocacional no puede reducirse a mostrar la diversidad de caminos entre los que se puede tomar en una elección porque lo que está en juego no es el conocimiento, al que se puede acceder fácilmente desde cualquier buscador de información sobre carreras disponibles, sino justamente el desconocimiento que padece el sujeto respecto de su deseo, la paralización que siente frente a la respuesta que se pretende de él. Mucho menos, intervenir ubicándose en un lugar que disipa la duda dando respuesta como un dios u oráculo quien través de pretendidas “pruebas” darán las coordenadas para las que hay “garantías” de éxito según orden de preferencias conscientes.

La invocación a un otro que ayude a dar una respuesta puede pretender suplantar al sujeto de la elección, pero debe ser transformado en un momento fecundo en el que el joven conozca acerca de lo que lo convoca y se coloque en posición de sostener sus definiciones.

Una elección que no esté basada en las identificaciones alienantes sino en cierta separación constitutiva de un sujeto independiente, aún en la premura de la exigencia del momento, más cronológico que lógico, será el resultado de un camino introspectivo y de interrogación sobre sí y su futuro, que necesariamente invocará todo el ser y al que se le debe dar la palabra.

Vicisitudes de una elección

Al terminar el ciclo secundario, los jóvenes suelen encontrarse en un estado de confusión frente a un imperativo que se les abre por primera vez en la vida: elegir, cuando hasta ese momento acataron lo señalado por los adultos y sus reglas, instituciones, planes de estudio, etc.

Foto: Archivo El Litoral